La gran duquesa de Rusia se ha sumado a quienes piden la paz en Ucrania con un comunicado en el que, no obstante, evita hacer declaraciones políticas expresas y posicionarse con claridad en el conflicto. Descendiente de los zares y actual jefa de la casa imperial rusa, María Vladímirovna Románova comienza su mensaje asegurando que “los acontecimientos que están teniendo lugar en nuestra patria son muy alarmantes y profundamente dolorosos”.
La gran duquesa dice “reconocer plenamente la independencia y soberanía de todos los Estados que se formaron después de la caída de la URSS”, sin aclarar si atribuye esa soberanía e independencia a Ucrania con respecto a Rusia o, como hace el Kremlin, a las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, las dos regiones ucranianas ocupadas por prorrusos y reconocidas como soberanas por Putin.
En su ambiguo mensaje, la gran duquesa se muestra convencida “de que todos los pueblos que históricamente pertenecieron al espacio de civilización del antiguo Imperio Ruso están unidos por un concepto compartido de patria y por el más alto sentido espiritual y cultural de este término”. Por ello, le resulta “aterrador y doloroso” ver cómo los descendientes de ancestros comunes están “enfrentándose unos a otros y derramar su sangre”.
"La Casa Imperial Rusa no hace declaraciones de carácter político y, en cualquier caso, en las condiciones actuales, no tenemos la información completa que nos permita hacerlas sin correr el riesgo de un daño involuntario", explica la gran duquesa. “Pero estamos absolutamente convencidos y siempre afirmaremos que Rusia y Ucrania, y todos sus pueblos, nunca deben ser enemigos. Es algo tan monstruoso y antinatural como si los miembros de una misma familia se matasen entre sí”.
“Yo, mi hijo y heredero, el Gran Duque Jorge, y su esposa, la Serenísima Duquesa Victoria Románova, oramos por el rápido establecimiento de la paz. Estamos profundamente agradecidos a quienes están haciendo esfuerzos para prevenir la guerra y brindar asistencia a las víctimas: los heridos, los que han perdido sus hogares y propiedades, y los refugiados”, concluye.
La gran duquesa María Vladímirovna nació y creció en Madrid, donde sus padres gozaban de la amistad de don Juan Carlos y doña Sofía, y no pudo viajar a Rusia hasta la caída de la URSS a principios de los años 90. Desde entonces, la gran duquesa ha visitado Rusia en muchas ocasiones, participando en distintos eventos de la vida social del país. En 2012, coincidió y posó con Vladimir Putin en un acto conmemorativo de la Batalla de Borodinó, mientras que el año pasado asistió a la boda de su hijo y heredero en San Petersburgo, donde el gran duque Jorge contrajo matrimonio con la italiana Rebecca Bettarini (ahora serenísima gran duquesa Victoria).
Aunque en su comunicado la gran duquesa asegura que es neutral desde el punto de vista político, cuando en el pasado le han preguntado no ha dudado en pronunciarse sobre temas tan espinosos como la anexión de Crimea a Rusia de 2014. La gran duquesa declaró en varias entrevistas que la recuperación de Crimea por parte de Rusia era “natural” y tan “inevitable” como la independencia de Kosovo para Europa, al tiempo que se mostró contraria a las sanciones impuestas a Rusia por parte de la Unión Europea. Dos años después, tras la anexión del territorio a Rusia, visitó con su hijo Crimea para inaugurar una estatua del último zar ruso.
En su mensaje la gran duquesa aboga por la paz, pero esta es una palabra que estos días utilizan tanto Putin como sus adversarios para justificar sus respectivas posturas en el conflicto.