El pasado 29 de octubre, una tormenta sin precedentes golpeó la ciudad de Valencia, desbordando ríos, calles y sistemas de drenaje, dejando cientos de muertos, miles de personas atrapadas en sus hogares y causando graves daños materiales. En el epicentro de esta tragedia, Milagros Delaloye, psicóloga argentina que se mudó a España hace apenas cinco meses, y su pareja, Braian Insúa, oriundo de Venado Tuerto, fueron testigos directos de los efectos devastadores del temporal.
Ambos residen Burjasot, uno de los 69 municipios perteneciente a la Comunidad Valenciana, y si bien no fue de las regiones más afectadas, sí pudieron presenciar la fuerza de este fenómeno meteorológico conocido como DANA, que incluyó fuertes vientos y precipitaciones abundantes.
Milagros relató el caos vivido en primera persona, a la vez que cuestionó la respuesta institucional ante una tragedia que se podría haber evitado.
Braian y Milagros, dos argentinos que fueron testigos del horror.
“En Valencia no llueve casi nunca. Este fenómeno de la ‘gota fría’ es algo que sabemos que puede ocurrir cada otoño, pero nunca con esta magnitud", comenzó relatando, señalando que, previamente, la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) había pronosticado fuertes lluvias, pero las medidas preventivas fueron mínimas. La "gota fría", que implica una colisión entre nubes cálidas y frías, desencadenó un diluvio imparable que provocó inundaciones masivas en los barrios más vulnerables.
El inicio del caos
Según cuenta la joven profesional, momentos previos a la noche del 29 de octubre, cuando las lluvias alcanzaron su pico, las autoridades habían emitido alertas, pero la falta de información precisa y la desorganización reinante empeoraron la situación. "A las 6 de la tarde dijeron que la lluvia iba a cesar, y a las 6.30 ya estábamos bajo agua. A las 8 de la noche, toda la ciudad estaba sumida en el caos, sin transporte público, sin acceso a las zonas más afectadas", explicó.
Las comunicaciones oficiales fueron erráticas, lo que provocó una reacción tardía en la población. Milagros subraya que la gente no actuó con la anticipación necesaria debido a la falta de claridad en las alertas y la sensación de que las autoridades minimizaban el riesgo. El presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, fue fuertemente criticado por su gestión. "No se dio la información correcta y, cuando finalmente llegó la ayuda, ya era demasiado tarde para muchos", dijo Milagros, visiblemente indignada.
Miles de autos siguen apilados en las calles.
Uno de los aspectos más alarmantes del desastre fue la tardanza en la intervención del gobierno. A pesar de que la Unidad Militar de Emergencia (UME) fue finalmente movilizada, la ayuda fue insuficiente y lenta, dejando a miles de personas atrapadas entre escombros, barro y cadáveres. "Es un desastre. Hay gente viviendo con los muertos en sus casas, esperando que llegue la ayuda. Ayer (por el lunes, 6 días después del inicio de la tormenta) recién entraron los militares a asistir a los afectados, pero no hay suficientes recursos, y lo peor es que muchos siguen sin ser evacuados", detalló.
La falta de preparación y el deficiente mantenimiento de infraestructuras clave, como los sistemas de drenaje y las represas, fueron factores críticos que agrandaron la catástrofe. "Las obras están, pero no se mantuvieron", señaló Milagros, refiriéndose al sistema de drenaje que en décadas pasadas había permitido evitar inundaciones en zonas como la suya, en Burjasot. El colapso de estos sistemas dejó a las ciudades sumergidas, con calles y viviendas anegadas hasta el segundo piso.
La situación de emergencia también afectó el acceso a alimentos y suministros básicos. Milagros relató cómo los supermercados fueron desbordados por el pánico de la población. "La gente salió a comprar como si fuera el COVID, vaciando los estantes. Eso dejó a muchos barrios sin suministros, ya que las rutas estaban cortadas y no podían entrar camiones con mercadería. Todo el sistema colapsó", explicó. La crisis también dio lugar a saqueos y actos de violencia en algunos puntos de la ciudad, en los que la policía tuvo que intervenir para evitar que los lugares de recepción de ayuda fueran asaltados.
Panorama devastador
El escenario sigue siendo crítico y el panorama devastador. “Son miles de autos uno arriba del otro, solamente con máquinas se saca eso. Hay casas que están anegadas porque están los autos en las puertas, otras con posibilidad de derrumbe porque hay autos que se metieron con la riada, adentro de las estructuras edilicias. Hay un shopping en el que recién el lunes, después de 6 días, se pudo ingresar, aunque tiene 200 millones de litros de agua; yo no sé cuántos muertos hay ahí, pero hay un montón de autos, creo que hay más de 700 autos no tuvieron ticket de salida”, relató.
Agua, barros y miles de familias necesitadas.
Por ello, si bien la cifra oficial de personas fallecidas supera las 200, para Milagros ese número seguirá creciendo ya que “los hospitales están desbordados, hay muchos desaparecidos y personas que todavía siguen durmiendo con familiares muertos en sus casas porque no fueron a retirarlos”, contó. Y añadió: “Ojalá me equivoque, pero las víctimas reales deben estar superando las 500”.
Impacto psicológico
El impacto psicológico de la tragedia es profundo. "Hay personas que todavía tienen cadáveres en sus casas, algunas han perdido todo, y el trauma que eso genera no tiene palabras. Yo estoy tratando de ayudar como psicóloga, ofreciendo espacios para que la gente pueda hablar, porque el daño psicológico será enorme", afirmó Milagros, quien también destacó que la situación podría empeorar con el pronóstico de más lluvias para los próximos días. “Este fin de semana vuelve la tormenta, y aunque ahora el sol brilla, la amenaza sigue latente”.
Mientras tanto, la política local e internacional parece no dar respuesta adecuada. En medio de la crisis, se agudizan las tensiones políticas entre el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y Mazón, quien lidera la Comunidad Valenciana. "Están discutiendo quién tiene la culpa en lugar de actuar. La gente está desesperada", expresó Milagros, quien no duda en comparar la gestión española con la de su país natal, Argentina: "Lo que está pasando aquí, en términos de gestión ante la catástrofe, supera todo lo que había visto antes. No puedo creer que la gente que está en el poder no reaccione como debería".
La crisis en Valencia pone de manifiesto las falencias de un sistema incapaz de anticiparse a un desastre natural y de gestionar la emergencia con la rapidez que exige una situación de tal magnitud. Sin embargo, también deja una lección amarga sobre la desorganización de los mecanismos de respuesta, la falta de inversión en infraestructura crítica y, sobre todo, el impacto humano de las decisiones políticas que se toman en momentos de crisis.
Mientras tanto, en medio del barro y la desesperación, los vecinos de Valencia, con o sin ayuda institucional, siguen luchando para reconstruir lo que se ha perdido.
No todo lo que brilla es oro
“En Argentina se romantiza mucho a Europa o España, pero desde que llegué acá me encontré con muchísimas cosas parecidas a nuestro país, en especial esta forma de manejarse ante una catástrofe. Me da miedo saber que gente así está en el poder, que no reaccionan por estrategias políticas, por cuidarse su bolsillo, su silla, lo que sea, lo cual me parece perverso”, disparó.
Por último, informó que junto a una amiga “estamos recaudando donaciones, si alguien quiere seguirla, ella tiene ahí todos los links de Mercado Pago y de todas las aplicaciones donde recibe el dinero Su Instagram es @Angiedeviaje”, sentenció