Los carnavales de 1955 y la detención del maestro Pugliese
En enero de 1955, el músico de tango Osvaldo Pugliese fue detenido y permaneció en la cárcel unos meses. Sin embargo, su orquesta actuó en la provincia durante los carnavales de ese año.
El año 1955 comienza con gran furia para los argentinos. Bajo largas jornadas de agobiante calor, Juan Manuel Fangio se consagra campeón por tercera vez en Fórmula 1, consolidando de esa manera una brillante carrera deportiva. El verano avanzaba en el calendario y se aproximaban las fiestas de carnaval en todo el país.
Largos días feriados para celebrar y asistir a los bailes que los clubes de barrio organizaban con mucho esfuerzo por parte de sus comisiones. El carnaval está ligado a la Cuaresma católica, periodo que comienza el miércoles de ceniza, cuarenta días antes de la Pascua. Pero, una semana antes, sin timideces ni tapujos, transcurren los carnavales en medio de corsos y comparsas.
En enero de 1955, bajo la presidencia de Juan Domingo Perón, Osvaldo Pugliese fue detenido y encarcelado en Villa Devoto. Todavía se recuerdan las pintadas en las calles que decían “El tango está preso. Libertad a Osvaldo Pugliese”. En épocas de fuerte adhesión popular al peronismo, no cabe duda de que también se reclamaba contra la persecución a Pugliese.
Orquesta de la banda Pugliese en los carnavales del club NOB en 1955 sin su director Osvaldo Pugliese.
En 1948, el músico había recibido repetidas irrupciones de la policía en sus actuaciones impidiendo la continuidad del espectáculo. Pugliese era el director de una orquesta que se volvió masiva y popular en aquellos años. En donde el autor compuso temas como La Yumba (1946), Negracha (1948) y Malandraca (1949) trilogía que marca su punto más alto como compositor. A mediados de la década de 1940 la orquesta actúa en actos organizados por el Partido Comunista Argentino.
El historiador Daniel Campione, cuenta y analiza en sus investigaciones sobre la censura y las persecuciones que sufrió Pugliese durante estos años del peronismo. Pugliese se afilió al Partido Comunista en 1935. Ese año el VII Congreso de la Internacional Comunista coloca al fascismo como el enemigo principal y propicia la conjunción de amplios frentes populares para combatirlo junto a sectores democráticos. En palabras del propio Pugliese: “Eran épocas de la guerra civil española. Yo leía las crónicas de esa guerra, de la penetración fascista en España”.
El carnaval en las calles de Santa Fe.
La relación de la orquesta con el peronismo fue traumática, plagada de perturbaciones en sus presentaciones, prohibiciones y detenciones. Beba, la hija de Pugliese, cuenta como en 1951, en un club barrial de Villa Dominico, un comisario había clausurado el baile asegurando que “la orden venia de más arriba”. Por supuesto, algo que nunca sabremos con total certeza. La respuesta no se hizo esperar, la gente del club indignada le dijo a Pugliese: “Usted, Maestro, haga como le parezca, pero para nosotros el baile sigue en pie, con su orquesta en pleno”.
Fue así como en enero de 1955 es detenido e impedido de actuar junto a su orquesta que siguió tocando sin su director. Pugliese, se negó a que su orquesta se presente con un pianista de reemplazo, pero consintió que la formación actuase colocando un clavel rojo sobre el instrumento, marcando su ausencia por inhibiciones políticas.
Una de aquellas míticas actuaciones de la orquesta sin su afamado director ocurrió en Rosario en el club Newell´s Old Boys durante los carnavales de 1955. En la foto de archivo podemos ver, al lado del contrabajista, a los cantores populares Jorge Maciel y Miguel Montero. Ante la ausencia de Pugliese, Luis Mella, glosista de la agrupación decía: “el piano está mudo, el piano está preso”, y performativamente arrojaba un clavel rojo sobre su tapa cerrada, mientras el público enardecía frente a la música de la orquesta. La flor sobre el piano era una denuncia muda, pero por eso mismo más eficaz, del acto autoritario que se cometía.
La batalla cultural en Argentina a mediados del siglo XX
En el año 2010, el historiador Juan Manuel Palacio advertía que hacía más de una década, en el mundo académico presenciamos una historiografía fuertemente revisionista cuyo propósito es desarmar el sentido común vigente sobre los primeros gobiernos de Perón, reinterpretando las supuestas novedades que trajo y subrayando las profundas continuidades con el pasado.
En esta misma senda, la investigadora Flavia Fiorucci analiza la relación entre intelectuales y el primer peronismo entre los años 1945-1955. La autora reconstruye parte de los debates y las prácticas que caracterizaron el mundo cultural del período. Durante estos años el gobierno argentino extendió su esfera de acción hacia ámbitos que conciernen a la vida intelectual tanto en su dimensión simbólica como material. Sin embargo, en esa clave, Argentina no fue la excepción.
El público rosarino aplaude la orquesta de los Pugliese en los carnavales de Newell's Old Boys 1955.
La propuesta de legislar sobre la cultura coincidió con un clima de época. Entre 1935 y 1943 funcionó en Estados Unidos el primer programa federal de financiamiento de las artes, también en Inglaterra se otorgó en 1946 estatus legal al Consejo para el Fomento de la Música y las Artes, cuerpo colegiado ideado por Lord Keynes.
En esa dirección, Fiorucci se pregunta: ¿cuáles fueron las políticas culturales que desde estas instancias se implantaron? Y sobre todo ¿cómo conciliar libertad de creación y apoyo estatal?
La puesta en marcha en materia de gestión cultural por parte del peronismo fue la creación de la Subsecretaría de Cultura en febrero de 1948. La aparición de esta secretaría implicaba la separación de la administración de justicia y educación. Por aquellos años, las luchas y los debates que se dieron alrededor de una serie de instituciones que fueron fundadas con la intención de adjudicarse cierta definición de la política cultural a nivel nacional, como también delimitar las relaciones entre el Estado y el campo cultural, tuvieron un recibimiento masivo por parte de los consumidores de cultura, para quienes los esfuerzos estatales estaban dirigidos.
Esto último nos recuerda aquella pionera afirmación de Beatriz Sarlo en su libro “La batalla de las ideas”. Allí, la autora explica que para puntualizar una re-definición entre cultura popular y cultura nacional hay que apoyarse en el análisis concreto de la historia argentina, es decir, de la forma que adoptó en nuestro país el conflicto social. Cuya producción cultural muchas veces es contradictoria, compleja y en gran parte perdida, y que puede ser explorada en fenómenos diversos que van desde el proteccionismo cultural a la producción de los intelectuales marginados o insertos en la industria cultural, y en tantos otros fenómenos, en los cuales se fue y se va articulando una respuesta ante la cultura dominante directa o indirectamente unida a las luchas populares.
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