El militar se prepara para el peor escenario de crisis: la guerra. Sin embargo, en ese camino, puede encontrarse desarrollando tareas de las más variadas. Desde apoyo a la comunidad ante una inundación o incendio; asistencia sanitaria en una pandemia o entregando comida para sectores vulnerables. También, contribuir a la formación académica en distintos niveles de enseñanza.
El Liceo Militar “General Belgrano” tiene tres niveles educativos: inicial, primario y secundario. Si bien la conducción es militar, los dos primeros tienen a los docentes civiles como los interlocutores más cercanos con los alumnos. En todos los casos, la experiencia es inédita en comparación con las demás escuelas de la región.
Por ello, El Litoral consultó cómo lo viven a algunos de los que escriben en sus pizarras.
El Teniente Caldentey egresó en el Liceo Militar y decidió seguir la carrera militar. Es parte de la minoría que toma ese tipo de decisión. Sucede que, como él mismo explica, allí no se busca “formar guerreros ni soldados”. Ingresó motivado por los “valores y patriotismo, que fueron los que me dieron las ganas de seguir la carrera militar para servir a un bien mayor: que es servir a la Nación”.
Mirá tambiénEl Liceo Militar de Santa Fe cumple 75 años: cómo es un día en la vida de un cadeteConsultado sobre cómo recibió personalmente la noticia de ser destinado al Liceo, reconoció que “lo tomé como un premio, de poder enseñar lo que me enseñaron en su momento” y lo primero que se le vino a su cabeza fueron “los recuerdos como cadete”. Si bien, destaca que “los tiempos cambiaron y las generaciones son completamente distintas” asegura que “el Liceo siempre tiende a formar buenos ciudadanos”. Por ello, Caldentey destaca que “cuando formamos una buena persona, es cuando cumplimos nuestro objetivo”.
La historia del teniente primero Acevedo es similar a la de cualquier otro oficial del Ejército. Egresó del Colegio Militar de la Nación (El Palomar) y estuvo destinado en distintos cuarteles del país. Sin embargo, de pronto se encontró con que debía servir en el Liceo Militar de Santa Fe. Para ello, explica, debió aprobar cursos de formación obligatorios que los orientan para desempeñarse como oficiales instructores en ese tipo de establecimientos.
“Desde el momento que ingresé al Colegio Militar y luego, cuando egresé, nunca me imaginé estar en un instituto de formación que es una escuela secundaria” explica Acevedo a El Litoral. De todas formas, cuando fue informado de su llegada al mismo reconoce que “realmente me llevé una sorpresa muy grata. Es una experiencia muy importante” y un enorme desafío, ya que “tratar con chicos, porque son eso, es muy distinto instruir a personal ya adulto que eligió la carrera militar”.
El militar, que ya lleva tres años destinado en el Liceo, detalla que buscan “motivar a niños para que respondan a las exigencias tanto en lo específico del área militar, que es el perfil de egreso que tienen que tener como subtenientes de Reserva, como a través de las herramientas que tiene el ámbito militar para orientarlos hacia su futuro, su vida como jóvenes adultos el día de mañana”.
Los más pequeños
“El nivel inicial cuenta con 8 salas, inician a partir de los 3 años y egresan a los 5” detalla Paulina Ceaglio, que se desempeña en ese espacio. También se emociona cuando explica que fue mi primera experiencia en una institución educativa, hace 15 años que trabajo acá” y acepta que “encontré un equipo de docentes, que es muy humano y se puede trabajar con mucha libertad más allá de los lineamientos institucionales” por lo que se siente “muy identificada con la institución”.
Mirá tambiénReconocimiento en la Legislatura por los 75 años del Liceo MilitarEn su nivel, detalla que la formación dada a los más pequeños “es solamente académica, pero sí tratamos de inculcar mucho los valores y trabajar con las fechas patrias” y por ello buscan “llevarlos a un conocimiento de lo que es la historia de nuestro país y que ellos vayan realizando una comparación de lo de antes y lo de ahora”.
