Invertir aquí para superar la pobreza
Luis Felipe Agramunt. Profesor de negocios internacionales de la UNL.
Santa Fe enfrenta un desafío de vieja data: superar su pobreza. Este mandato es la evolución lógica de un proceso social democratizador que una vez que alcanzó las libertades básicas perdidas durante la dictadura ahora privilegia un avance económico y una mejor distribución de la riqueza.
Los indicadores de desarrollo social, de desocupación y la muy regresiva distribución del ingreso, son signos claros de que Santa Fe necesita “enriquecerse”. Esta riqueza se construye sólidamente sólo desde la inversión productiva. El Estado además de planificar la infraestructura básica, debe guiar y estimular el ahorro privado hacia inversiones locales.
La evidencia marca que más allá del esfuerzo de muchos santafesinos, el ahorro de la ciudad, es decir la parte del ingreso que no consumen quienes más tienen, no se vuelva mayoritariamente en la propia ciudad y por lo tanto los que menos tienen no reciben este “derrame”. Estos ahorros suelen invertirse en bonos de deuda pública, en acciones de empresas que no son santafesinas, plazos fijos que luego los bancos vuelcan en otros destinos y muchas veces hasta emigran a otros países buscando seguridad para terminar siendo perdidos por los efectos de crisis mundiales.
Para superar la pobreza se requerirá que en la próxima década el esfuerzo público sea acompañado del ahorro local invertido en la ciudad y no sólo en edificios nuevos. El tímido esfuerzo actual debe ser una convicción en los próximos años: debemos convencernos que Santa Fe es un lugar donde vale la pena invertir. Y vale la pena porque es nuestro lugar y porque actuando conjuntamente sector público y sector privado podremos lograr educación, salud y bienestar general para todos. Será entonces una ciudad “rica”, digna para todos y mejor para cada uno. El año 2020 no está lejos, ni la meta tampoco si tenemos estas convicciones
De pueblo grande a metrópolis
Julio de Zan. Filósofo
Mi respuesta tiene tres aspectos: 1) político, 2) económico y 3) cultural.
1) Hay estudios demográficos internacionales que pronostican para el siglo XXI un progresivo desplazamiento poblacional en el mundo hacia las grandes ciudades. Como en la época del Imperio Romano, serán las grandes ciudades y no los Estados territoriales los ejes del desarrollo humano, social, económico y cultural. Esto traerá el estancamiento, o el encogimiento de los pueblos del hinterland. Santa Fe se enfrentará en las próximas décadas al desafío de quedar como un pueblo grande, con mucha pobreza y desocupación, o ingresar en el proceso de transformación en una metrópolis. Se estima que el piso para ingresar en esta nueva dinámica de crecimiento urbano acelerado es del orden del millón de habitantes. Ese piso es alcanzable, mediante la integración con Paraná y el conurbano de ambas ciudades. El planeamiento concertado de ambos núcleos urbanos como una sola gran ciudad abriría otros horizontes para pensar en un aeropuerto internacional en la isla, un gran puerto común de ultramar, la atracción de inversiones industriales, etc. El primer paso podría ser la creación de un Consejo Metropolitano para iniciar el trabajo colectivo de pensarnos como una metrópolis con destino promisorio.
2. La Capital político-administrativa de Santa Fe tiene que asumir también la capitalidad económica regional del centro-norte de la provincia, promoviendo por ejemplo a gran escala exposiciones permanentes de toda la producción industrial y artesanal de la región, como la industria del mueble, de maquinarias agrícolas, etc.
3. Santa Fe tiene un capital importante en los campos de la investigación científico-tecnológica y de la creatividad cultural. Pero adolece también de un desarrollo muy inferior en algunas áreas, como en las ciencias sociales, con excepción de las jurídicas. Si bien la superación del subdesarrollo de estas disciplinas es un desafío más que nada para las Universidades locales, la ciudad debería preocuparse por el peso desequilibrado de una cultura de tecnólogos y abogados
Transformar el crecimiento en desarrollo social
Carlos Bertone. Socio gerente de Cínter y vicepresidente de la federación Industrial de Santa Fe.
Existe un desafío que engloba a muchos otros: lograr que superemos el estigma de una sociedad dual, una sociedad donde existe la marginación y la exclusión de un sector importante de sus habitantes.
Esta meta es una situación de justicia y equidad, pero además es una condición imprescindible para alcanzar la densidad social que garantice transformar crecimiento económico en desarrollo social. Gestionar el desarrollo desde lo local es posible. Para obtenerlo es imprescindible conseguir una competitividad sistémica del conjunto social.
