A inicios de la década del cuarenta, la ciudad de Santa Fe experimentó un notable crecimiento.
En la década del cuarenta, la ciudad capital era atravesada no sólo por grandes arterias urbanas con dirección al norte, sino también por sus legendarias líneas de transporte público.
A inicios de la década del cuarenta, la ciudad de Santa Fe experimentó un notable crecimiento.
El aumento constante de la población (los registros de la Dirección General de Estadísticas Provincial marcan una tendencia exponencial en el trienio 1910-1940), nuevas industrias, intensa actividad comercial, la construcción de obras públicas de gran importancia y la expansión misma de la ciudad por la obra edilicia y el mejoramiento de los barrios suburbanos.
Todos estos indicadores muestran el desarrollo que atravesó la capital provincial en las primeras décadas del siglo XX.
Estos factores de crecimiento y desarrollo, han recibido el aporte ponderable de un medio de transporte rápido y eficaz: los colectivos. Para 1940, hacía casi diez años que circulaban por las calles de la ciudad, contribuyendo al surgimiento de nuevos barrios densamente poblados.
A principios de la década del '40 circulaban por toda la ciudad 75 colectivos pertenecientes a cuatro empresas. Sin embargo, por aquellos años la renovación permanente de las unidades se encontraba paralizada por el conflicto bélico mundial, sobre todo en lo concerniente al racionamiento de combustibles.
Las unidades tenían una capacidad de veinte pasajeros y el costo de pasaje era de siete centavos. Año a año se notaba el aumento constante de pasajeros.
En 1934, estas cuatro líneas cortaron casi 8 millones de boletos, para 1943 la cantidad de pasajeros era de 15 millones en todo el año. De acuerdo a la ordenanza municipal vigente por aquellos tiempos, el seis por ciento de su entrada bruta era el impuesto pagado por las empresas.
Un pasaje económico, un alto gravamen municipal y una particular situación económica mundial de racionamiento de combustible y repuestos (sobre todo de neumáticos) marcó a fuego los primeros años de este novedoso sistema de transporte.
Según una crónica del diario El Litoral de 1941, “el sistema de transporte de ómnibus de la ciudad ha crecido considerablemente y su boleto es uno de los más baratos del país, sin embargo las unidades están en una situación deplorable en materia de seguridad, muchas de ellas en diez años no han sido reemplazadas (...)".
"Sucede que se aglomeran una cantidad de pasajeros muy grande en desproporción a la cantidad de unidades que las empresas ofrecen diariamente”, agregaba la nota del vespertino santafesino.
Circulando de un extremo a otro de la ciudad, las 75 unidades que integran las cuatro líneas, permanentemente frecuentan los diferentes establecimientos comerciales, industriales, educacionales, estaciones de ferrocarril, puerto y dependencias del Estado provincial y nacional, es decir, todos los lugares de trabajo.
Las empresas que explotan este servicio de transporte eran: “Villa Guadalupe, línea D”; “Empresa La Unión, línea G”; “Empresa San Martín, línea S” y “Empresa 9 de Julio, línea R”.
La empresa Villa Guadalupe, comenzó a funcionar en 1934 con 16 unidades. Partía del balneario de Guadalupe, en calle Javier de la Rosa, siguiendo por calle General Paz hasta bulevar Gálvez y luego se dirigía hasta el Hospital Italiano detrás de avenida Freyre.
La empresa La Unión, se inició con cinco unidades en 1932 y partía desde avenida Aristóbulo del Valle y Pedro Ferre hasta calle 25 de Mayo en dirección a 3 de Febrero y luego Zavalla, Moreno y Av. Freyre. Retomando por 25 de Mayo su calle de origen.
La empresa San Martín, tenía por aquellos años 15 colectivos. Sin embargo, los comienzos de esta línea fueron verdaderamente heroicos, pues entró a servir a un barrio de la ciudad que por aquellos años estaba sin pavimentar. Aquel barrio era Barranquitas, que con el correr de los años tuvo su reluciente arteria principal: la avenida López y Planes.
En tanto, la empresa 9 de Julio contaba con una constancia empresarial desde temprano en los años treinta. La calle principal que vio rodar a estos coches fue Facundo Zuviría, llegando a bulevar Gálvez y luego la estación del Ferrocarril Francés (hoy estación de ómnibus) hasta Avenida Alem, volviendo por las calles San Luis e Iturraspe.
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