Inclusión, representatividad y mayor democracia: el desafío de algunos especialistas en épocas de "Fake News"
Gabriela Hadid es la directora en América Latina de una fundación multinacional que busca desarrollar el acceso de todas las personas, sin excepciones, a vías de representatividad y obtención transparente de la información para recorrer su cotidianeidad. Su testimonio de trabajo.
Gabriela Hadid, directora para América Latina de la fundación Luminate.
Pensamos que cualquiera puede agarrar un teléfono y leer una noticia. O publicar lo que quiere en una red social. Damos por hecho que todos sabemos separar una noticia de un medio con una estructura profesional detrás de una publicación web con algún fin peligroso, de un internauta con un dominio en internet. Estamos acostumbrados a infinidad de organizaciones sociales que sirven de resorte entre la comunidad general y los dirigentes políticos. La lista es larga. Pero no siempre es así y no todos gozan de esa libertad de conocimiento y expresión. En el medio, la fundación Luminate “imagina un futuro en el que todas las personas tengan el poder para transformar la sociedad” y El Litoral pudo conversar con su directora para América Latina, Gabriela Hadid, sobre el trabajo que hacen en el mundo.
-Las libertades de prensa y expresión, lejos de garantizarse más, parecen ponerse en revisión en varios puntos del planeta. ¿Qué experiencias tienen en el tema?
-En general sabemos que enfrenta distintos desafíos y amenazas. Esto es un problema porque ambos derechos son un pilar fundamental de la democracia, que es el tema que nosotros trabajamos, y sin libertad de expresión y sin libertad de prensa es muy difícil garantizar que haya transparencia, que haya rendición de cuentas. Obviamente los desafíos son distintos según el contexto político, no es lo mismo lo que sucede en Argentina, por ejemplo, que lo que sucede en México, que son otros países donde la violencia de periodistas es de las más altas en el mundo, pero en grandes rasgos podemos identificar algunas tendencias que son preocupantes en ese ámbito. Por un lado hablamos de censura y restricciones gubernamentales, porque hay gobiernos que implementan políticas y leyes que restringen la libertad de expresión y esto puede ir desde penalizar la información de personas o personas políticas, hasta penalizar la distribución de ciertas noticias. Incluso sabemos de casos donde directamente se busca silenciar a medios críticos. Obviamente Argentina no lo compara, como te decía, con otros países de la región, está relativamente bien posicionada en lo que hace a la libertad que existe para expresar opinión en libertad.
-¿Dónde hay mayor dificultad para los periodistas? ¿Cuáles son los mayores impedimentos?
-El tema de la amenaza y la violencia contra periodistas es algo súper preocupante. México y Colombia son dos países donde trabajamos dentro de un ecosistema, o sea, ejercer el periodismo es una especie de muerte y especialmente en lugares económicos de estos países, donde se generan lo que llamamos zonas silenciadas, que son básicamente lugares donde no hay noticias locales, porque es muy riesgoso estar trabajando en esta posición. También hay otras dimensiones, como el tema de la propiedad de los medios de comunicación, la concentración de los medios muchas veces hace que no haya diversidad de voces, que no haya independencia editorial, el control estatal sobre los medios de comunicación también a veces hace que lleguen órganos donde básicamente hacen propaganda del gobierno, y dificultad de distribución de información. La censura en línea para nosotros es un problema, porque hay gobiernos que tienen la intención de bloquear contenidos en sitios web o redes sociales, contra las actividades en línea que hacen las personas, y esto también limita la discusión de información y las opiniones críticas. Y como último, te mencionaría que para nosotros también otra de las dimensiones que afecta muchísimo la posibilidad del periodismo de cumplir con su trabajo es la crisis económica que hay en los medios, y las dificultades que tienen para ser financieramente viables, la sostenibilidad, que muchas veces hace que medios, sobre todo independientes, que proveen alternativas sobre algunos temas y que hacen un balance bastante importante en algunos países donde los medios son más concentrados, tengan muchas dificultades para operar y para mantenerse en su servicio.
-La famosa fake news, ¿es un monstruo que a veces se puede encontrar como resultado, entre comillas, de un exceso de libertad de expresión, o qué es?
-Nosotros entendemos que la libertad de expresión es un derecho que en general nos va a permitir discutir sobre asuntos de la vida pública, y deberíamos poder hacer eso sin temor a sufrir represalias. La libertad de expresión es muy importante para el debate público. Lo que sí vemos que sucede es que, obviamente, en la medida en que la tecnología atraviesa este debate, empiezan a hacerse visibles cierta circulación de información que puede llevar a las personas, tal vez, a creer en una idea que no esté verificada. Entonces, lo que trabajamos mucho es en que el debate público se fortalezca desde distintas herramientas. Una tiene que ver con el público, que es, básicamente, la educación y la alfabetización digital, que ayuda a que las personas puedan discernir entre información que pueda ser verídica y información falsa. Obviamente, no siempre es todo tan blanco y negro. Muchas veces lo que nos encontramos es con información que está más en un gris, y son las habilidades de pensamiento crítico y la verificación de cuánto el choque puede hacer una defensa efectiva contra la desinformación. También, como vos decías antes, los estándares éticos y de calidad de los medios de comunicación, de los periodistas, son fundamentales para que la información que se presenta sea precisa, sea verificable. Por último, también pensamos que es muy importante que en los casos donde existen autoridades de regulación, sean autoridades que sean independientes de los gobiernos, que puedan estar compuestas por expertos y trate de mitigar la influencia política indebida sobre los medios de comunicación.