Carolina Cerassuolo es docente en la primaria. Allí, “el principal objetivo es la formación en valores, con alta formación académica y una articulación en los tres niveles, que le da una impronta a este lugar” con una “formación integral, donde el trabajo en equipo es prioritario”.
En el nivel primario, “el trabajo de los alumnos dentro y fuera de la institución” por lo que “el acompañamiento familiar es muy importante, lo recibimos diariamente y se ve en los resultados”. También se distingue la presencia del Centro de Orientación Educativa, “el COE es una como una institución dentro del Liceo mismo” explica Carolina y detalla que “está formado por un gabinete de psicopedagogos y psicólogas con el cual nos apoyamos continuamente” y allí “los chicos reciben atención especializada cada vez que lo necesiten”.
Antes de ingresar a la secundaria, se realizan jornadas de articulación desde lo académico y lo físico. Todo ello está articulado entre los niveles por el mismo COE. “En quinto y sexto grado tienen ya una preparación diferenciada con lo que será el futuro nivel” dice Carolina y destaca que se siente “privilegiada de trabajar en este lugar”.
Trabajo en libertad
El nivel secundario encuentra de pleno a los alumnos, convertidos en cadetes, formados por militares y docentes. Martín Ballesta es uno de ellos – desde hace 22 años - y acepta como “particularmente gratificante” su trabajo. Lo justifica al mencionar que “es un ambiente donde se puede trabajar con suma tranquilidad y se pueden desarrollar los temas con absoluta libertad” y donde “generamos una comunidad entre los docentes y también con los Cadetes”.
Sobre las finalidades propias de su vocación allí, Ballesta refiere que “nuestro desafío como docentes es, más allá de darles una formación sólida con los contenidos, es también brindarles la contención necesaria”. En esa línea, “muchas veces somos consejeros, amigos o hasta como familiares de ellos”. Consultado sobre si percibe que los Cadetes son conscientes de ello, reconoce que ellos nos hacen dar cuenta, justamente. Porque es el lugar que ellos mismos solicitan” y que “más allá de lo que vos podés entregarles dentro del aula como docente, ellos buscan con una pregunta o asesoramiento una predisposición para ese paso a poder ingresar a sus vidas desde otro lugar”.
Sobre las materias dictadas, aclara que “compartimos la misma currícula que cualquier escuela secundaria de nivel medio, con algunos agregados o particularidades de las terminalidades que elijan, pero son las mismas”. Las terminalidades se dividen en “Ciencias Sociales, con mayor contenido humanístico o Naturales, con mayor aproximación a ciencias duras”.
Educación física y deporte
Otra parte importante, y transversal, en la educación de los alumnos y Cadetes del Liceo Militar “General Belgrano” tiene que ver con la educación física. Alejandro Huespe transita ya sus últimos días como docente y cuenta con entusiasmo que “el Liceo tiene la sección de educación física que nuclea a todos los profes, de todos los niveles. Se trabaja en conjunto y en coordinación entre todos”. En ese aspecto, considera importante referir que “los profes de jardín trabaja para que los chicos ingresen a la primaria y los de primaria para que los suyos lleguen a la secundaria”.
Sobre el trabajo específico, cuenta que “el área de educación física es parte de la formación de los alumnos y Cadetes para que sean buenos argentinos”. Allí “trabajamos por escuadras deportivas y por cursos, en lo que tiene que ver con la parte educativa y emocional de los alumnos” y “cada curso tiene un nivel de exigencia que tiene que cumplir”. Respecto a las exigencias, aclara que ““son acomodadas según cada curso y edad” y que “no le damos algo que los chicos no puedan alcanzar”.
Para buscar que los alumnos y Cadetes quieran “la educación física y por su propia cuenta se auto-exijan” se pone un objetivo fijo todos los años en lo deportivo: la mejor participación posible en Interliceos. Una competencia frente a los otros Liceos Militares del país y que también dependen del Ejército Argentino, pero también de la Armada y Fuerza Aérea. En ese camino, Alejandro cuenta que el trabajo los motiva, integra y une detrás de esa “zanahoria” de fin de año.
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