El Litoral
Maduro todavía no ha revelado el precio que fijará para el litro del combustible, pero sí aseguró que repartirá un subsidio mediante el polémico carnet de la patria, un documento emitido por el Gobierno para los beneficiarios de sus programas sociales.
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Los venezolanos están consumiendo los últimos días de la gasolina más barata del mundo que el presidente Nicolás Maduro planea elevar a precios internacionales de un salto, aunque con una lentitud angustiante para una industria petrolera que clama por un rescate financiero.
Maduro todavía no ha revelado el precio que fijará para el litro del combustible, pero sí aseguró que repartirá un subsidio mediante el polémico carnet de la patria, un documento emitido por el Gobierno para los beneficiarios de sus programas sociales.
Para ello el Gobierno está adaptando las estaciones con surtidores que serán liberados por los códigos del carnet, que a la vez estarán enlazados con las placas de los autos. La oposición considera que esta fórmula es un mecanismo de discriminación política.
El Gobierno extendió hasta el 30 de agosto un censo automotor para registrar a todos los vehículos del país, un parque estimado en más de cuatro millones, de los cuales un porcentaje está parado por falta de repuestos, cauchos y baterías.
Además, se dio un plazo hasta mediados de septiembre para explicar el flamante esquema, antes de anunciar el nuevo precio.
"Piano, piano, llevaremos la nueva política y una vez que ustedes lo entiendan, les va a gustar", dijo Maduro sobre el aumento del combustible. "Quienes no atiendan el censo pagarán la gasolina a precios internacionales", agregó.
El incremento forma parte de un programa de recuperación económica que arrancará el lunes 20 de agosto y que tiene como puntos principales la reconversión monetaria para poner a circular nuevos billetes con tres ceros menos y la liberación del mercado de divisas, tras 15 años del control de cambios.
La última vez que se aumentaron los precios del combustible fue en 2016, cuando se elevaron a los actuales seis bolívares por litro, una pequeña fracción si se toma en cuenta la tasa de cambio en el mercado negro, de seis millones de bolívares por dólar.
El aumento de la gasolina siempre fue un tema tabú para los venezolanos, que consideran que vivir en un país petrolero garantiza gasolina regalada. Un pequeño incremento en febrero de 1989 provocó una ola de disturbios y saqueos conocidos como el "Caracazo", que dejó al menos 300 muertos, y ese espectro revolotea cada vez que se menciona un aumento.
El economista Asdrúbal Oliveros, de la firma Econoanalítica, dijo que el subsidio a la gasolina a través del carnet será "mal implementado y muy ineficiente".
"El Gobierno ya decidió el aumento de la gasolina, pero será difícil incluso que lo lleve a un precio para cubrir los costos internos", dijo a dpa, poniendo en duda la fijación de un precio internacional, que ronda un dólar por litro.
De aplicarse en Venezuela alcanzaría a 50 bolívares soberanos, por lo que llenar el tanque, que antes no se notaba, representaría una carga para un presupuesto familiar.
El Gobierno destina al subsidio a la gasolina alrededor de 12.000 millones de dólares al año, lo que estimula el contrabando hacia Colombia. Esto es solo un aspecto de una industria petrolera asfixiada por falta de inversión, corrupción, decadencia en sistemas y una estructura de refinación en colapso.
La crisis comenzó en marzo de 2003, cuando el entonces presidente Hugo Chávez despidió a la plana gerencial petrolera que se sumó a una huelga general de 60 días.
Unos 18.000 de más de 25.000 empleados fueron despedidos, lo que abrió paso a la una reestructuración de emergencia. Luego la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) incrementó su nómina hasta unos 150.000 empleados y asumió negocios distintos a su esencia, como distribución de alimentos y complejos agrícolas.
Ahora la industria, de la cual depende el 96 por ciento de los ingresos en divisas del país, se encuentra en una situación de caos, con una producción que ha bajado desde 2013 de tres millones de barriles diarios a poco más de 1,3 millones, una deuda externa en ascenso y un sistema refinador con solo 30 por ciento de su capacidad activa.
Además, la falta de crudos livianos ha obligado a su importación de Estados Unidos destinada a las mezclas que requieren las refinerías para unos productos que se venden en el mercado interno a precios muy bajos. Todo ello genera episodios de escasez que se multiplican en el país.
El investigador y experto en el campo Francisco Monaldi señaló en un análisis que la industria necesita una inversión de 20.000 millones de dólares en 10 años para aumentar su producción en 200.000 barriles diarios y que el Gobierno solo podría financiar una pequeña fracción de ese monto.
"Al ritmo actual de caída, la producción podría alcanzar el umbral de un millón de barriles diarios para fines de 2018. No está muy claro dónde se encuentra el 'fondo' del nivel de producción. Todo apunta hacia abajo, pero el Gobierno deberá reaccionar o sino éste también colapsará", alertó en el portal de debates Prodavinci.
Del total de la producción petrolera, unos 600.000 barriles diarios son vendidos a Estados Unidos y generan liquidez para el Estado venezolano, ya que el resto es enviado a China para el pago de deudas, otra fracción va al mercado interno que genera pérdidas y otra va a países caribeños, incluyendo Cuba.
El presidente de PDVSA, el general de la Guardia Nacional (policía militarizada) Manuel Quevedo, trazó su meta de 2018 en aumentar la producción en casi un millón de barriles, algo que los especialistas estiman improbable en las presentes condiciones.
Con información de dpa.