El regreso a las aulas implica también la vuelta a las mochilas sobrecargadas. Un tema que preocupa a la mayoría de los padres.
Buenos hábitos, organización y deporte, algunas recomendaciones para contrarretar el efecto de llevar demasiados útiles a la escuela.
El regreso a las aulas implica también la vuelta a las mochilas sobrecargadas. Un tema que preocupa a la mayoría de los padres.
Para tener una espalda sana es fundamental adquirir hábitos saludables desde la infancia, como practicar ejercicio de manera regular y evitar el reposo en cama cuando se sufre dolor. Pero hay más medidas para evitar que la vuelta al cole y sus mochilas repercuta negativamente en la espalda de nuestros hijos.
El dolor de espalda es excepcional antes de los 6 años, pero su frecuencia aumenta a partir de los 10 años y a los 15 años es similar a la de los adultos. Antes de cumplirlos, el 51% de los chicos y el 69% de las chicas ya han sufrido molestias.
De ahí que la edad óptima para implantar los hábitos preventivos sea entre los seis y los diez años:
El primer aspecto esencial es interiorizar que, en caso de dolor de espalda, es un error guardar reposo en cama y que conviene mantener el mayor grado de actividad que el dolor permita.
El segundo es realizar actividad física, ejercicio o deporte de manera habitual. Según el experto:
"Si el niño se pasa el día sentado, su musculatura perderá fuerza y aumentará el riesgo de sufrir dolores de espalda".
Y el tercero, aprender cómo llevar la mochila y evitar sobrecarga de peso (la mochila no debe exceder el 10% del peso del niño).
Además, adquirir buenos hábitos en la infancia hace mucho más fácil mantenerlo durante la vida adulta, cuando resulta igualmente importante.
Reducir al máximo su contenido. Habitualmente las mochilas escolares llegan al 30% del peso del niño cuando no deberían superar el 10%.
Lo más adecuado para transportar mucho peso (como pueden ser los libros) es usar una mochila con ruedas. Pero como esto no siempre es posible, la solución pasa por llevar una carga simétrica entre los dos brazos y lo más cerca posible del cuerpo, porque cuanto más descompensado esté el peso, más tiene que trabajar la musculatura de un lado y más se daña la espalda.
De ahí, la importancia de llevar los dos tirantes correctamente puestos, con la mochila pegada a la espalda. Mejor situarla relativamente baja (entre las caderas).
A la hora de distribuirla, conviene colocar primero los objetos pesados y situarlos en la parte de la mochila más cercana a la espalda.
Para levantarla es una buena idea ponerla sobre una mesa y desde allí, sin agacharse, colocársela a la espalda.
El ejercicio físico contribuye a que la columna vertebral adquiera su forma definitiva, y ejerce una influencia beneficiosa sobre la salud general a lo largo de toda la vida, tanto mediante mecanismos específicos (como el desarrollo de la potencia, resistencia y coordinación de la musculatura, que protege las estructuras de la columna vertebral) como inespecíficos (mejora del riego sanguíneo, aumento de la confianza en la capacidad física, etc.).
Por eso, más importante que el tipo concreto de ejercicio o deporte (natación, baloncesto, atletismo, fútbol, yudo...), es hacerlo de manera habitual y mantenerlo en el tiempo. Para decidir qué deporte concreto hacer, conviene tener en cuenta las preferencias personales y asegurar que su práctica sea divertida y motivadora.
Otra cosa es la práctica de un deporte a nivel nivel competitivo. Conviene comenzar las sesiones de entrenamiento calentando la musculatura y terminar estirándola.
Y es que un ejercicio intenso, casi profesional, se asocia a un mayor riesgo de padecer dolor de espalda, al ser mayor el riesgo de lesiones y la probabilidad de inducir desequilibrios musculares. Por eso, si el niño lo practica a ese nivel, debe seguir estrictamente los consejos de los entrenadores y médicos deportivos.
Posturas forzadas. En las fases en las que el crecimiento es más rápido, hay grandes variaciones de estatura entre los alumnos de una misma edad, por lo que lo óptimo sería que el mobiliario escolar tuviera una altura adaptable para no obligarles a mantener posturas forzadas de manera prolongada. Es importante adoptar una buena postura al sentarse.
En caso de que la espalda duela, se debe evitar el reposo en cama o acortarlo tanto como sea posible, pues mantenerlo durante 48 horas ya conlleva pérdida de tono y coordinación muscular, y facilita que el dolor se prolongue y reaparezca más adelante. A la inversa, mantener durante el episodio doloroso el mayor grado de actividad física que el dolor permita, haciendo todas aquellas actividades físicas que no lo desencadenen o incrementen, acorta la duración del dolor y reduce el riesgo de que repita.
*Son algunas de las conclusiones de la deciomosexta Campaña de Prevención de las Dolencias de la Espalda entre los escolares españoles, puesta en marcha por la Organización Médica Colegial (OMC) y la Red Española de Investigadores en Dolencias de la Espalda (REIDE).
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