A las 7 de la mañana terminó el toque de queda impuesto este sábado por el presidente Sebastián Piñera y Chile amaneció en calma, con el transporte parcialmente paralizado, el aeropuerto colapsado y con un despliegue militar en varias avenidas y accesos centrales de las principales ciudades del país.
A lo largo de la madrugada, el gobierno sumó las comunas de Coquimbo y La Serena, en el norte de Chile, y Rancagua, en el centro, al toque de queda y desplegó 1.500 militares más a su masivo operativo para frenar la ola de protestas que desató el aumento del pasaje del subte y que continuó aun después de suspendida esa medida.
Pese al toque de queda y la militarización de las calles, el Metro Valparaíso, el tren que conecta toda la región metropolitana de esa región, anunció que no reiniciará el servicio y lo mismo informaron las autoridades de los servicios de colectivos y subtes de la ciudad.
En Santiago, en cambio, la red metropolitana de transporte Transantiago anunció que sí funcionará -aunque se reinició con demora- y que, de haber nuevas protestas, cambiará sus rutas.
Las protestas, la represión policial y militar, y las escenas de violencia de ayer que culminaron con edificios prendidos fuego y al menos tres muertos en un supermercado incendiado, crearon este domingo un clima de conmoción e incertidumbre en el país.
A las 14 el gobierno tiene una reunión programada con representantes del Poder Judicial para analizar la situación y, a primera hora de la mañana, el ministro del Interior, Andrés Chadwick, y el general Javier Iturriaga, designado por Piñera como jefe del estado de emergencia nacional, llegaron al Palacio de la Moneda para encontrarse con el mandatario.
En el comunicado que informó ayer del toque de queda, el primero desde 1987, el gobierno aseguró que "la vigencia de la norma será evaluada de forma periódica", por lo que no está claro si se repetirá esta noche.