Dentro de las muchas acciones posibles priorizo los siguientes ámbitos: un sistema educativo, fundamentalmente en los niveles obligatorios, que brinde igualdad de oportunidades, diversificado y con calidades homogéneas para todos los alumnos por el solo hecho de ser santafesinos. Debemos superar un sistema donde en algunas escuelas la principal preocupación sea el comedor escolar y en cambio en otras el objetivo esté centrado en tener el mejor laboratorio de idiomas y el más moderno gabinete de computación. En esta década deberíamos lograr que todo santafesino desde los 4 años esté en el sistema escolar.
Santa Fe está segunda en el país en cantidad de investigadores. Conseguir una vinculación efectiva con el sistema productivo es imprescindible.
Crear puestos de trabajo registrado, en blanco, es el único camino para lograr una inclusión social sustentable y conseguir una sociedad justa, pluralista, con movilidad social ascendente e integradora.
Santa Fe deberá potenciar una industria diversificada, con incorporación de valor agregado, sustentable y competitiva y utilizar su privilegiada posición en la hidrovía, realizando las obras de infraestructura necesarias: nuevo puerto, centros nodales de logística y servicios, caminos, autopistas y ferrocarril, en la ruta del Mercosur, que le den potencialidad geoestratégica.
Construir una ciudad integrada
Darío Macor. Historiador, profesor de la UNL, investigador del Conicet
El gran desafío es construir una ciudad integrada, en lo social, lo económico, lo político y lo cultural. Hoy Santa Fe es una sociedad desintegrada, fragmentada.
Aunque en los últimos años se percibe un claro cambio de tendencia, esta decadencia de nuestra sociedad es resultado de las políticas (o la ausencia de ellas) de las últimas tres o cuatro décadas, por lo tanto lograr revertir el deterioro llevará tiempo.
Ciudad Estado, la principal causa de la decadencia de Santa Fe en las últimas tres o cuatro décadas, se explica en lo principal por la decadencia del Estado en todas sus esferas. Si desde el punto de vista material, nos afecta directamente como ciudad, la decadencia del Estado provincial y la prácticamente inexistente autoridad local, no es un dato menor el impacto que provocó en el mundo de las representaciones la crisis del Estado Nacional. Ahí reside una de las principales causas del malestar ciudadano frente al Estado y a las cuestiones con él relacionadas, es decir el universo de la política.
Si las imágenes del Estado que tenemos son tan poco atractivas, ¿cómo creer en el destino de una ciudad y trabajar en consecuencia si ella está tan estrechamente asociada a esas imágenes negativas?
En los últimos años es fácil reconocer un cambio en esta situación, por lo tanto el desafío pasaría por mantener y mejorar esta nueva orientación para recuperar un Estado y una representación del mismo, capaz de motorizar una Santa Fe integrada.
Sólo el regreso del Estado nos permitirá capitalizar recursos que ya tenemos, como los del mundo del conocimiento, el universitario y científico; y promover el desarrollo portuario y ferroviario, imprescindibles para alcanzar sustentabilidad en el terreno económico
Conocimiento para mejorar condiciones de vida
Miguel Irigoyen. Decano de la facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UNL.
Un aspecto central es la dimensión regional, dado que la ciudad pertenece a un sistema de localidades que, no obstante presentar diferentes problemáticas e intereses, interactúan y comparten requerimientos de infraestructura, transporte público, servicios, producción, saneamiento, etc. De tal modo implementar nuevos modelos de gestión, en términos de coordinación e integración entre jurisdicciones, niveles de gobierno y continuidad de políticas de estado, constituye un desafío insoslayable en un proyecto sustentable de desarrollo regional que participe activamente en el sistema nacional.
Respecto de la ciudad deben profundizarse las estrategias, obras y normativas, para conformar un conjunto de instrumentos que permitan perfilar una ciudad que contemple, dirima y compatibilice las expectativas privadas con las necesidades públicas y sociales. Asistimos durante años a una confrontación de intereses sin que se vislumbrara un proyecto inclusivo. Pareciera ser que la pasividad e inacción comienzan a revertirse, debiéndose fortalecer políticas claras de inversión privada con la consolidación del sistema de espacios públicos y su ampliación a los sectores mas relegados.
Asimismo es imprescindible minimizar la vulnerabilidad física, reconociendo que el riesgo siempre habrá de persistir, lo cual requiere de obras de infraestructura, de planes de contingencia y concientización social.
Finalmente se destaca un aspecto que constituye el mayor desafío, entendiendo que ningún porvenir es factible con altos niveles de fragmentación, exclusión y pobreza. Desarrollar inversiones que repercutan en la generación de empleo genuino no es una tarea aislada, sino que involucra al conjunto de factores y escalas de la economía. No obstante la ciudad posee recursos científicos, tecnológicos y académicos que, a partir del conocimiento y su valor agregado, podrían contribuir a mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos.