"No quiero que lo recuerden así", dice una docente del joven electrocutado en Rosario
Escribió un emotivo texto cuando se enteró que el chico que murió tras intentar robar un cable, había sido Eze, su alumno. Reflexionó sobre la falta de oportunidades y sobre cómo es trabajar en contextos de pobreza.
"El recuerdo que yo tengo de Ezequiel es que sonreía, se le iluminaban los ojos", contó la docente.
La docente Melina Gigli tiene en su perfil de Facebook un graffiti que dice mucho sobre ella: "Desconfía de quien no se conmueve". Este miércoles salió a expresarse por esa red social sobre lo que le sucedió a quien fuera uno de sus estudiantes: Ezequiel Francisco Curaba, el joven de 21 años que murió el martes en Rosario tras sufrir graves quemaduras al intentar robar cables subterráneos de alta tensión en la zona oeste. "No quiero que lo recuerden así", comienza el escrito que se viralizó en las últimas horas.
Gigli contó a El Litoral que primero vio el impactante video donde aparece un joven quemado, irreconocible llevado por la ambulancia; leyó la información que salía en los medios y los comentarios de la gente, muchos de odio. Al otro día, se enteró de que había sido uno de sus estudiantes y que había fallecido como consecuencia de la descarga, luego de una agonía. Y se decidió a escribir lo que sentía.
"No quiero que lo recuerden así. Él era Eze, mi alumno. Nuestro alumno. Él era muy dulce y andaba con un carro. Tuvimos muchas mañanas de mates y risas. Se medía en todo, pero siempre sonreía. Los últimos tiempos han sido difíciles para nuestros pibes, él tiraba de su carro. Andaba cirujeando. Le gustaban los cuentos, pero no leer. Era bueno. Tiraba de su carro", señala la docente, en su texto.
Y sigue: "Leyendo comentarios en notas de diarios, veo que festejan su muerte tan dura y cruel. Él tiraba de su carro. Quizás, la posibilidad de unos pesos más para el morfi... No lo sé. Era tan dulce y siempre sonreía. Yo no quiero que lo recuerden así. Estamos en deuda. Qué crueldad. Él tiraba de su carro, andaba cirujeando. El hambre no espera".
"Era tan dulce, tiraba de su carro. Y el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Cuánto dolor", culmina el escrito.
Gigli es docente desde hace 20 años y hace 6 que trabaja como profesora de Lengua y Literatura en la escuela 569 "Carlos Fuentealba", del barrio Santa Lucía, zona oeste de Rosario, donde además es facilitadora de convivencia. Ezequiel fue su alumno, tenía sobreedad, cirujeaba, como tantos adolescentes en determinados contextos, para poder sobrevivir, por eso la referencia al carro.
Ezequiel Francisco Curaba, el joven de 21 años que murió el martes en Rosario tras sufrir graves quemaduras al intentar robar cables subterráneos de alta tensión.
"Trabajar en estos contextos, en un barrio así, significa básicamente tener un equipo y trabajar de otra manera, no sólo lo pedagógico, también en lo humano, lo social, las miradas, la escucha. Porque los docentes siempre tenemos que tener el oído aguzado. Y conocemos a nuestros pibes; yo me doy cuenta cuando a un alumno mío le está pasando algo. Y en esos barrios tan complejos, tenemos violencias de todo tipo", indicó la educadora.
"Desigualdad que cierra las puertas"
-¿Creés que hay chicos a los que la sociedad les cierra esa puerta?, preguntó El Litoral.
-A mí me parece que es la desigualdad la que cierra la puerta, no es la sociedad. Porque cuando vos tenés una sociedad emparejada con un sistema económico, con un sistema social, con una salud y educación públicas acordes, todos los chicos están adentro de la escuela. Quizás a algunos les cueste o demoren un poquito más con algún aprendizaje, pero lo van a hacer igual. Entonces solo me tengo que preocupar por desarrollar mi clase y lo mismo la profe de Matemática, el profe de Historia, y la profe de Química. Pero cuando uno se tiene que preocupar porque ese pibe llegó a la escuela con una zapatilla rota o porque tiene hambre o porque no tiene un lápiz o porque en su casa no hay gas, ahí está esta cuestión de que la desigualdad cierra puertas, porque ellos van dejando la escuela.
-¿Qué sentís cuando leés comentarios en los que hay gente que pide castigo o dice "uno menos"?
-Cuando leo algunos posteos y esa frase hecha de "uno menos", comprendo el pensar pero no el sentir. Sé que la gente está muy cansada y si vamos a pensar un poco en la literatura, "el hombre es lobo del hombre". Pero también creo que es muy doloroso regocijarse en la muerte de alguien, porque ese otro quizás no tuvo las mismas posibilidades que tuvimos otros. Porque en ese "yo trabajo", está implícito el "vos trabajás porque tenés la suerte de tener el trabajo, tenés la dignidad". Yo siempre digo: qué digno es tener trabajo, ser un padre o una madre con trabajo. No hay acá un enfrentamiento de ladrones contra gente de bien. No. Acá hay una cuestión que debemos solucionar con políticas públicas y los chicos adentro de la escuela. Cuando terminen la secundaria, si pueden harán un estudio terciario o universitario, y si no encontrarán la dignidad en el trabajo.
"El recuerdo que yo tengo de Ezequiel es que sonreía, se le iluminaban los ojos. Era apocado, pero siempre se acercaba a un mate con una sonrisa. En estas escuelas hay pocos alumnos y eso nos acerca mucho a los pibes", remarcó Gigli.
"Es un barrio de muchas familias y a mí me han sumado a esas familias del barrio. Está nuestra escuela y su directora, Valeria Ríos, que le ha dedicado más de 20 años. Cuando alguien ama lo que hace, nos quedamos a trabajar acá, porque amamos el barrio, por más dificultades que tenga… por más que los problemas no se quedan en la puerta de la escuela, sino que la atraviesan", reflexionó la profesora.
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