Momentos de desesperación se vivieron en San Carlos de Bariloche, en la provincia de Río Negro, debido a que un niño que quedó atrapado bajo una capa de dos metros de nieve que cayó de lo alto de un edificio. Afortunadamente, efectivos Policía de Río Negro actuaron a tiempo y lograron rescatar al menor con vida.
De acuerdo a datos brindados por testigos a El Cordillerano, el pequeño quedó sepultado por el desprendimiento de una enorme masa de nieve que cayó con violencia desde lo alto de un edificio perteneciente al Club Andino Bariloche (CAB), ubicado en la base del cerro Catedral.
“La nieve que se acumuló una vez que llegó al piso, tenía como dos metros de altura o más, eso da la pauta de la enorme cantidad de nieve que cayó y que podría haber aplastado, literalmente, al chico”, relataron testigos al citado medio.
Al ser notificados de la situación, efectivos del destacamento Catedral de la Policía de Río Negro se dirigieron rápidamente al lugar de los hechos e intervinieron para liberar al niño atrapado.
Desde el CAB, según cita el medio antes mencionado, aclararon que el episodio ocurrió hace varios días y no con la gravedad que describieron los testigos. “Había niños jugando pero no fue tal la gravedad del caso como mencionan”, aseguraron.
“No hubo tal rescate, sí había niños en la zona aunque no fue necesaria la intervención para rescatar a ninguno de ellos” subrayaron desde la entidad. Asimismo, explicaron que “se realizó la limpieza de todos los techos, teniendo en cuenta las intensas precipitaciones de los últimos días” para prevenir este tipo de episodios.
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Esta situación ocurrió mientras un fuerte temporal de nieve afecta a distintos puntos de la Patagonia argentina, provocando cortes de rutas y pasos fronterizos.
Sin ir más lejos, días atrás un perro salvó a un esquiador que quedó sepultado bajo un metro y medio de nieve por una avalancha en Ushuaia, Tierra del Fuego.
El episodio se desencadenó pasadas las 20.30 de este sábado en el Glaciar Martial, ubicado en los montes Martial de la capital fueguina, cuando un gran desprendimiento de nieve se deslizó montaña abajo y sorprendió a dos jóvenes que practicaban esquí de travesía, en medio de una jornada con nevadas intermitentes y mucho frío.
Según la agencia de noticias Télam, uno de los esquiadores sufrió golpes en una rodilla porque se le trabó el esquí contra unas rocas, pero logró eludir la avalancha y pudo pedir ayuda. A su compañero, en cambio, no lo encontraba por ningún lado. De inmediato, integrantes de la Comisión de Auxilio de Ushuaia activaron el protocolo de rescate y se dispuso un operativo de búsqueda con base en la parte inferior del glaciar.
Uno de los primeros rescatistas en acudir al llamado de emergencia fue el cabo primero del Cuartel de Bomberos “2 de abril”, Julián Elizari. Pero él no iba solo: lo acompañaba “Tango”, un perro labrador de 10 años que está entrenado en búsqueda de personas para casos de avalanchas o de estructuras colapsadas.
Mirá tambiénCon nieve y heladas, se instala definitivamente el invierno“Estábamos en medio de una cena. Yo siempre tengo la mochila preparada. La familia ya sabe. Uno te pasa el pantalón de invierno, otro las linternas. Tango se pone a saltar porque para él es un juego”, contó Elizari en diálogo con Télam.
Los rescatistas llegaron al glaciar cerca de las 22, subieron un tramo de la montaña en motos de nieve y después comenzaron una carrera a pie, enterrándose hasta la cintura y saltando troncos. “Cuando el muchacho que pidió auxilio me marcó el lugar, Tango empezó a hacer su trabajo. Recorrió unos 10 metros y empezó a ladrar y a rascar la nieve. Lo había encontrado”, relató el bombero de 57 años.
“Empezamos a escarbar con cuidado, con palas y con las manos. Hasta Tango ayudó. La nieve estaba muy compacta y húmeda. De repente encontramos una mano. Estaba quieta y temimos lo peor”, continuó el rescatista.
Sin embargo, cuando los miembros de la Comisión de Auxilio lograron destapar el cuerpo que estaba un metro y medio enterrado en la nieve, vieron que el joven movía los dedos, y a partir de allí se desató una verdadera carrera contra el tiempo para ponerlo a resguardo y trasladarlo de urgencia hasta un centro médico.