Este 2024 se cumplen 30 años de la Convención Constituyente que reformó la Constitución Nacional; hecho que se desarrolló en las ciudades de Santa Fe y Paraná. Aprovechando el aniversario, El Litoral dialogó con dos historiadores que conocen la historia y particularidades del barrio que lleva el nombre "Constituyentes".
Por un lado, Miguel Ángel Dalla Fontana, escritor e historiador santafesino que investigó la historia de los barrios de la capital provincial. Y por otro, Mario Pilo, abogado, ex concejal y, además, vecino de este vecindario.
La marca de las instituciones
En ese sentido, al especialista local se le consultó sobre los orígenes de barrio Constituyentes pero también sobre los secretos y particularidades de un vecindario tradicional de la ciudad. Al respecto, Dalla Fontana explicó: “Nació entre finales del siglo XIX y principios del XX. Es interesante mencionar que hay instituciones que le dieron el sello particular al barrio”.
“Por ejemplo, los Agustinos Recoletos que llegan en el ‘29, el Mercado Norte en 1927, el Cine Apolo que contó con la presencia de Carlos Gardel, los colegios Calvario e Industrial que se inauguraron en 1909. También tenemos la escuela Beleno en 1892", apuntó.
"Son las bases de lo que posteriormente se conformó como barrio. El mercado tiene mucho que ver con la comercialización de los productos, no había supermercados ni kioscos. Este tipo de locales concentraban los ‘frescos’”, mencionó Dalla Fontana.
Plaza en venta
—La plaza que lleva el nombre del barrio tiene su propia historia...
— Sí, antes era una gran terreno que perteneció a la familia Clucellas. Iba desde calle Francia hacia el oeste, hacia el este hasta 9 de Julio y al norte bulevar Pellegrini, que en aquel entonces era Gálvez y fue trazado en 1887, y hacia sur hasta Suipacha.
En realidad el lugar hacía de tapón, porque ya se había producido la transformación del barrio Candioti Sur y necesariamente la ciudad se iba a extender para el norte. Por eso era necesario urbanizarlo, algo que sucede hacia el 1900.
La familia Clucellas decide no donar ni las calles ni las veredas, que era una condición de cada una de las urbanizaciones, sino que pide una excepción de 10 años para no pagar impuestos. Y al lugar elegido para hacer la plaza le pusieron bajo condición de venta.
— Entonces la Municipalidad ante esta situación decide en 1910 comprar la plaza; es un caso único en Santa Fe. Una vez adquirida se le dio el nombre de Plaza Constituyentes y los alumnos del colegio Industrial fueron a plantar los primeros árboles. Ocurrió que el municipio no pudo abonar la totalidad del monto que pedían los Clucellas y la familia cercó con alambre el espacio público, además pusieron unos molinetes en las esquinas. Pasó a quedar abandonada, con yuyos altos e incluso algunos traían sus animales, como caballos.
Recién entre 1921 y 1922, el gobierno local pagó definitivamente la plaza porque la familia Clucellas había embargado el Teatro Municipal. Por ordenanza se abonó el monto, que era cercano a los 58 mil pesos de la época, y se dio la apertura al lugar que hoy conocemos.
De estirpe estudiantil
Una característica que construyó el barrio durante el siglo XX fue convertirse en un lugar estudiantil por excelencia. “Además del Industrial, apareció la Universidad Nacional del Litoral. Entonces, las casas antiguas se transformaron en pequeñas residencias, en inquilinatos y todos los alumnos, que llegaban de distintos lugares de Santa Fe, del norte y hasta de Bolivia, les pusieron un nombre a cada casa para identificarlas”, explicó Dalla Fontana.
En ese sentido, el historiador recordó que “esos nombres estaban relacionados al lugar o su ideología. Teníamos por ejemplo una casa que se llamaba ‘puerta de hierro’, que era una vivienda donde la mayoría eran peronistas; ‘stalingrado’, donde habitaban comunistas; el ‘altillo’, todos estudiantes oriundos de Bolivia”.
Para cerrar la charla, Dalla Fontana contó un dato llamativo, que pinta de cuerpo entero el significado del vecindario para la población estudiantil de Santa Fe y zona. “Lo más curioso que me pasó haciendo la investigación del barrio fue toparme con el apodo ‘bombonera’ para uno de los inmuebles. Uno automáticamente lo vincula con el barrio de La Boca y el fútbol pero sorpresivamente me dijeron que estaba relacionado a que los estudiantes que vivían allí eran ‘buen mozos’”.
Caja de resonancia
A su turno, Pilo realzó la idea de la plaza como “caja de resonancia” de lo que ocurría en la política. “En lo que llamábamos ‘la caja armónica’, donde generalmente tocaban bandas de música, vinieron políticos de todos los partidos para dar discursos. Tengo el recuerdo de ver a Balbín, Frondizi, Ghioldi, entre otros”, aseguró.
—¿Qué recuerda de la visita de esas figuras políticas por el barrio y la plaza?
— Fundamentalmente la emoción que eso nos producía. Estamos hablando de una época donde la política se sentía de una manera muy especial. No se tenían las desilusiones que hoy se tienen. Escuchar a hombres que venían de Buenos Aires con discursos sumamente emotivos como Balbín, que hacía llorar con sus alocuciones.
Concurría bastante gente a escucharlos. Yo casi que lo hacía desde mi casa, porque el balcón de mi vivienda permitía tener una panorámica de lo que ocurría. Tal vez, esta cercanía con la plaza y los discursos motivaron mi interés por la política, que se manifestó cuando era chico, antes de ingresar a la facultad.
Además del significado político, Pilo destacó que el vecindario y la plaza marcaron un estilo de vida. “Este lugar aunó a familias interesadas en el progreso de Santa Fe y la constitución de un barrio que emulara a Barrio Sur, porque en general los profesionales de la ciudad salían de ese sector”, señaló el ex concejal. “Constituyentes nos formó bien, nos dio empatías suficientes como para llegar a ser ‘hombres de bien’”, cerró el abogado.
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