El Litoral
Pese a que la mayoría de los países más poderosos de Medio Oriente y Europa pidieron cautela, Trump siguió adelante con un plan que tiene desde la campaña electoral.
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Télam
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ignoró advertencias y amenazas de países musulmanes y europeos y comunicó este martes al mandatario palestino, Mahmud Abbas, que reconocerá a Jerusalén como capital de Israel, en un giro histórico que prevé anunciar este miércoles y que podría encender la chispa que inicie una nueva guerra en la región.
Pese a que la mayoría de los países más poderosos de Medio Oriente y Europa pidieron cautela, Trump siguió adelante con un plan que tiene desde la campaña electoral y llamó por teléfono a Abbas, al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, al rey de Jordania, Abdullah II, y al presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, informó la Casa Blanca.
"Trump dijo al presidente Abbas que va a mover la embajada de Estados Unidos en Israel a Jerusalén", lo que implicaría reconocer a la ciudad como capital israelí, contó a la prensa el vocero del mandatario palestino, Nabil Abu Rudeina.
"El presidente Abbas reafirmó nuestra firme posición: no puede haber un Estado palestino sin Jerusalén este como su capital, como establecen las resoluciones que tienen legitimidad internacional y la iniciativa de paz árabe" de 2002, agregó Rudeina.
Trump le dijo lo mismo al rey Abdullah II, quien, en su calidad de custodio de los lugares sagrados islámicos de la Ciudad Vieja de Jerusalén, le advirtió sobre el "peligro de tomar cualquier decisión fuera del marco de una solución global que garantice un Estado palestino con Jerusalén este como capital", informó la agencia de noticias jordana Petra.
Al cabo de un día de frenéticas gestiones diplomáticas, la Casa Blanca informó que Trump hará mañana su "anuncio" sobre Jerusalén, pero se negó a adelantar su contenido y dijo que el mandatario tomará "la que sienta que es la mejor decisión para Estados Unidos".
No obstante, los diarios The New York Times y The Washington Post, citando a funcionarios conocedores de la decisión, dijeron que Trump declarará, con efecto inmediato, que Estados Unidos reconoce a Jerusalén como capital de Israel.
Sin embargo, como un pronto traslado de la embajada sería imposible por cuestiones logísticas, se espera que el presidente firme una dispensa que autoriza a su gobierno a mantener su sede diplomática en Tel Aviv durante otros seis meses, agregaron los diarios.
Como una espiral, la tensión no paró de crecer este martes.
Abbas llamó por teléfono a su par ruso, Vladimir Putin, al papa Francisco y a dos influyentes aliados en la región, el rey jordano y el monarca de Marruecos, Mohammed VI. Les pidió que actúen rápidamente para proteger los lugares sagrados de Jerusalén y evitar una escalada de violencia en la zona, según la agencia de noticias oficial palestina Wafa.
La bronca y la sorpresa se extendería pronto desde los despachos oficiales a las calles.
Los principales partidos políticos palestinos habían convocado ayer un "día de furia" con protestas masivas para el viernes, el día sagrado de los musulmanes. Sin embargo, tras la confirmación de Trump de que avanzará con su plan, hoy extendieron esa convocatoria a tres días: mañana, jueves y viernes.
Además llamaron a los palestinos y musulmanes a manifestarse frente a las embajadas estadounidenses de todo el mundo, una invitación que en el pasado terminó en incidentes, especialmente en Medio Oriente.
Si Trump finalmente cumple con su promesa de campaña y mueve la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, eso significaría reconocer a esta última ciudad como la capital de Israel, una decisión que ningún país y mucho menos ninguna potencia tomó en estos 70 años de conflicto, después de la fundación del Estado de Israel.
Ningún país reconoce a Jerusalén como capital porque tanto los israelíes como los palestinos la reclaman. De hecho, la comunidad internacional, con la ONU a la cabeza, reconoce a la histórica ciudad como un territorio dividido: la mitad occidental es aceptada como parte del Estado israelí, mientras que la parte oriental -que incluye a la Ciudad Vieja- es incluida dentro de la región considerada como ocupada desde 1967.
Por eso, Trump sólo cosechó negativas, repudios y advertencias.
Turquía, uno de los socios de la OTAN más relevantes en la región, amenazó con romper relaciones diplomáticas con Israel y convocar una cumbre de la Organización de Cooperación Islámica (OIC) si la Ciudad Santa es reconocida como capital.
"Jerusalén es la línea roja para todos los musulmanes", sentenció el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ante el Parlamento de su país.
Jordania ya convocó a una reunión de urgencia de la Liga Árabe para el sábado.
Desde El Cairo, el presidente Al Sisi también le advirtió a Trump que podría "complicar" la situación en la región, según un comunicado oficial.
Su canciller, Sameh Shoukry, aseguró que un cambio de estatus de Jerusalén "probablemente tenga repercusiones peligrosas en la situación regional y el futuro del proceso de paz" en Medio Oriente.
A lo largo de la jornada, las monarquías de Arabia Saudita -otro importante aliado de Estados Unidos y una de las potencias musulmanas sunnitas más poderosas de la región- Marruecos y Qatar, la Liga Árabe y varias instituciones influyentes del mundo islámico también rechazaron la posibilidad de un cambio de estatus de Jerusalén y advirtieron que sería una afrenta contra todo el mundo islámico.
Las críticas sobrepasaron la región y se escucharon hasta en el corazón de Europa. Francia, Alemania, Italia y la Unión Europea reafirmaron su compromiso con una solución negociada entre israelíes y palestinos al conflicto, que incluya el estatus definitivo de Jerusalén.