El dramaturgo que se enteró en tierras santafesinas que había ganado el Nobel
En 1922, el español Jacinto Benavente estaba en Argentina. Acompañado por la actriz Lola Membrives, recorría en tren las ciudades del interior. En Rufino, a 425 kilómetros de la ciudad de Santa Fe, que también había visitado, recibió el telegrama que le anunciaba el premio.
Archivo En su amplia obra dramatúrgica, Benavente abordó diversos géneros, tragedia, comedia, drama y sainete.
En su extensa vida (murió en Madrid en 1954 a los 87 años) el español Jacinto Benavente vivió las fuertes turbulencias políticas de su país. Nació durante la crisis final del reinado de Isabel II y falleció durante el régimen franquista. En el camino que eligió, el de la dramaturgia, le cabe el mérito de haber comenzado una fuerte renovación del teatro en castellano. En su obra, muy vasta, se perciben influencias de autores como Oscar Wilde, George Bernard Shaw y Maurice Maeterlinck. Su pieza más representativa, dentro de las más de 170 que concibió es “Los intereses creados” (1907). Luego de su estreno en Madrid, se representó en toda España y en los principales teatros de Hispanoamérica.
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Foto: Hemeroteca digital Castañeda
Este personaje de las letras hispanas llegó a la Argentina en 1922 para recorrer en tren las ciudades del interior junto a la actriz Lola Membrives. Durante este viaje, en el cual dicen que tuvo la posibilidad de escuchar cantar a Carlos Gardel, en un almuerzo criollo que el actor Roberto Casaux ofreció en su quinta de la localidad de Martínez, Benavente estuvo en la provincia de Santa Fe y en la ciudad capital. De eso quedó registro en el Diario Santa Fe, que en su edición del miércoles 18 de octubre de 1922, daba cuenta de la visita del dramaturgo. “Desde hoy es huésped nuestro el autor más genial que actualmente tiene el teatro de habla española: don Jacinto Benavente. Sus comedias y sus dramas han sido colocados por la crítica que juzga y analiza desinteresadamente, en lo más alto de la escena, como teatro realista, psicológico, como teatro que ha de perdurar, por muchos años, en la literatura castellana representable”, decía.
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“En gira por los pueblos jóvenes de América, el maestro está recibiendo los homenajes de los públicos más heterogéneos, tanto los de aquellos que van a disfrutar del poético y sentido lenguaje que hablan sus personajes como de los que asisten a la representación de sus obras, predispuestos a seguir las pasiones de sus héroes y con ánimo de pensar y de aprender. De todos ellos el señor Benavente está escuchando la palabra de cariño y de simpatía. Bienvenido sea entre nosotros el literato genial”, agregaba el medio de comunicación capitalino. En la ocasión, la colectividad española hizo un recibimiento a la altura de las circunstancias a tan ilustre artista.
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Noticia inesperada
En su libro “El atroz encanto de ser argentinos”, Marcos Aguinis recoge y relata una anécdota que supuestamente dejó ese largo viaje del español por estas latitudes. Al parecer, durante una parte del periplo, Benavente y Lola Membrives se detuvieron en la ciudad de Rufino, en el extremo sudoeste de la provincia de Santa Fe. Ella, según la crónica, bajó a recoger cartas y telegramas y allí se topó con el anuncio de que el autor de “Los intereses creados” acababa de ganar el Premio Nobel de Literatura, posiblemente el mayor reconocimiento del mundo para un escritor. Cuenta Aguinis que la actriz compró una botella de champán y fue rápidamente a despertar al dramaturgo. Quien recibió la noticia con calma y, pese a la importancia mundial de la noticia que acababa de conocer, decidió completar su gira antes de regresar a España.
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Pero la cosa no terminó ahí, según explica Aguinis en el capítulo 1 de su texto. Es que en cada pueblo, Benavente era interrogado sobre la Argentina, pero invariablemente se negaba a dar una respuesta. “Cuando llegó al puerto, para embarcar, en el minuto previo al retiro de la escalerilla, arreciaron las demandas. Entonces, disparó un cañonazo: ‘Armen la única palabra posible con las letras que componen la palabra argentino’. Benavente penetró en el barco y desapareció. Su figura ya no estaba a la vista cuando los que lo habían escuchado pudieron descifrar el acertijo. La única palabra que se construye con las letras de argentino es ignorante”, cierra Aguinis.