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Ingrid Betancourt, ex candidata presidencial y rehén de las FARC por más de seis años, regresó hoy a Colombia después de seis años de ausencia para pedir que la sociedad se reconcilie y convierta en "estable y duradera" la paz que esperan alcanzar en los próximos meses el gobierno y esa organización guerrillera.
Según citaron medios locales la llegada a Bogotá de Betancourt creó una fuerte expectativa por los pormenores de su cautiverio, que se prolongó entre 2002 y 2008, y también por lo controvertido de su figura, considerada antipática por un sector a raíz del pedido de indemnización que efectuó tras ser rescatada, y del que luego desistió.
Betancourt, que reside en Inglaterra, volvió a Colombia para participar en el foro "La reconciliación, más que realismo mágico", organizado por la Fundación Buen Gobierno, dirigida por Martín Santos, hijo mayor del presidente Juan Manuel Santos.
Quien fuera candidata a la presidencia de su país cuando cayó en manos de las FARC aseguró que su retención fue "un tsunami emocional" del que aún no se repuso plenamente. "En mi caso, como si hubiera sucedido en el más puro realismo mágico, lo perdí todo al cruzar un puente", recordó, y agregó que su retención fue, además de la caída por "un abismo", el punto en el que comprendió de qué estaba hecha la "deshumanización".
"El paternalismo, esperar que otros tomen la decisión por nosotros, el mesianismo, creer que aparecerá un día alguien con la solución perfecta y el machismo son síntomas de la deshumanización", subrayó.
También llamó la atención por la casi nula "compasión" que despiertan las víctimas del conflicto de su país, a quienes comparó con los refugiados sirios en Europa. "Es dramático constatar como en muchos casos las víctimas no despiertan compasión, sino desconfianza; así está aconteciendo en Europa con la llegada masiva de refugiados sirios; sucede allá como aquí, que la víctima lo es doblemente", remarcó.
Pese al relato descarnado de lo que le sucedió, Betancourt aseguró que "no hay nada más fuerte que el perdón para detener la deshumanización", por lo que le pidió perdonar sin olvidar lo ocurrido.
También, apeló a no olvidar las "raíces" que dieron origen al conflicto de seis décadas en su país y urgió a no despreciar las razones de unos y otros, pues de hacerlo se corre "el riesgo de perder la paz" una se vez se firme. "Cada una de las partes tuvo motivos para entrar en la guerra, puede que la de los demás no nos parezcan válidas, pero si despreciamos las motivaciones del otro estamos en peligro de traicionar nuestra oportunidad de reconciliación", apuntó.
Expuso su deseo de que la sociedad colombiana tenga "la audacia de confiar en sí misma y abrazar la libertad" que obtendrá cuando llegue la ansiada paz que el gobierno y las FARC negocian desde hace más de tres años y medio en La Habana. Y matizó que la reconciliación "no es hacer borrón y cuenta nueva", sino "la obligación de no perder la memoria" del conflicto y de los casi siete millones de víctimas que deja, lo que implica además conocer lo que desató la violencia para no repetir la historia.
"Ha llegado la hora de abrazarnos todos como la familia colombiana que nunca debimos dejar de ser", enfatizó Betancourt, que elogió los cambios "positivos" que observa en el lenguaje de la sociedad a raíz de las negociaciones de paz de La Habana. Asimismo, consideró que el modelo de justicia transicional aprobado por las partes en Cuba "es una propuesta creativa y madura" y dejó claro que quienes se oponen al proceso de paz "suelen ser los mismos que no han sufrido los rigores de la violencia". Bogotá y las FARC llevan adelante desde hace más de tres años en Cuba conversaciones en busca de la paz.