Este miércoles 25 de septiembre se presentó un proyecto para eliminar el instituto del “padrinazgo o madrinazgo” presidencial al séptimo hijo o hija de cada familia de Argentina.
Esta tradición argentina, basada en una leyenda urbana, fue convertida en la Ley 20.843 en 1974.
Este miércoles 25 de septiembre se presentó un proyecto para eliminar el instituto del “padrinazgo o madrinazgo” presidencial al séptimo hijo o hija de cada familia de Argentina.
El texto presentado en el Senado y Diputados de la Nación pretende derogar el Decreto 848/1973, la Ley 20.843, el Decreto 143/1974, el Decreto 964/1976 y el Decreto 1416/2009, según su primer artículo.
En su segundo artículo se aclara que las disposiciones de esta ley no afectan, en ningún caso, los derechos adquiridos bajo las leyes que se derogan.
Dicho texto fue presentado por dos diputados santafesinos del Partido Socialista de Santa Fe, Esteban Paulón y Mónica Fein.
La Ley 20.843 de padrinazgo presidencial es una legislación argentina que garantiza el padrinazgo del Presidente de la Nación en funciones al momento del nacimiento del séptimo hijo varón o la séptima hija mujer de una prole del mismo sexo.
Esta ley tiene sus raíces en la gran inmigración proveniente de Rusia y en la creencia de que el séptimo hijo varón es hombre lobo y la séptima hija mujer bruja.
Casualmente, Javier Milei, actual mandatario de la Nación, este mes fue notificado de que deberá ser padrino de un séptimo hijo varón. El bebé se llama Noah Portillo y nació en el Hospital Regional de Río Gallegos.
La tradición de que el presidente de la Nación sea padrino del séptimo hijo varón de una familia tiene sus raíces en la leyenda del lobizón, una figura mítica del folclore argentino. Según la creencia popular, el séptimo hijo varón consecutivo de un matrimonio se transformaría en lobizón, un ser que se convierte en lobo en noches de luna llena. Para contrarrestar esta superstición, se instauró una práctica que sigue vigente: el Presidente de la Nación asume el rol de padrino de estos niños, otorgándoles un reconocimiento simbólico.
En 1907, el presidente José Figueroa Alcorta instituyó la tradición de ser el padrino del séptimo hijo varón de una familia para desmitificar las creencias en torno al lobizón. Con el tiempo, esta costumbre fue oficializada por ley en 1974, brindando al ahijado una beca escolar y un medallón conmemorativo. El objetivo principal fue evitar la marginación social de los niños nacidos en estas circunstancias.
El folclore popular indica que en el caso de la séptima hija, la maldición la convierte en bruja en lugar de lobizón.
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