Por Asociación Museo y Parque de la Constitución Nacional
Un convenio de colaboración con la Fundación Hábitat y Desarrollo, se tradujo en un relevamiento de la flora y fauna del lugar. "Más de 390 especies conforman el listado de fauna que ha sido registrada en el parque y su área de influencia directa”, señala el informe.
Por Asociación Museo y Parque de la Constitución Nacional
El Museo y Parque de la Constitución Nacional está implantado en un gran espacio limitado por la Avenida de la Constitución Nacional, al norte, y el río Santa Fe en su borde sur. Desde un comienzo, el proyecto que le dio origen, se planteó la conjunción de cultura y naturaleza, un menú atractivo no sólo para los santafesinos sino para los argentinos que visiten nuestra ciudad, piedra angular del moderno Estado nacional.
Pero esta vez, a través de las líneas siguientes, nos vamos a referir a la diversidad de flora y fauna que habita de manera permanente o cíclica el agreste espacio verde.
Hace años que esta preocupación caló en los distintos actores que han participado del desarrollo de esta formidable iniciativa. Y apenas terminado el edificio del museo, el segundo gran paso, luego de la erección de la plaza de los poderes públicos en cercanías del río, se hicieron distintos ejercicios participativos -con historiadores, arquitectos y paisajistas- para intercambiar ideas sobre el tratamiento que se le debería dar este espacio tan singular, que conserva sus características pese a las transformaciones del sector.
En el último tiempo, un convenio de colaboración con la Fundación Hábitat y Desarrollo, se tradujo en un minucioso y muy interesante relevamiento de la flora y fauna del lugar, aporte que se extiende a contenidos para una futura cartelería que les permita a los visitantes identificar los ejemplares y conocer sus características más salientes.
En los primeros planos topográficos de la provincia y el municipio (1895 y 1899) el espacio en cuestión aparece caracterizado como "isleta".
La denominación se comprende rápidamente con sólo mirar los planos, porque esta porción de tierra aparece desprendida del continuo urbano por el arroyo Quillá, curso de agua que corría al norte de la Av. de la Constitución Nacional (ex Mar Argentino, al menos en ese tramo) y atravesaba, de este a oeste, los campos de deportes de ISEF y el Cenard hasta volver al cauce del río Santa Fe.
De modo que esa vejiga de tierra abrazada por el arroyo Quillá y el río Santa Fe, abarcaba al norte parte de las referidas instalaciones deportivas, un tramo de la avenida de circunvalación, el núcleo principal del Club Náutico Sur en su extremo este y el Parque de la Constitución Nacional, desde calle 1° de Mayo hasta el confín suroeste de la antigua isleta.
Este viejo topónimo ha quedado adherido al barrio sur como un factor de identidad, fortalecido por la presencia del club homónimo sobre el lago del Sur y la presencia continua, en el parque de la Constitución, de coipos, también llamados "quiyá" en voz guaraní, nombre que aquí transmutó en "quillá", por su abundancia en el viejo arroyo que desapareciera por intervenciones urbanas y también fuera llamado "del Hospital", por la vecindad del primer Hospital de Caridad en el siglo XIX.
Otro roedor, menos destructivo y más simpático, que habita el parque de manera permanente, es un cuis grande, de color pardo, que se alimenta de hierbas y lleva el nombre científico de Cavia aperea.
Dice el informe de Hábitat y Desarrollo redactado por el Ing. Cristián Walker: "Los mamíferos suelen robarse la atención de los visitantes. Al menos unas 10 especies de mamíferos recorren los ambientes naturales del Parque de la Constitución. Aunque observarlos de forma directa puede ser una tarea difícil, si prestamos atención, en suelos blandos y húmedos podremos reconocer sus huellas y saber cuáles son los ambientes que frecuentan."
Lo cierto, según el concienzudo estudio, es que "más de 390 especies conforman el listado de fauna que ha sido registrada en el parque y su área de influencia directa”.
Dicha información surge del importante aporte que numerosos observadores y fotógrafos de naturaleza realizan en plataformas de ciencia ciudadana, así como también por producciones científicas del sector académico.
Aves, mamíferos, anfibios, reptiles, peces y un gran número de invertebrados, tales como arácnidos, insectos y moluscos, constituyen los grupos faunísticos para los que se cuenta con información en el área.
"Ya sea por sus melódicos repertorios vocales, sus conspicuos plumajes coloridos o sus complejos comportamientos reproductivos, las aves constituyen un atractivo ineludible entre la fauna del Parque y Museo de la Constitución. Al menos 77 especies de aves han sido registradas y documentadas ocupando los diferentes hábitats que ofrece el área y un gran número de ellas pueden ser observadas de forma habitual, mientras que otras presentan patrones migratorios (sólo visitan el área en determinadas épocas del año) o resultan raras y difíciles de observar."
Quienes recorran la variada topografía del parque, con sus diferentes ambientes, notarán diferencias de altura en el relieve del terreno, y es interesante señalar que esos desniveles contribuyen a la rica variedad de flora a causa de los distintos niveles de humedad acumulados en el subsuelo.
Quien camine por el parque, subraya el estudio de Hábitat y Desarrollo, encontrará albardones, bajos inundables, pajonales, arbustales y abras graminosas que ofrecen refugio para las algo más de 150 especies de plantas que han sido registradas en este lugar y su área de influencia directa.
Vale destacar unas 15 especies de árboles que incluyen especies autóctonas como el curupí, el ceibo, el sauce criollo, el aromito o el algarrobo blanco, significativa especie cuyas semillas llegaron desde el norte del país a través de la cuenca del Salado, y cuyo delta está próximo al parque.
También pueden observarse especies arbustivas que ofrecen refugio a un importante número de especies zoológicas, tales como "sen del campo", "café de la costa", "duraznillo", "palán-palán", "chilcas" y "toratay".
El conjunto que cubre de verde el amplio predio ribereño se completa con una gran cantidad de herbáceas dispersas en casi todos los ambientes del parque. El relevamiento de Hábitat y Desarrollo las individualiza: camalotes, acordeones de agua, pehuajó y redonditas de agua; especies de ambientes transicionales, como el cleome, la rosa del río y los catays; trepadoras como la pasionaria, la campanilla y el huevito de gallo; o pastos tales como la cortadera, la paja de techar, el canutillo de embalsado y las flechillas.
Este tesoro natural y cultural enfrenta el desafío planificado de nuevas etapas que aumenten el valor del conjunto para todos los argentinos, desde salas museográficas que ilustran el nacimiento de la Argentina moderna en Santa Fe, a diseños paisajísticos que contribuyan a exaltar la geografía del sitio que alberga invalorables relictos de naturaleza e historia.
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