Cómo fue la cobertura de El Litoral sobre el hundimiento del submarino USS Squalus
A raíz del reciente hundimiento del sumergible Titan, recuperamos una crónica periodística internacional sobre la tragedia que protagonizó el submarino USS Squalus, a finales de la década del ‘30, en la costa este de Estados Unidos.
Una imagen que recorrió el mundo a finales de la década del '30.
En 1939, sobre la costa de New Hampshire, el USS Squalus realizaba una inmersión de prueba cuando una falla en una válvula provocó la inundación de una parte del submarino. El Squalus tocó fondo a más de 70 metros de profundidad frente a la Isla de Shoals.
Era uno de los once submarinos más desarrollados y modernos de la Armada de los Estados Unidos. Tenía 310 pies de eslora y 27 pies de manga, se había mejorado la velocidad tanto en superficie como sumergido, permitiendo de esta manera operar de mejor manera con las unidades de superficie. Tenía siete compartimentos estancos, más la torrecilla y contaba con mejores comodidades tales como baños empotrados, aire acondicionado y frigorífico.
Las informaciones que llegaban desde EE.UU.
En marzo de ese año, zarpó con 59 personas a bordo, 5 oficiales, 51 tripulantes y 3 inspectores civiles del astillero. La prueba consistía en efectuar una sumergida de emergencia para verificar las capacidades y evitar un ataque aéreo. Tenemos que pensar en el contexto histórico del hundimiento. El inminente estallido de la segunda guerra mundial en Europa y, dos años después, EE. UU. ingresa al conflicto internacional luego del bombardeo de Pearl Harbor conviertiendose en una de las potencias aliadas vencedoras.
A las 08:35 horas, de acuerdo al bitácora, el Comandante ordenó a la tripulación preparar el submarino para la sumergida y poco después inició el procedimiento. El Squalus empezó a descender y el Segundo Comandante dio orden de recuperarla (volver a posición horizontal) y mantenerse a profundidad de periscopio. Tan pronto empezaba a nivelarse, pudo escucharse un grito de alarma por el interfono: “¡Inundación en la Sala de Máquinas!”.
El submarino hundido.
Rápidamente, la tripulación cerró los compartimientos estancos para evitar que la inundación se propague. Con el submarino ya en el fondo, el siguiente problema fue detener el agua y aceite pulverizado, para lo cual se ordenó rápidamente cerrar todas las válvulas. Un cortocircuito provocó un incendio, las luces se apagaron y todos los interruptores fueron desactivados para impedir que las llamas se propagaran a los otros departamentos. Sólo la luz de linternas de la tripulación rompía la oscuridad del océano.
La boya telefónica unida al Squalus, fue lanzada a la superficie, varias bengalas fueron lanzadas cada cierto tiempo. La mayoría de los sobrevivientes se encontraban mojados y el frío comenzó hacerse más intenso. El aire comienza a estar bastante enrarecido y los sobrevivientes comenzaron a sentirse agotados y somnolientos. A pesar de que sabían que dos naves en superficie preparaban el rescate, el tiempo que permanecieron en el fondo debe haber sido terrible.
El titular del vespertino santafesino.
Por primera vez
Cincuenta mujeres de caras angustiadas pasaron la noche en vela, en una casita frente al mar. Esposas de oficiales y marineros hundidos en el submarino. Las operaciones de rescate comenzaron al día siguiente.
Por primera vez, la Marina utilizó la cámara de rescate McCann -una cámara de acero en forma de pera- que se bajó al submarino y transportó con éxito a la superficie a los tripulantes supervivientes. En las 13 horas siguientes se rescató a 33 tripulantes supervivientes. Otros 26 se ahogaron en el accidente inicial.
La cámara de acero.
La esposa del comandante del Squalus, declaraba a la prensa: “Sé que mi marido está completamente bien, y mañana estará a mi lado junto a nuestros dos hijos. No tengo más nada para decir, no quiero satisfacer la curiosidad mórbida del público”.
Recordó el teniente Doyle, uno de los supervivientes. “Durante la emergencia y todo el tiempo que estuvimos en el fondo, todos los tripulantes mostraron frialdad y precisión en el desempeño de las tareas de sus puestos”. Las órdenes del oficial al mando se cumplieron con prontitud y eficacia. A pesar de las bajas temperaturas y el hacinamiento, no hubo quejas. Esgrimio Doyle: “Nunca habrá un grupo de hombres de mejor calidad y espíritu que los del Squalus”.
Parte de la cobertura que dio El Litoral.
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