Andrés Sánchez Braun
EFE
Al primer curso, que empezó el pasado 24 de abril, se han apuntado de momento 204 alumnos tras abonar los 180.000 yenes (1.340 euros/1.500 dólares) que cuesta la matrícula anual.
Nada más ingresar en este centro, bautizado en japonés como “País del ciberaprendizaje”, es necesario crear un simpático doble virtual cuyo aspecto puede recordar al de un personaje de un videojuego de rol japonés o al de los avatares de Nintendo para sus consolas Wii.
Para personalizarlo y así distinguirlo del resto de los alumnos, se le pueden incorporar infinidad de peinados o accesorios de ropa.
Los estudiantes están obligados a acceder a diario -a través de un programa instalado en su ordenador, tableta o teléfono- al sistema informático en el que se aloja su nuevo colegio.
Una vez dentro, el software les permite mover su avatar por el campus para recibir lecciones en el aula (consistentes en vídeos de 20 minutos y un examen escrito), consultar material audiovisual o libros electrónicos en la mediateca o interactuar mediante un interfaz de chat con los dobles virtuales de compañeros y maestros.
El “País del ciberaprendizaje” ha sido creado por el instituto Meisei, un colegio privado de secundaria de la prefectura de Chiba (este de Tokio) que desde hace varios años viene ofreciendo cursos académicos para obtener el título de bachillerato por correspondencia.
La idea de establecer un proyecto alternativo surgió de la dificultad que algunos alumnos experimentaban a la hora de asistir a las 20 tutorías presenciales al año incluidas en estos planes de educación por correo.
Estos estudiantes mostraban los síntomas típicos del “hikikomori”, vocablo nipón que define un trastorno comunicativo y también a las personas que lo padecen.
Según Tamaki Saito, el psiquiatra nipón que acuño el término, el “hikikomori” es una persona que, sin presentar ningún síntoma psicótico, se mantiene aislado de todo contacto social -a excepción de intercambios mínimos con su familia- de manera continuada durante más de seis meses.
Muchos de ellos -en la mayoría de los casos, varones- pueden llegar a aislarse de manera radical encerrándose durante años e incluso décadas en sus habitaciones o apartamentos y manteniendo el mínimo contacto posible con el exterior.
La escuela virtual del instituto Meisei incluye menos entrevistas “cara a cara” (sólo cuatro por curso) y a la vez busca fomentar el intercambio, aunque sea a través de la pantalla.
“El sistema de educación por correo tiene el problema de que obliga a estar estudiando uno solo durante muchas horas en casa, lo que hace difícil mantener la motivación y fomenta la soledad”, cuenta a Efe Masaki Shimoda, profesor y jefe de estudios del colegio que, por supuesto, también cuenta con su propio avatar.
“Por eso, concebimos el ‘País del ciberaprendizaje’, un programa que, pese a ser a distancia, permite comunicarse con maestros y alumnos”, añade.
Todos aquellos que completen con éxito el ciclo de tres años que imparte esta ciberescuela obtendrán el título de secundaria sin importar la edad con la que accedan al programa.
Algunas voces han advertido sin embargo del efecto contraproducente que pueden tener en personas con dificultades para el contacto social iniciativas como este colegio virtual, que dista del enfoque que tienen la mayoría de tratamientos aplicados por terapeutas u ONGs que trabajan con “hikikomori”.
Shimoda, por su parte, defiende que el proyecto da la misma importancia al currículo académico y tiene la misma meta que todo centro educativo: “favorecer el crecimiento personal de los alumnos para que al salir del instituto puedan integrarse en la sociedad”.
“Además, a través del programa animamos a los alumnos a que asistan a todos los eventos y festivales que celebra cada año el colegio Meisei y nunca a que se relacionen con el mundo solo a través de internet”, asevera.