Liderados por el ministro de Finanzas y vicecanciller saliente Olaf Scholz, los socialdemócratas del SPD se proyectan como ganadores con 25,7% de los votos, según resultados preliminares oficiales, publicados este lunes en el sitio web de la comisión electoral.
La alianza conservadora de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU), de Merkel, y su aliado bávaro, la CSU, encabezada por Armin Laschet, obtendría 24,1%, el peor resultado en su historia de siete décadas. Los Verdes aparecen terceros, con 14,8%, seguidos del liberal FDP, con 11,5%, y el ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), con 10,3%.
"Empieza la partida de póker", señala la revista Der Spiegel. Y es que, "después de la votación, las preguntas esenciales siguen abiertas: ¿quién será canciller? ¿Qué coalición gobernará el país en el futuro?", enumera.
En Alemania no son los votantes los que eligen directamente al jefe de Gobierno, sino los diputados, una vez formada la mayoría. Pero, esta vez, la mayoría es especialmente complicada de formar. Debido a la fragmentación del voto, será necesario reunir a tres partidos, para conseguir una coalición con peso suficiente para gobernar.
Así que este proceso de definición del nuevo Gobierno podría sumir a la primera economía europea -acostumbrada a la estabilidad política, tras 16 años bajo el liderazgo firme de Merkel- en un largo periodo de parálisis política, mientras duren las negociaciones para formar una coalición.
Tras las últimas elecciones, en 2017, se necesitaron más de seis meses para alcanzar un acuerdo y formar la actual “gran coalición” gobernante de los dos partidos mayoritarios, conservadores y socialdemócratas.
Si la tendencia se confirma, Scholz podría estar en posición de suceder a Merkel y desencadenar el "cambio" que prometió al final de su campaña. deberá componer una coalición tripartita, algo que 55% de los alemanes prefiere, según un sondeo de la televisora pública ZDF.
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Los alemanes "quieren que haya un cambio en el Gobierno y [...] también quieren que el próximo canciller se llame Olaf Scholz", apuntó el candidato socialdemócrata en la noche del domingo electoral. Los votantes han fortalecido a tres partidos: este es un "mandato visible" para formar Gobierno, insistió Scholz este lunes, aludiendo a los resultados del SPD, Los Verdes y el FDP, que ganaron votantes con respecto a la elección anterior.
Scholz apoya su aspiración a gobernar no solo en su ventaja en las elecciones federales, sino también en los resultados de las paralelas elecciones regionales en Berlín y en Mecklemburgo-Pomerania Occidental, donde su partido salió también fortalecido. Y, frente a la incertidumbre que el apretado resultado electoral genera, ha subrayado, en inglés, que "Alemania siempre ha tenido coaliciones y siempre ha sido estable" .
Sin embargo, no solo Scholz, de 63 años, sino también Laschet, de 60, asegura que pretende tener un Gobierno instalado antes de Navidad. Pese a su "decepcionante" pérdida de votantes, también los conservadores consideran haber obtenido el encargo de la ciudadanía para formar Gobierno, advirtió Laschet. "Haremos cuanto podamos para construir un Gobierno dirigido por la unión" CDU-CSU, aseguró el candidato democristiano.
Los Verdes, liderados por Annalena Baerbock, que durante un tiempo aparecían como favoritos, quedaron terceros, por debajo de esa expectativa, pero tienen suficiente apoyo para incidir en la definición del próximo Gobierno. Y lo mismo consiguieron los liberales del FDP, que aparecen ahora como un actor ineludible para una futura coalición.
Tanto Los Verdes como los liberales, que tendrán que acercar posiciones para aliarse a uno de los partidos mayoritarios, se reservan la posibilidad de hacerlo lo mismo con el SPD que con los conservadores. La condición en la que insisten Los Verdes, por encima de todo, es promover su programa para luchar contra el cambio climático.
La opción de una coalición puramente de izquierdas, en cambio, parece descartada, pues el partido La Izquierda alcanzó resultados demasiado bajos, según las estimaciones.
Por su parte, los ultraderechistas del AfD, cuya entrada en el Bundestag en las elecciones de 2017 fue muy comentada, confirman su permanencia en el tablero político de Alemania. Aunque, debilitado por sus problemas internos, este partido islamófobo registra un leve retroceso respecto a los anteriores comicios (donde obtuvo un 12,6%).
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Los resultados preliminares oficiales suponen un renacimiento inesperado del partido socialdemócrata SPD, dado por moribundo hasta hace poco, pero reforzado en la campaña electoral por la aceptación de la figura de su candidato Scholz.
En cambio, para los democristianos, las "pérdidas son amargas", admitió Paul Ziemak, número dos de la CDU. Su partido nunca había caído por debajo del 30% de los votos. En 2017, alcanzó 32,8%.
En una muestra de este declive, la circunscripción de Angela Merkel, en la que había sido elegida diputada desde 1990, cayó en manos del SPD.
El fin de la era Merkel podría desembocar en una nueva guerra de jefes en la derecha alemana, donde el liderazgo de Laschet podría ser puesto en entredicho, ocho meses después de su elección.
Tras una campaña caótica, marcada por sus meteduras de pata, Laschet tendrá que mostrarse muy persuasivo. Su último traspiés: al depositar su voto, mostró la papeleta ante las cámaras, infringiendo la regla que marca que el voto debe ser secreto.
Un descenso así de los conservadores ensombrece, además, el fin del mandato de Merkel, quien pese a seguir siendo muy popular al término de cuatro legislaturas, parece haber sido incapaz de preparar su sucesión.
Las negociaciones quizá retrasen, adicionalmente, la marcha efectiva de la canciller, de 67 años, que ha dedicado más de tres décadas a la política.