El líder de los mercenarios rusos dijo que no intentaba derrocar al gobierno
Yevgeny Prigozhin aseguró que el motín que encabezó buscaba protestar por la ineficaz conducción de la guerra en Ucrania.
El jefe del grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin, rompió el silencio este lunes. Crédito: Reuters/Alexander Ermochenko
18:40
El líder de los mercenarios rusos, Yevgeny Prigozhin, dijo el lunes que el motín que encabezó buscaba protestar por la ineficaz conducción de la guerra en Ucrania y no derrocar al Gobierno de Moscú, pero dio pocas pistas sobre su paradero o el acuerdo en virtud del cual dimitió.
En sus primeras declaraciones públicas desde que se le vio el sábado por la noche sonriendo y saludando a transeúntes desde la parte trasera de un todoterreno mientras se retiraba de una ciudad ocupada por sus hombres, Yevgeny Prigozhin afirmó que sus combatientes habían detenido su campaña para evitar una masacre.
El jefe de los mercenarios Wagner, Yevgeny Prigozhin, abandona el cuartel general del Distrito Militar Sur en medio de la retirada del grupo de la ciudad de Rostov del Don, Rusia. Crédito: Reuters/Alexander Ermochenko
"Avanzamos como una manifestación de protesta, no para derrocar al Gobierno del país", dijo Prigozhin en un mensaje de audio de 11 minutos publicado en la aplicación Telegram. "Nuestra marcha mostró muchas cosas de las que hemos hablado antes: los graves problemas de seguridad en el país".
Afirmó que su objetivo había sido evitar la destrucción de su milicia Wagner y obligar a rendir cuentas a los mandos que habían fracasado en la campaña militar rusa en Ucrania. Prigozhin dijo que sus combatientes no entraron en combate sobre el terreno en Rusia, y lamentó tener que derribar aviones rusos que les habían disparado.
"Nos detuvimos en el momento en que la primera unidad de asalto desplegó su artillería (cerca de Moscú), realizamos un reconocimiento y nos dimos cuenta de que se derramaría mucha sangre".
No mencionó su paradero ni sus planes futuros, ni reveló más detalles sobre el misterioso acuerdo que puso fin a su motín. El sábado había dicho que se marchaba a Bielorrusia en virtud de un acuerdo negociado por el presidente de ese país.
Caso abierto
Prigozhin conmocionó al mundo al encabezar la revuelta armada del sábado, pero la suspendió abruptamente cuando sus combatientes se acercaban a la capital, tras derribar varios aviones pero sin encontrar resistencia en tierra durante una carrera de casi 1.000 kilómetros.
Las tres principales agencias de noticias rusas informaron el lunes de que no se había cerrado la causa penal contra Prigozhin, una aparente revocación de la oferta de inmunidad hecha pública como parte del acuerdo por el que se le convenció para que dimitiera.
Funcionarios rusos de alto rango salieron el lunes a respaldar al presidente Vladimir Putin, cuando aún hay preguntas sin respuesta sobre el motín, que pareció plantear la mayor amenaza a su poder en 23 años de Gobierno.
En el primer día laborable después de que los combatientes del poderoso Grupo Wagner tomaron un cuartel militar y marcharon sobre Moscú, las autoridades seguían sin dar detalles sobre el acuerdo que puso fin abruptamente al motín.
Mijail Mishustin, que encabeza el gabinete de Putin como primer ministro, reconoció que Rusia había enfrentado "un reto a su estabilidad" y pidió lealtad a la población. "Tenemos que actuar juntos, como un solo equipo, y mantener la unidad de todas las fuerzas, agrupadas en torno al presidente", declaró en una reunión gubernamental televisada.
Un integrante del grupo Wagner en las calles de la ciudad rusa de Rostov. Crédito: Reuters.
El propio Putin no se pronunció sobre la revuelta, pero el sábado había dicho que ponía en peligro la existencia misma de Rusia y prometió castigar a sus autores. El Kremlin difundió un video en el que felicitaba a participantes en un foro industrial, pero no indicó cuándo se había grabado.
En otro movimiento aparentemente destinado a mostrar normalidad, las autoridades difundieron un video en el que aparece el ministro de Defensa, Sergei Shoigu. Los amotinados habían exigido su destitución, lo que llevó a especular con que su cese sea parte del acuerdo que puso fin a la revuelta.
El Comité Nacional Antiterrorista de Rusia declaró que la situación en el país era estable. El alcalde de Moscú, Sergei Sobyanin, que había pedido a los residentes que permanecieran en sus casas el sábado mientras los combatientes amotinados se acercaban a unos cientos de kilómetros de la capital, dijo que cancelaba un régimen de seguridad antiterrorista.
La confusión sobre los extraordinarios acontecimientos del fin de semana ha hecho que muchos países, tanto amigos como hostiles a Moscú, se esfuercen por comprender qué puede ocurrir a continuación en Rusia, país que posee el mayor arsenal nuclear del mundo.
Grietas
China, aliada de Rusia y que un alto diplomático ruso visitaba el domingo, dijo que apoyaba a Moscú en el mantenimiento de la estabilidad nacional. Ucrania y algunos de sus aliados occidentales dijeron que la agitación reveló grietas en Rusia.
"El sistema político está mostrando fragilidad, y el poder militar se está resquebrajando", dijo a la prensa en Luxemburgo el jefe de la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, a su llegada a una reunión con ministros de los 27 miembros del bloque.
La ministra de Asuntos Exteriores alemana, Annalena Baerbock, sostuvo que la invasión de Ucrania, que Putin califica de "operación militar especial" para contrarrestar amenazas, está destruyendo a Rusia, y que Occidente seguirá respaldando a Kiev.
Levantamiento
En un discurso televisado el sábado, Putin dijo que la rebelión ponía en peligro la existencia misma de Rusia, prometiendo castigar a quienes estuvieran detrás de la revuelta y estableció paralelos con el caos de 1917 que había conducido a la revolución bolchevique.
La OTAN afirmó que los acontecimientos mostraban la magnitud del error estratégico del Kremlin al emprender la guerra contra Ucrania y que la alianza de defensa occidental no se dejaría intimidar para poner fin a su apoyo a Ucrania.
El lunes fue declarado día no laborable en Moscú para dar tiempo a que la situación se calme, y apenas había indicios de un aumento de la seguridad en la capital rusa.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, que conversó el sábado con sus pares del G7 y de la UE, sugirió que la agitación podría tardar meses en resolverse. "Hemos visto surgir más grietas en la fachada rusa", dijo Blinken al programa "Meet the Press" de NBC el domingo.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, habló de los acontecimientos en Rusia en llamadas telefónicas con el presidente estadounidense, Joe Biden, y el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. "El mundo debe presionar a Rusia hasta que se restablezca el orden internacional", dijo Zelenski en Twitter.
La televisión estatal dijo que Putin asistiría a una reunión del Consejo de Seguridad de Rusia en la semana, sin dar más detalles, y la agencia de noticias bielorrusa Belta dijo que Putin y Lukashenko volvieron a hablar el domingo, después de al menos dos conversaciones el sábado.
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