El Litoral
"Tenemos una responsabilidad, Alemania también, y sobre todo, Rusia", dijo la canciller alemana Ángela Merkel al presentarse junto con Putin ante las cámaras antes de celebrarse la cumbre. "Por esto, deberíamos trabajar en buscar soluciones".
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El presidente de Rusia, Vladimir Putin, no arriba puntualmente al palacio de Meseberg para su cita con la canciller alemana, Angela Merkel. Con un retraso de poco más de media hora llega la noche del sábado en su limusina a la casa de huéspedes del Gobierno alemán al norte de Berlín. Antes de viajar a la capital alemana, el jefe del Kremlin había asistido como invitado a la boda de la ministra de Relaciones Exteriores de Austria, Karin Kneissl, en Estiria, lo que explicaría la demora.
A Putin no se le conoce por su gran puntualidad, pero no se puede descartar que hubiese hecho esperar a Merkel deliberadamente. Pese al reetraso, Merkel saluda amablemente a Putin pero no con mucho cariño. Una sonrisa, un breve apretón de manos, todo muy formal. Los dos se conocen desde hace tiempo. Desde 2005 vienen colaborando o enfrentándose en el escenario político mundial.
Los primeros tiempos, cuando Rusia todavía era un socio de Occidente en el Grupo de los Ocho, la relación entre Merkel y Putin era bastante buena. En aquel entonces, Moscú incluso se entendía hasta cierto punto con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y las relaciones económicas con Alemania estaban en auge. La crisis comenzó en 2014, cuando Rusia se anexionó la península ucraniana de Crimea, y sigue hasta el día de hoy.
¿Y ahora? ¿Ha llegado un nuevo momento? Sea como sea, Merkel y Putin vuelven a reunirse con más frecuencia. Hace apenas tres meses, la canciller alemana visitó a Putin en el balneario de Sochi, a orillas del mar Negro. El mandatario ruso no dejó pasar mucho tiempo para devolver la visita.
"Tenemos una responsabilidad, Alemania también, y sobre todo, Rusia", dice Merkel al presentarse junto con Putin ante las cámaras antes de celebrarse la reunión. "Por esto, deberíamos trabajar en buscar soluciones". Merkel se refiere sobre todo a dos crisis en las que Rusia desempeña un papel fundamental: la de Ucrania y la de Siria.
Para poder alcanzar soluciones a esas dos crisis, es necesario que Rusia y Alemania dejen de vez en cuando en segundo plano la crisis en las relaciones bilaterales. Alemania lleva años actuando como mediadora en el conflicto entre los separatistas prorrusos y las tropas de Gobierno en el este de Ucrania. Lo nuevo es que Alemania desempeña actualmente también un papel más relevante en el conflicto sirio.
La cuestión siria ha dividido desde hace años a la Unión Europea (UE) y Rusia. Putin es el principal valedor del presidente Bashar al Assad, a quien Occidente quisiera ver fuera del poder. Ahora, después de siete años de guerra, parece haber un consenso para aparcar el futuro de Al Assad a fin de poder lograr avances en la solución del conflicto.
El que Merkel haya decidido acercarse otra vez a Rusia también tiene que ver con la política aislacionista y proteccionista del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. ¿Pero qué espera lograr Putin con su acercamiento a la UE y Alemania?
Putin necesita otra vez a Merkel, ya que está claro que con Trump en la Casa Blanca la relación entre Estados Unido y Rusia no va a mejorar. Washington ha lanzado una sanción tras otra contra Moscú y Putin no puede defenderse. Por esta razón, el jefe del Kremlin quiere mitigar los ataques con la ayuda de Alemania, el principio socio económico de Rusia, cuyas empresas también están amenazadas por las medidas punitivas estadounidenses.
En el palacio de Meseberg, Putin no podría haber resaltado los crecientes nexos económicos con Alemania sin mandar un mensaje indirecto a Trump: el jefe del Kremlin promueve la venta de gas ruso a la Unión Europea sabiendo que Trump quiere aumentar las ventas del gas norteamericano al bloque comunitario.
En cuanto a Siria, Putin espera que la UE aporte dinero a la reconstrucción del país, lo que también legitimaría la permanencia en el poder de Al Assad. Hasta ahora, sin embargo, Merkel tiene pocos motivos para alejarse de la política común occidental. En la lucha contra su propio pueblo, el propio Al Assad ha reducido a escombros gran parte de su país y con la ayuda de Rusia.
Sin embargo, Putin sabe que Merkel se enfrente a una gran presión interna para endurecer la política hacia los refugiados, y no está conjurado el peligro de que se produzcan nuevas catástrofes humanitarias en y alrededor de Siria. Ahora, Rusia y Alemania quieren contribuir en un nuevo formato, junto con Francia y Turquía, a la estabilización de Siria, aunque inicialmente solo a nivel de expertos.
De repente, Rusia y Alemania comparten muchos intereses, comentó el presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara alta de Rusia, Konstantin Kossachov, en alusión a la reunión en Meseberg. "En cuestiones de interés mundial, del diálogo ruso-germano depende ahora más que de los contactos entre Moscú y Washington", sentenció el político.
Después de poco más de tres horas reunido con Merkel, Putin vuelve a Moscú. La conversación se prolongó más tiempo de lo que estaba previsto. De momento no se han dado a conocer los resultados, lo que podría ser un indicio de que los dos efectivamente hablaron de opciones concretas para solucionar las crisis en Siria o Ucrania. En cualquier caso, para su reunión con Merkel, Putin se tomó el doble de tiempo que para asistir a la boda de Kneissl. Públicamente solo comenta su breve excursión a Austria: "Fue un buen viaje, muy agradable".
Con información de dpa.