Hay elementos físicos que le ganaron al tiempo y éstos son los adoquines, pese a que en muchos sectores de la ciudad los taparon con cemento asfáltico, como si avergonzaran a la modernidad. Esos bloques labrados de forma rectangular que se utilizaron para urbanizar son eternos como el agua y el aire, al decir de Borges. Y constituyen además el palmario recordatorio de la evolución de las urbes.
El Litoral ya ha contado cuándo y cómo se colocaron los primeros adoquines en la ciudad de Santa Fe. El periodista e historiador -y además, si se permite la licencia, un gran amigo-, Mariano Rinaldi, narró en un artículo periodístico que en 1886, durante la intendencia de Mariano Comas, “comenzó a pensarse la necesidad de pavimentar las calles de la ciudad”.
Esto era imperioso “por el flujo de visitantes y transeúntes que era cada vez mayor intenso debido al servicio público de las líneas férreas de Santa Fe a Esperanza, Pilar, Gálvez y Colastiné”, explica Rinaldi, y agrega: “El 15 de marzo de 1887, Mariano Comas colocó en la esquina de calle 23 de diciembre (hoy Gral. López) y Comercio (hoy San Martín) el primer adoquín, que fue fundamento al pavimento de granito”.
Más allá de estos valiosos datos históricos, es curioso adentrarse en cómo fueron las regulaciones normativas (ordenanzas que otorgaron concesiones a privados y los requisitos que éstos debían respetar) para adoquinar las calles de la ciudad. Todo esto consta en el digesto histórico de 1901 (compendio de normas y resoluciones administrativas), en los inicios del siglo XX.
Contratos
En 1886, la Municipalidad de aquel entonces firma uno de los primeros contratos de adoquinado con Juan Terrosa, Floriano Zapata y Don Luis Leguizamón, empresarios y vecinos de la ciudad, quienes tendrían la misión de adoquinar 40 cuadras, conforme las disposiciones del gobierno provincial.
Antes de empezar los trabajos la Municipalidad daría a conocer al público el costo de cada metro de empedrado, y las formas de pago. “Los propietarios de fincas en cuyas calles se efectuara el empedrado quedaban obligados a pagar el precio de los metros cuadrados que abracen el frente de los edificios de sus propiedades, aunque no estén edificados”, dice aquella ordenanza. Algo así como el actual sistema de contribución por mejoras.
Pero además, los propietarios en cuyo frente se practique alguna rebaja de la calle con arreglo a los planos de nivelación, estaban obligados a construir por su cuenta en la vereda -al costado del empedrado- una pared de ladrillo en cal, para evitar derrumbes. Todos, todos eran responsables de los adoquines.
La empresa del Tranway (tranvías) tampoco se salvaba: debía pagar los metros comprendidos en la mitad de la vía a razón de siete pesos moneda nacional Eso sí: al costo del empedrado en las plazas públicas, establecimientos “piadosos” (iglesias) al frente de las propiedades fiscales -como también los cuadrados de las boca calles-, lo abonaría el Estado Municipal.
Materiales
El adoquinado debía ser de granito de primera calidad, a juicio de una Comisión ad hoc nombrada por la Municipalidad. Y el precio del adoquinado sería de siete pesos en billetes por metro cuadrado. Asimismo, la nivelación, relleno y desmonte de las calles serán hechos por cuenta de los empresarios hasta 25 centímetros, y el excedente por cuenta de la Municipalidad.
El gobierno local autorizaba a los tres empresarios del adoquinado para que una vez terminado el pavimento de cada cuadra, hagan directamente el cobro de lo que a cada propietario correspondiera. Y terminado que sea el trabajo de una cuadra, los empresarios lo pondrían en conocimiento de la Intendencia.
En calle 9 de julio casi Hipólito Irigoyen, el asfalto tapó el adoquinado. Al romperse aquel, éste vuelve a mostrar que es eterno. Crédito: Archivo El Litoral / Mauricio Garín
Aquí intervenía un Ingeniero Municipal para supervisar cada parte de las obras ejecutadas. Entonces, ni a tontas ni a locas: como se ve, hace más de un siglo las normas que regulaba la organización social eran muy precisas y no dejaban nada librado al azar ni a la improvisación.
El cordón de la vereda sería de piedra de granito, igual en sus dimensiones al que ya estaba construido en la Plaza 25 de Mayo, en todo el radio en que se construya el adoquinado. Éste sería colocado por los propietarios dentro del término que la Municipalidad fijara.
La colocación
La base del adoquinado, antes de colocar los adoquines, era preparada según la curvatura del tipo con una camada de arena de 15 centímetros de espesura mínima, que sería primero bien mojada y regada con agua, después apisonada con un pisón de madera de 25 kilos de peso y regularizado de acuerdo con la forma definitiva a cinco centímetros arriba de la base del adoquinado.
Luego, sobre la base de arena apisonada se colocarían los adoquines en hileras paralelas y con los puntos bien cruzados y tomados con arena, “rellenando bien sus intersticios y batiéndose fuertemente al colocarlos, con mazas de 25 kilos, manejadas por dos obreros”, dictaminaba la ordenanza.
Una vez colocados los adoquines, sería llamado el Ingeniero de la Municipalidad para examinar y dar su veredicto final sobre el trabajo. Después de su examen, el adoquinado sería cubierto con una capa de arena de tres centímetros de espesura, bien mojada para “hacerla penetrar en los intersticios de los adoquines”. Una labor casi ingenieril.
Con el inicio del siglo XX, el adoquinado se expandió por las calles de la ciudad, puesto que era una parte central de un plan de urbanización que ya había sido definido en 1901. Esta será la segunda parte de la historia.
“Hace tiempo / por tus calles de adoquines / desfilaron con asombro / desarraigos y pobrezas / y nacieron cerca de ti / conventillos de cien piezas / donde supo andar el tano / cuya sangre llevo yo”, dice la letra de un viejo tango. Los adoquines son fieles y silenciosos testigos de una época que ya no existe.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.
Dejanos tu comentario
Los comentarios realizados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de las sanciones legales que correspondan. Evitar comentarios ofensivos o que no respondan al tema abordado en la información.