-Cuando hablamos de minorías o de algunos sectores que fueron históricamente discriminados o marginados, en el tiempo que ustedes llevan trabajando en nuestra región, ¿logran observar o no cuán mayor es la integración que hay de esos grupos respecto al resto de la sociedad? Digo, ¿hay una mayor integración, por ejemplo, al colectivo LGBT o a las mujeres? o ¿Estamos yendo a contramano?
-Sí, y este es un área donde tenemos esperanza, si bien a veces hay más debates de los que nos gustarían. Por ejemplo, en Argentina y México, que son dos países donde trabajamos, vemos que hay políticas de paridad para las mujeres en los espacios políticos, lo que se conoce como las cuotas. También, por ejemplo, vimos en Brasil, a través de una encuesta que hicimos hace muy poquito, que el 59% del electorado de Argentina, Brasil, Colombia y México, que son los países en los que trabajamos, las personas están a favor de mayor representación política de las personas LGBT+. Y eso nos parece muy esperanzador, porque no es solo lo que la política habilita, sino lo que las personas están dispuestas a elegir. También vimos otras de las poblaciones con las que trabajamos, que son los jóvenes, y lo que vimos ahí es que las personas jóvenes tienen relación con la política, quizás de una manera distinta de cómo se la tiene tradicionalmente, pero que sí tienen intereses por causas y se movilizan por ciertas causas. Creo que ahí hay una deuda pendiente de cómo integrar más a las personas jóvenes en la discusión política, creo que todavía eso cuesta. Si miramos otros países de la región, como Colombia, vemos que tiene por primera vez una vicepresidenta que es afrodescendiente. En México, la disputa presidencial para 2024 tiene por primera vez dos mujeres, y es muy probable que la contienda se resuelva entre ellas, y eso también es una novedad. Y Brasil, que es el otro país donde trabajamos, vemos una ministra de justicia de los Pueblos Originarios y una mujer negra como ministra de igualdad racial, que también son cosas inéditas y que no veíamos hace algunos años.
-¿Celebran que haya cada vez más debates políticos y hasta obligatoriamente? ¿Hay ejemplos con la misma fuerza en el resto de los países? ¿Notan que hay un efecto positivo real en la población? ¿Termina siendo un show?
-Obviamente, como una organización que promueve las democracias solidas, creemos que los debates presidenciales son una parte importante de los debates democráticos en nuestros países. Argentina en la región ha sido bastante pionera en ese sentido, y si bien se ha avanzado un montón, es innegable que quedan cosas por mejorar, pero sí vemos como positivo que los debates permiten a las personas que van a votar ver y comparar a las distintas candidaturas. En los mejores casos también se permite evaluar las propuestas, entender las opiniones, evaluar la idoneidad que el o la representante puede tener para ejercer ese cargo. Incluso que los debates tengan un chequeo en vivo de la información puede ayudar a complementar esta mirada crítica de la que hablábamos. También hay desafíos. A veces el formato y la moderación pueden no ser ideales y entorpecer un poco la dinámica. Creo que en Argentina a través de todos estos años hemos ido mejorando en este aspecto. Aunque todavía hay algunos casos donde los debates se pueden centrar mucho en retórica o en ataques personales, en lugar de en la discusión de manera sustantiva en las políticas y los problemas reales.
-También trabajan en África, ¿cuál es el panorama allá? ¿Hay comparaciones?
-Nosotros en África trabajamos específicamente tres países, que son Kenia, Nigeria y Sudáfrica, con realidades bastante distintas, y creo que a grandes rasgos hay algunos lazos y desafíos comunes, pero el contexto es distinto, entonces es un poco difícil hacer una comparación directa. Hay muchísimos más grupos excluidos de los ámbitos cívicos y políticos, y acá me refiero desde mujeres hasta minorías étnicas y religiosas. También ha crecido mucho la tecnología y se encuentra mucho contenido polarizado, como vemos acá, que lo encontramos tanto en medios de comunicación tradicionales como en medios digitales, y esto pone en tensión a la democracia. Vemos muchísimos más casos de represión y excesos gubernamentales contra la sociedad civil y los medios de comunicación. Tal vez hay lugares de América Latina, tal vez sobre todo en Centroamérica, donde esto es muy común, pero en contextos como la Argentina, la represión tan directa no es algo a lo que estamos muy acostumbrados, por suerte.
-En un mundo donde todo te empuja a encerrarte en tus propios problemas, tu organización busca ayudar a los demás a resolver los suyos. ¿Cómo te sentís vos en lo personal siendo parte de ese proyecto?
-Vimos que en América Latina la mayor parte de la gente quiere participar de la política para poder resolver los problemas, pero siente que demanda mucho tiempo y esfuerzo. Entonces diría que personalmente tengo el privilegio y el placer de poder hacer de eso mi trabajo, de poder hacer algo que en realidad mucha gente quisiera hacer, pero las condiciones son muy adversas para hacerlo, y creo que como privilegio tengo también una responsabilidad muy grande, de hacerlo con profesionalismo. Permite que, aunque yo ocupe hoy este lugar, puedan haber muchas más voces incluidas en las soluciones que diseñamos con las organizaciones. Eso es algo que es muy importante para Luminate y que casi te diría el mantra o la guía con la que armamos todo nuestro trabajo. Así que espero que eso dé buenos resultados para construir sociedades que sean genuinamente inclusivas y que impacten positivamente en la vida de todas las personas de la región.
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