El año 1949 sello la identidad cultural de la ciudad capital. Durante el mes de septiembre, Agustín Zapata Gollan da cuenta de los hallazgos realizados en las excavaciones que se hicieron en la localidad vecina de Cayastá. El historiador acababa de descubrir las ruinas de la originaria Santa Fe. Su primer asentamiento fue a orillas del río San Javier.
Por otro lado, en enero de 1949, bajo el primer gobierno peronista, comienza a sesionar en Buenos Aires la Convención Constituyente que trabaja en la reforma de la Constitución Nacional, que será sancionada en marzo de ese mismo año. Las modificaciones se encuadran dentro de la corriente del constitucionalismo social: derechos laborales, igualdad jurídica entre el hombre y la mujer, derechos de la familia, la niñez y la ancianidad.
El afiche que publicitaba la visita del joven Piazzolla en 1949.
Volviendo a la capital santafesina, durante el verano de 1949, a través de un anuncio destacado aparecido en el diario El Litoral, se anunciaba la presentación del joven músico Astor Piazzolla en las instalaciones del Club Atlético Unión. O mejor dicho, en su “pista de baile”.
Actuarán junto a Piazzolla, Fontan Luna, Feliz Almagro y la cantante española Ana María de los Reyes. Un “proto” Astor Piazzolla, que estaba a punto de experimentar un giro copernicano en su carrera musical y en su propia vida personal.
Sin embargo, en aquel verano de 1949, Piazzolla no pudo dar su espectáculo en Santa Fe. Era un evento popular que prometía ser un acontecimiento en la ciudad por la gran cantidad de entradas vendidas. El artista enfermó y los santafesinos se quedaron con el trago amargo de su ausencia. La suspensión de la presentación de Piazzolla en el Club Unión privó a la historia cultural de la ciudad de Santa Fe de contar con un hecho artístico clave en la obra del más grande compositor de música popular argentino de todos los tiempos.
Recién en 1963, la ciudad tuvo su revancha y los santafesinos pudieron deleitarse en vivo con su música extraordinaria en el Paraninfo de la Universidad Nacional del Litoral. A comienzos de la década del sesenta, el mundo había cambiado y el mismo Piazzolla también. Ese año el referente del nuevo tango actuó junto a su quinteto, conjunto con el que revolucionará la música para siempre.
Comunicado del Club Unión ante la ausencia de Piazzolla en el verano de 1949.
La bisagra
Piazzolla iba a tocar en esta ciudad con su famosa "Orquesta del '46": "La orquesta seguía tocando (...), a pesar de la presión peronista. A mediados de 1949, Astor la disolvió", dice la antropóloga María Susana Azzi, autora de la biografía "Astor Piazzolla" (Editorial Ateneo, 2018).
Era un momento bisagra para la obra del bandoneonista. Un año antes había grabado con su orquesta un vals “convenientemente político”, patriótico, que se llamó "República Argentina". Era un gesto "apropiado" para que el gobierno de Juan D. Perón lo dejara trabajar en las funciones que auspiciaba el gobierno nacional, explica Azzi. Esa condescendencia no alcanzó.
Por otro lado, Piazzolla ya tenía un nombre, pues había sido arreglador y bandoneonista de la Orquesta Típica de Aníbal Troilo. Si bien se había ganado una buena reputación en el público en general, era sistemático el rechazo de la logia más tradicional y conservadora del tango, que aún tenía exponentes de la generación dorada del '20, no ya sólo del ‘40.
Frustrado, Astor decide guardar para siempre su bandoneón. El instrumento había quedado “arrinconado en un ropero, envuelto en una funda de gamuza y protegido por naftalina", relata María Susana Azzi. Si bien Piazzolla toma la determinación de despuntar su viejo anhelo de ser un compositor de música clásica (ya había estudiado con Alberto Ginastera), compuso algunas piezas de tango gloriosas, como "Prepárense", "Lo que vendrá" y "triunfal".
Astor Piazzolla en 1963 tocando en un colmado Paraninfo de la UNL, reflejado por El Litoral.
"La Boulanger" y el cambio radical
"En 1954, Piazzolla recibe una beca otorgada por el Gobierno francés (Conservatorio de París) derivada del concurso 'Fabien Sevitsky'. La beca le sirve para viajar a París, aunque no hace uso de la totalidad de la beca y elige estudiar con Nadia Boulanger", documenta Carlos Kuri en su monumental obra "Archivo Piazzolla" (UNR Editora, 2021).
La gran maestra de los mejores músicos del mundo se entrevista con Astor, quien le muestra las partituras de las composiciones de música clásica (estaba muy influenciado por Johann Sebastian Bach, Ígor Stravinsky y Béla Bartók). Boulanger le dice: "Está muy bien, muy bien; pero aquí no encuentro a Piazzolla".
A Astor no le quedó otra que sacar su bandoneón y tocar. Tocó "Triunfal". En el octavo compás, Boulanger, con gesto de grata sorpresa, lo interrumpe: "Lo tomó de las manos y le dijo con firmeza: 'No abandone jamás esto. Esta es su música. Aquí está Piazzolla'", documenta Azzi.
El bandoneonista es una figura clave en la historia de la música argentina.
Astor volverá a la Argentina un año después, en 1955. La Revolución Libertadora estará en el poder. Con su valija llena de las enseñanzas de Boulanger, compondrá algunas obras con músicos parisinos. Pero ese mismo año, formará el "Octeto Buenos Aires". El disco de estudio "Tango progresivo" y constituirá el primer mojón en la gran revolución piazzolleana dentro de la música popular argentina y continental.
La vieja guardia tanguera no parará de atacarlo: "Eso no es tango", será el argumento. A Piazzolla y sus músicos se les ocurriría algo: necesitaban la bendición de una voz autorizada para determinar si la música del octeto -con arreglos de vanguardia, con su complejidad contrapuntística, con las influencias del jazz y de la música clásica- terminaba siendo tango o no.
Cuenta el mito fundacional que esa autoridad debía ser él quizás primer evolucionista del tango, don Osvaldo Pugliese (aquí puede citarse también, entre los primeros evolucionistas, al violinista y compositor Alfredo Gobbi, y a Eduardo Rovira, además de Piazzolla).
Al maestro lo invitaron a un ensayo, el octeto tocó algunas piezas, don Osvaldo se levantó y dio su sentencia: "Señores, absolutamente esto es tango". El “gran oráculo" había hablado.
En conclusión, el frustrado desembarco de Astor Piazzolla y su orquesta del ‘46 privó a la ciudad de Santa Fe de escuchar y disfrutar de una fase “protopiazzollana” de la monumental obra del bandoneonista, cuyo inicio daría el primer paso firme cinco o seis años después, con el octeto. Más tarde vendría el primer quinteto y la segunda revolución artística del músico marplatense. Pero esa es otra historia.
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