La cultura global de la violencia preocupa. O al menos pareciera que les preocupa más que antes a diversos actores sociales. Este flagelo ha recibido abundante cobertura teórica desde diversas perspectivas. Los paradigmas fueron cambiando a medida que fueron fracasando para dar explicaciones racionales. Y la revolución de la tecnología y las comunicaciones le dio mayor exposición a la problemática. Crisis social, inequidad de ingresos y accesos, y rasgos machistas que impregnan la atmósfera suelen ser causales de violencia pública y privada.
Con la llegada de la globalización en los años 1990 se dinamizaron las migraciones, la industria transnacional, la precarización laboral, el surgimiento de redes que nucleaban narcotráfico, maquiladoras y corrupción en la frontera norte de México. En este contexto, la muerte de jóvenes mujeres y el hallazgo de sus huesos en las arenas del desierto comenzó a ser una constante a la que los residentes se fueron acostumbrando. La mayoría de las asesinadas eran mujeres humildes, condenadas a muerte por salvajes que las sometían con brutalidad en medio de horrendas carcajadas, con la luna del desierto como único testigo.
En esta atmósfera de horror e impunidad, en 2002 apareció un libro titulado "Huesos en el Desierto", que sacudió a la prensa mundial, a los gobiernos y a los dirigentes políticos. En sus páginas, su autor, Sergio González Rodríguez, narra con precisión quirúrgica las aberraciones cometidas desde 1993 en la localidad de Ciudad Juárez, en el Estado de Chihuahua, precisamente en la frontera de México con Estados Unidos. Violencia extrema, femicidios, violaciones, inequidad de oportunidades, crisis del Estado, capitalismo salvaje combinado con una lógica depredadora escalofriante, son temas abordados en esta narración-denuncia.
La pluma de González Rodríguez corrió el velo impuesto por los medios dominantes que replicaban solo las versiones oficiales y rompió el silencio que encubría redes de poder real, que no se cansaban de masacrar todo derecho humano. Después de la aparición de este trabajo ya nadie puede hacerse el distraído sobre lo que sucede en América Latina. Este libro le mostró al mundo evidencias aberrantes que de que América Latina es la región más violenta del planeta, y reveló cómo mujeres y niñas eran violadas, torturadas, asesinadas y luego sus cuerpos eran arrojados al desierto y tapados con arena.
Es necesario decir que el flagelo de la violencia de género, los femicidios y la inequidad de oportunidades, excede las coordenadas mexicanas. Es un tema presente en toda la región latinoamericana. Las estadísticas frías que calculan la cantidad de mujeres asesinadas cada 100 mil mujeres señalan principalmente a Centroamérica, pero son insuficientes para dimensionar una problemática que es más amplia y compleja.
Mirá tambiénConmoción en México por el femicidio de una nena de 13 añosExisten casos de violencia diaria que no concluyen con la muerte de mujeres, pero esto no significa que no exista una situación horripilante que debe ser resuelta, y que es el Estado, el que debe proveer herramientas para que las personas puedan salir de estos laberintos tóxicos. Cambios en la educación para erradicar los hábitos machistas, mejores políticas de seguridad formuladas en base a indicadores científicos, eficiencia burocrática, celeridad en la justicia e inclusión laboral con equidad de género, por ejemplo, son deberes gubernamentales que deben ponerse al servicio de la ciudadanía.
El voto femenino sancionado en 1947 durante el gobierno de Juan Domingo Perón en la Argentina permitió la participación de la mujer en la vida política del país. Este hecho fue un innegable paso de evolución social para la época. No obstante, claro está, el contexto actual exige nuevas medidas porque el mundo cambió mucho en poco tiempo. Tener una mirada holística sobre la violencia es un deber de todo dirigente político que se jacte de tal, como lo es también proponer nuevos senderos que permitan que las personas puedan caminar sus vidas libres de violencia y con acceso a derechos y oportunidades que les garanticen una vida digna.
Cómo exponer y mostrar la violencia más extrema
Sergio González Rodríguez (1950-2017), que se hizo conocido fundamentalmente por sus profundas investigaciones sobre los feminicidios perpetrados en Ciudad Juárez, tuvo una prolífica carrera profesional, en la que se desempeñó como crítico, narrador, ensayista, historiador de literatura y guionista. También fue activo editor de libros y suplementos culturales, además de ejercer como profesor en estudios de postgrado. Su trabajo fue reconocido tanto en su México natal como en España y Alemania. Falleció a los 67 años a causa de un infarto cerebral en un hospital de la capital mexicana.
Su evolución como cronista de la realidad social mexicana comenzó en 1993, colaborando para el periódico Reforma, recién fundado, donde participó como columnista del diario y de su revista cultural, El Ángel. También trabajó para La Jornada, pero se hará mucho más conocido por su labor de investigación acerca de los feminicidios en Ciudad Juárez en los años 90. Justamente, en 1995 comenzó como reportero de investigación para Reforma haciendo su primer viaje a la frontera norte y se propuso investigar el aumento de desapariciones y asesinatos de niñas y mujeres en la zona .
Será en el verano de 1999 cuando sus investigaciones comienzan a mostrar los nexos de unión con sectores policiales y políticos en los sucesos. En junio de ese mismo año sufrirá un secuestro exprés por parte de unos sicarios en la Ciudad de México, del que saldrá con vida pero arrastrando graves secuelas para el resto de su vida, entre ellas una cojera permanente y un coágulo en la cabeza del que deberá ser operado más adelante.
Tras ese grave episodio, su camino y su destino se cruzaron con el del escritor chileno Roberto Bolaño, quien por aquel entonces se encontraba escribiendo una novela sobre los asesinatos de Ciudad Juárez. Así comienza una amistad entre Bolaño y González Rodríguez, que hará que colaboren y compartan conocimientos sobres los asesinatos en dicho lugar, tema que los obsesionaba por igual, siendo que como observadores y narradores ambos se enfrentaban al dilema ético de descubrir cómo representar esa violencia tan explícita.
Mirá tambiénMás de 4.000 femicidios en 2020 en América LatinaEn ese contexto, Sergio decidió emplear la extensa documentación elaborada durante sus investigaciones para escribir un libro, lo que desembocará en su aclamada obra "Huesos en el desierto", riguroso estudio realizado sobre el fenómeno de la violencia extrema que se vivía en Ciudad Juárez. El libro verá la luz de mano de la editorial española Anagrama.
(*) Analista internacional especializado en la Universidad Nacional de Defensa de Washington, magíster en Smart Cities, docente universitario. Autor de "Grietas y pandemia".
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