A comienzos de la década del ochenta, el diario El Litoral afrontó una total renovación de sus talleres gráficos y la construcción de un edificio pensado para una redacción prolífica y desafiante.
A comienzos de la década del ochenta, el diario El Litoral afrontó una total renovación de sus talleres gráficos y la construcción de un edificio pensado para una redacción prolífica y desafiante.
Durante 1983, Argentina atravesó profundos cambios sociales e institucionales marcados por el regreso de la democracia. La reconstrucción democrática implicó para la sociedad argentina un cambio profundo en su cultura política, es decir, un límite establecido frente a lo no querido: el autoritarismo.
En aquellos años de primavera democrática el diario El Litoral emprendió un nuevo desafío en la búsqueda de la eficiencia y la calidad noticiosa. Siguiendo el crecimiento de la ciudad, que inexorablemente avanza hacia el norte, se despidió de la peatonal y busco en cercanía al Boulevar Pellegrini el lugar indicado para concretar nuevos sueños.
La mudanza, al igual que la democratización que experimentaba el país, implicó un nuevo camino hacia un horizonte modernizador en lo tecnológico pero también en la capacidad de agenciar los recursos humanos de una redacción ansiosa por asumir los retos que emergen con el ocaso del siglo XX.
La inauguración del edificio sobre calle San Martín concretó un viejo anhelo: que el diario pueda desarrollar todas sus actividades en un espacio flexible que permitiera en años venideros afrontar cualquier tipo de cambios en su infraestructura. En ese sentido, la redacción se distribuía en un amplio salón rodeada de sus anexos como el archivo, telegramas, cabina telefónica y boxes para entrevistas e invitados. Lo que permitió a las y los periodistas estar comunicados y en sintonía frente al acontecer de la ciudad y su región.
En cuanto a la renovación de la imprenta, el cambio estuvo a la altura de lo que demandaban las artes gráficas por aquellos años. Es decir, se pasó del sistema de composición en caliente y la impresión por contacto directo, a la fotocomposición electrónica y rotativas offset de alta definición. Además de incorporar la fotomecánica y la impresión a colores.
Estas dos dimensiones, la de una bulliciosa redacción y la punta de lanza de una moderna imprenta, se conjugaron para confeccionar el vespertino en las dos últimas décadas del siglo XX. Un producto de excelencia que tuvo la misión de comunicar a las y los santafesinos con sus primeras planas, aquellos acontecimientos mundiales como la caída del muro de Berlín y el derribamiento de las torres gemelas en Nueva York.
Durante la década del ochenta se advierte una diagramación más clara, con una distribución de contenidos más uniforme, organizada y columnas fijas sobre distintos temas.
En esa dirección, el espacio “Rumbo político” sirve para agrupar noticias varias de esta temática y se publican trascendidos sobre hechos políticos y de gobierno. Otro claro ejemplo es la página de Cultura en donde se publican cuentos ilustrados y hay un espacio exclusivo para niños. En tanto las coberturas de las conferencias de prensa y entrevistas siguen traduciendo una reproducción prácticamente textual de lo dicho por el personaje en cuestión, y las crónicas policiales siguen centrándose principalmente en los partes policiales o en información oficial.
A partir de 1986, se ven regularmente noticias locales en la tapa, ocupada mayormente por noticias nacionales e internacionales. También conviven los textos informativos que concluyen allí y otros que siguen, con pase, en páginas interiores. En esta época aparecen dos columnas emblemáticas, una es “Apuntes de política provincial”, donde Teresa Pandolfo interpreta los temas preponderantes de la semana, con foco principalmente en la actividad desplegada desde la Casa Gris. La otra columna es la de Roberto Maurer, titulada “Señal de Ajuste” una crítica impiadosa a la televisión con fuerte arraigo al contexto político y social de la época.
Durante la década del noventa, el diario ya se ve inmerso en sucesivos cambios de aspecto con el claro objetivo de presentarse moderno y permitir una lectura más ágil. El color va ganando espacio, hasta copar la tapa y buena parte de las páginas interiores. Los informes especiales muestran las novedades del diseño utilizando recursos ausentes en otras páginas. La información está perfectamente distribuida y las secciones claramente identificadas, con un criterio que combina lo temático y lo geográfico (Internacionales, Nacionales, Locales y Región, para pasar luego a las Policiales, Espectáculos y Deportes.
Con el tiempo se independiza la sección Ciencia y Técnica. Como recurso gráfico se destaca la utilización de una banda horizontal grisada que identifica apartados temáticos dentro de una sección: Concejo Municipal, Vecinales, Universitarias, Santotomesinas y Ámbito religioso.
Por otro lado, se buscó generar material para diversos públicos, en particular: computación, automotores, panorama agropecuario y suplemento femenino. El espacio juvenil O sea intentaba ser un puente con nuevos lectores utilizando novedades en el diseño, notablemente desestructurado y una agenda de actividades culturales en la ciudad.
Otras novedades, vinieron de la mano del intensivo uso de gráficos explicativos e infografías, el Buzón de Sugerencias (con los llamados de los lectores) otorga una línea directa a los vecinos para comentarios, reclamos y quejas.