Por Victoria Mendizabal
Premios Mundiales a Creadores de Inteligencia Artificial busca una influencer o modelo generada por inteligencia artificial. Dentro de los criterios de evaluación se encuentra la belleza y nuevas preocupaciones nacen a medida que los estereotipos hegemónicos e irreales se vuelven cada vez más fuertes.
Por Victoria Mendizabal
Históricamente, los concursos de belleza buscan premiar a las mujeres más atractivas. En general están enfocados en la belleza física, aunque hoy también dicen evaluar personalidades y logros. Siempre hubo requisitos para entrar y ser un humano era uno fundamental. Aunque hoy parece estar excluido.
Los Premios Mundiales a Creadores de Inteligencia Artificial (WAICA, por sus siglas en inglés) son una iniciativa global que premia a los creadores de modelos e influencers generados con inteligencia artificial. En el último tiempo, el fenómeno de estos personajes artificiales en las redes sociales creció de manera sustancial y un mercado económico se abrió. Lil Miquela, por ejemplo, ya tiene 2.5 millones de seguidores en Instagram.
El principal reconocimiento de esta competencia lleva el nombre de Miss AI, una clara alusión a la tradicional competencia de belleza Miss Universo, que luego tuvo su adaptación en diferentes regiones del mundo. Miss AI, según la página, es un concurso donde “la belleza se cruza con el mundo de los creadores de IA”.
Pero ¿cuáles son los criterios que serán utilizados? Por un lado, se evaluará la belleza. Este primer punto levanta dudas acerca de qué tipo de belleza estarán buscando los jueces, ya que muchas de las participantes de Miss AI ya anunciadas no se alejan de estereotipos poco representativos para las mujeres hoy en día.
“Si con la inteligencia artificial se siguen perpetuando estos estereotipos y modelos de belleza, nadie va a entender que están mal”, reflexiona en diálogo con RED/ACCIÓN Florencia Peric, psicóloga especializada en trastornos de la conducta alimentaria. “Hay que preguntarse dónde nos deja como sociedad que se sigan creando estas figuras claramente inalcanzables desde lo humano”, profundiza.
Por otro lado, los concursantes serán evaluados por su innovación y aplicación en relación a las herramientas de inteligencia artificial para crear estas “modelos e influencers” digitales. En específico, se buscará ver el uso de sus prompts y se mirará en profundidad los detalles visuales en torno a las manos, ojos y los fondos de las imágenes.
Por último, se tendrá en cuenta su influencia social: número de seguidores, el índice de crecimiento de audiencia y el uso de otras plataformas sociales, como Instagram, para distribuir sus contenidos. El premio para la ganadora de Miss AI es de 13.000 dólares que serán distribuidos entre remuneraciones personales así como un financiamiento para un programa dedicado a la creación de imágenes tecnológicas. A continuación, algunas de las participantes.
Está claro que en esta nueva era de influencers digitales se abrió una gran industria económica: muchas marcas ya buscan que estas figuras promocionen sus productos. Ahora bien, la lucha de los feminismos en los últimos años en redes sociales hizo foco en fomentar la representación verdadera de las mujeres, sus cuerpos y sus ambiciones. Y estas influencers —y sus creadores— parecen haber llegado para obstaculizar este proceso.
Naomi Wolf, reconocida autora feminista, escribe en uno de sus ensayos El mito de la belleza que, en un mundo donde la mujer consige la libertad política y económica, hay una amenaza que late fuerte: la belleza. “Estamos en el medio de una violenta reacción contra el feminismo que utiliza imágenes de belleza femenina como arma política para frenar el progreso de la mujer”, reflexiona en su libro. “Aún queda un último derecho por reclamar”, afirma en referencia al control de la mujer sobre su cuerpo y su imagen.
Peric, por su parte, identifica que una de consecuencias más preocupantes de la continuación de estas narrativas tiene que ver con seguir alimentando la disconformidad con la imagen, los trastornos de dismorfia corporal o alimentarios en las mujeres. “Vamos a seguir pensando que nuestros cuerpos están mal, que hay que cambiarlos y que hay una sola forma correcta de verse bien. La fantasía del esfuerzo para alcanzarlo va a seguir viva”, manifiesta.
“Seguimos produciendo y creando una generación en la que cada vez existen más problemas de estima corporal”, asegura la psicóloga. “No solamente se trata de un trastorno alimentario visible, sino que hay una incomodidad con la imagen muy grande que nos impide de, por ejemplo, ir a reuniones sociales”, concluye.