A pesar de sus 72 años, la princesa y hermana del rey -y posiblemente su mejor amiga- fue la única de la familia real británica en llegar a la coronación en Westminster a caballo y a la cabeza de los 6.000 miembros de las fuerzas armadas.
La princesa Ana llega a la Abadía de Westminster para la coronación de su hermano.
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A la princesa Ana se la extrañó este domingo en el concierto de coronación de Carlos III que ha reunido a buena parte de la familia real británica, incluidos sus hijos, Zara Tindall y Peter Phillips, con sus respectivas parejas. Pero la hermana de Carlos III ha apoyado al rey a lo largo del fin de semana.
El domingo asistió junto a su marido, el vicealmirante Timothy Laurence a una de las fiestas organizadas como parte del Gran Almuerzo de la coronación en Swindon, entre Londres y Bristol.
Con un pantalón azul marino, camisa de rayas y chaqueta cruda de tweed, la royal más trabajadora de la familia real británica, salió a la calle como muestra de su alegría por la llegada oficial de su hermano al trono del Reino Unido y símbolo de apoyo al monarca.
Aunque quizá fue el sábado, en la coronación, donde pudo apreciarse el apoyo que Ana quiere ser para Carlos III. Desempeñó un destacado papel como Gold Stick, una especie de oficial de protección personal, de guardaespaldas, de protectora del rey. Por eso, lució uniforme y tras la coronación siguió la procesión desde la Abadía de Westminster al Palacio de Buckingham, con Carlos III y Camilla en la carroza dorada, montada a caballo. Fue, de hecho, la única de la familia en ir a lomos de un caballo dirigiendo a 6.000 miembros de las fuerzas armadas.
Unos días antes de la coronación, concedió una entrevista a CBC News en la que explicaba el porqué de lucir uniforme de coronel de los Blues and Royals de la Guardia Real de Caballería Household Cavalry bajo la capa de la Orden del Cardo de terciopelo verde con forro de tafetán blanco. Le propusieron la distinción de ejercer de Gold Stick —al parecer habría sido una petición del propio Carlos III—, una tradición que se remontaría al siglo XV en la que el rey colocaría tras él dos varas, una de oro y otra de plata, que le protegieran de cualquier peligro, y no dudó en dar una respuesta afirmativa.
Un papel que, por otra parte, resolvía un problema importante: cualquier duda sobre qué estilismo lucir para la coronación.
Harry asistió a la ceremonia pero no tuvo lugar junto a la familia real.
La gran pluma roja de su sombrero, por cierto, quitó alguna visibilidad a su sobrino, el príncipe Harry, quinto en la línea de sucesión al trono por detrás de Guillermo y sus hijos, sentado en un banco de la tercera fila detrás de la princesa Ana.
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