El Litoral | DPA
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Tras una violenta llegada, que incluyó romper una valla de seguridad, algunos integrantes de la multitudinaria caravana de migrantes hondureños empezaron a ingresar el viernes a México con la intención de llegar a Estados Unidos.
Los miles de migrantes derribaron el cerco metálico en la frontera entre Guatemala y México para llegar hasta el puente fronterizo "Rodolfo Robles" y cruzar hacia la garita migratoria mexicana en Ciudad Hidalgo, en el sureño estado de Chiapas, mientras en Ciudad de México estaba el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo.
Ahí fueron contenidos por los 1.000 policías que reguardan la frontera. Varios reportes de prensa indicaron que tuvieron que usar gases lacrimógenos para evitar que la multitud rompiera la reja de seguridad.
Algunos migrantes lanzaron piedras a la Policía para exigir que les permitan el ingreso. "Desistan de las agresiones", pedía el comisionado de la Policía, Manelich Castillla. La situación fue controlada y los migrantes se ordenaron en el puente, como pidieron las autoridades.
"Ahora la frontera está en paz", dijo Castilla a la televisora Foro TV. "Se cumplió el primer objetivo de evitar que con violencia se vulnerara nuestra frontera", señaló. "Va a haber un ingreso ordenado".
En el caos, seis policías resultaron heridos, informó Castilla. Asimismo, el ministro del Interior, Alfonso Navarrete, dijo que también resultó herida una reportera y un migrante. Las autoridades mexicanas apuntaron que la Policía en la frontera está desarmada.
Tras la tensión, la Policía permitió el ingreso de manera limitada de pequeños grupos de migrantes, sobre todo mujeres y niños. Las personas que reúnan las condiciones podrán solicitar refugio en México, pero los que intenten ingresar sin documentos serán deportados, según han advertido las autoridades mexicanas.
La caravana estaba compuesta por unos 5.000 hombres, mujeres y niños, aunque Navarrete dijo a Radio Fórmula que se espera el ingreso de unos 6.000 migrantes en total. Indicó que ya se han recibido 200 solicitudes de refugio.
"Rápidamente estamos llegando a lo que parece un momento de crisis con la cantidad récord de migrantes", dijo durante un mensaje a medios Pompeo junto al canciller mexicano, Luis Videgaray, con quien discutió "la importancia de detener este flujo antes de que llegue a la frontera de Estados Unidos y México".
La caravana, integrada al principio por unas 1.000 personas, partió de la ciudad hondureña de San Pedro Sula el sábado, con la intención de llegar a Estados Unidos. En el camino se fueron sumando cada vez más migrantes. Recorrieron más de 600 kilómetros para llegar hasta la frontera entre Guatemala y México.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, había instado en los últimos días a detener la "embestida" y amenazó con militarizar su frontera para impedir el paso. Los migrantes estuvieron desde el jueves en la ciudad guatemalteca de Tecún Umán.
Sin embargo, el mandatario estadounidense agradeció a México por "detener" la caravana. "Por eso apreciamos mucho lo que México está haciendo", dijo en Arizona.
Navarrete descartó que se trate de un favor a Estados Unidos. "Nosotros entendemos la situación que ocurre en los países de donde vienen los integrantes de la caravana migrante", explicó.
Además, detalló que el Gobierno de Trump ofreció 20 millones de dólares para que se detuviera a los migrantes y se les deportara, debido a que su posible llegada a Estados Unidos podría coincidir con la jornada electoral en ese país.
"No somos nosotros un muro para los migrantes", manifestó. "México no aceptó ni un centavo".
Los migrantes que han logrado ingresar podrán quedarse en albergues mientras hacen el papeleo necesario. Varios fueron atendidos por personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Muchos tendrán que permanecer en la ciudad guatemalteca de Tecún Umán, fronteriza con Ciudad Hidalgo, hasta que puedan ser atendidos por los agentes migratorios mexicanos.
"(Quiero) llegar a Estados Unidos porque tengo dos niños y en Honduras no se puede vivir", dijo a dpa Dani Mauricio Portillo, integrante de la caravana. Los migrantes argumentan que el desempleo y la inseguridad los obligaron a salir de Honduras.
Daniel Martínez, por su parte, pidió el apoyo de organizaciones de derechos humanos y de los mexicanos. "Necesitamos el apoyo de ustedes, hermanos. Todos somos hermanos", manifestó.
La televisión mostró a algunos migrantes lanzándose del puente internacional al río Suchiate, que divide Guatemala y México. En el agua se podían ver balsas de neumáticos y madera, normalmente utilizadas para el comercio entre ambos lados.
El presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández, dijo en Twitter que contratará transporte terrestre para los hondureños que deseen regresar a su país, y aéreo para "los casos especiales", como mujeres, niños y enfermos.
Hernández, que tiene a cientos en la calle reclamando su renuncia, agradeció a Guatemala "por todas las atenciones" a sus compatriotas. Mañana sábado se reunirá con el presidente guatemalteco, Jimmy Morales, para coordinar el operativo de auxilio y retorno.
Los hondureños necesitan visa para entrar a México, aunque pueden solicitar ser aceptados en calidad de refugiados. El trámite, sin embargo, tarda hasta tres meses y podría ser más lento si se reciben muchas solicitudes.