La princesa Charlène lleva más de un año sin pisar Mónaco, más allá de su fugaz aparición el pasado noviembre. Primero fue una infección lo que la tuvo en África, después su hospitalización en un misterioso enclave para superar las secuelas, también psicológicas, de su larga enfermedad, según ha explicado su marido Alberto de Mónaco. La vuelta a casa de la princesa es siempre “inminente”. Es así como la describen los continuos comunicados oficiales que llevan meses tranquilizando a los monegascos con respecto a su estado de salud.
Pero todavía no hemos podido verla en el principado, ni tan siquiera en las celebraciones de santa Devota, la patrona de Mónaco que marca su día nacional, un acontecimiento al que nunca antes había faltado. Las imágenes de sus hijos, los mellizos de siete años Jacques y Gabriella tristes y apagados en unas fiestas a las que no pudo acudir su madre después de tanto tiempo lejos de casa, han dado la vuelta al mundo.
Pero su marido Alberto acaba de volver a transmitirnos un mensaje de esperanza. El royal nos ha hecho saber a través de una entrevista para el Monaco-Matin, que su esposa “está mucho mejor”. Añadiendo que espera que "pronto vuelva a casa”. Sus palabras llegan apenas unas semanas después del último comunicado oficial desde palacio, que rezaba lo siguiente: “La convalecencia de su alteza serenísima la princesa Charlene continúa desarrollándose de manera satisfactoria y alentadora”.
La terapia a la que se está sometiendo le ha impedido asistir a las celebraciones en honor a santa Devota, continuaba el comunicado, pero “junto con su marido, su alteza serenísima el príncipe Alberto, su corazón está con el pueblo monegasco y los residentes del principado. La princesa compartirá con alegría más momentos de convivencia con sus súbditos en cuanto su salud se lo permita”.
Los monegascos llevan meses escuchando que la ex nadadora olímpica volverá pronto a casa, pero sigue sin haber rastro de ella en el principado. Y su larga ausencia ha dado lugar a todo tipo de suposiciones: hay quienes dicen que su matrimonio con Alberto está pasando por una grave crisis (e incluso al borde del divorcio). Algunos sostienen que se encuentra en una clínica suiza para “desintoxicarse por su adicción a los somníferos y alejarse de la influencia negativa de los Grimaldi”.
También se ha especulado sobre la posibilidad de que no se dejara ver en público por haber quedado desfigurada tras una intervención de cirugía estética. En medio de tantos rumores y especulaciones, Alberto vuelve a alzar la voz para transmitir una vez más un mensaje tranquilizador. Todos esperamos que en esta ocasión las palabras vayan seguidas de los hechos.