Revisando el archivo del diario El Litoral, se puede observar cómo se repiten aquellas crónicas sobre lluvias y tormentas que ocurrieron durante 1940 en la ciudad de Santa Fe. Estos acontecimientos climáticos captaron la atención, teniendo en cuenta que cuatro años después la capital provincial iba a ser testigo de una bajante histórica del río Paraná, cuyo récord aún persiste: 1,03 metros por debajo del cero.
Sin embargo, previo a ese estiaje y la prolongada sequía, la década del cuarenta comenzó pasada por agua.
El titular de El Litoral para dar cuenta del fenómeno.
Aquellas palabras, gestadas en la mítica redacción de El Litoral situada en calle San Martín, decían: “Inminente cambio brusco en la atmósfera, tan caluroso, enervante y húmedo como los últimos días”; “una calma rasgada permanentemente por relámpagos”; “volvió a llover torrencialmente formando nuevamente cortinas de agua”; “lamentablemente estamos acostumbrados a que se inunden las calles”.
Durante ese año, muchas calles sin pavimento habían quedado intransitables. El parque Garay se encontraba anegado, especialmente Santiago del Estero que conducía al lago principal y su fuente artística. El reciente Parque Sur, inaugurado ese mismo año, sufrió violentos episodios de ráfagas de viento sobre sus recientes calzadas y canteros.
Avenida Freyre y Catamarca, ya se inundaba en los '40.
Las actividades industriales y comerciales se vieron parcialmente paralizadas. Los trabajadores que diariamente utilizaban los servicios de tranvías y ómnibus para desplazarse de un punto a otro debían buscar una alternativa para llegar a tiempo a su lugar de trabajo. Los medios de transporte transitaban en forma irregular, a causa de las grandes lagunas que se formaban en las calles. Y los transportes de pasajeros con las ciudades vecinas se vieron interrumpidos durante varios días.
La sociedad vecinal del barrio Fomento 9 de Julio, pidió a la municipalidad que solucionara urgentemente la falta de desagües y el desnivel de la avenida Facundo Zuviría. La escena descrita por el cronista traslada una idea de aquella dramática situación: “De esta arteria a la avenida Aristóbulo del Valle, los vecinos, hoy no han podido salir de sus casas y los que lo han hecho ha sido con el agua hasta las rodillas.”
La zona de Moreno y Francia, en 1940 anegada por la lluvia.
Cabe mencionar que las obras de saneamiento para las nuevas trazas urbanas, llegaron unos años más tarde y como consecuencia de estos desarrollos inmobiliarios. El incremento de superficies impermeables promovía bruscos escurrimientos hacia zonas un poco más bajas, lo cual anegaba terrenos vecinos.
1940 fue definitivamente un período lluvioso. En enero habían llovido más de 160 milímetros, en abril 125 milímetros, siendo regulares las lluvias en los restantes meses. Hasta septiembre se registraron 1000 milímetros en la ciudad y en los meses posteriores se sumaron 200 milímetros. Aunque el año más lluvioso, hasta ese momento, había sido 1914 con 1838 milímetros, de los cuales, insólitamente, habían caído 700 milímetros en el mes de abril.
Antigua publicidad sobre goteras y filtraciones publicada por El Litoral.
Ciudad en crecimiento
Sin embargo, lo diferente entre un año y otro, lo representa una ciudad atravesada por una marcada transformación urbana ocurrida durante el periodo de entreguerras. La década del cuarenta será la continuación y la profundización de aquel crecimiento urbano que comenzó dos décadas antes.
De esta manera, la clave distintiva, promediando el siglo XX, no será sólo meteorológica, con sus ciclos lluviosos y sus tremendas sequías, sino más bien la experiencia coyuntural de una nueva etapa para la sociedad argentina, y en clave local para la ciudad de Santa Fe.
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