La Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba) nunca deja de sorprender. Cada vez que uno la visita descubre lugares, encuentra grandes cambios y vicisitudes que debe afrontar el gobierno porteño para hacer cada vez más atractiva la ciudad al turista.
La ciudad está en permanente movimiento y suma circuitos turísticos para hacerse cada vez más atractiva a los visitantes. Una reserva ecológica a minutos del Obelisco, la integración urbana de barrios populares, los centros de monitoreo, puntos gastronómicos modernos y tradicionales, hacen que la Capital Federal se mantenga como una cita obliga para redescubrir la ciudad.
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba) nunca deja de sorprender. Cada vez que uno la visita descubre lugares, encuentra grandes cambios y vicisitudes que debe afrontar el gobierno porteño para hacer cada vez más atractiva la ciudad al turista.
En este sentido, el Ente de Turismo creó circuitos turísticos que permiten visitar zonas y barrios de la ciudad para ver las modificaciones que hacen a la integración urbana; a la seguridad que uno tal vez no percibe a simple vista, pero que está en continuo desarrollo; como así también espacios naturales necesarios para alejarse de la vorágine de la "ciudad de la furia"; y la gastronomía en espacios modernos y tradicionales.
El Litoral realizó uno de estos recorridos diseñados estratégicamente para que en dos días uno pueda recorrer Puerto Madero en toda su extensión, con el famoso y renovado Puente de la Mujer; camine la Reserva Ecológica en la costanera sur y visite la transformación urbana del barrio Rodrigo Bueno. El barrio Parque Patricios y Chacarita fueron revalorizados con la Sede del Gobierno de la Ciudad y el Centro de Monitoreo, respectivamente. Y como no podía faltar, en el recorrido se hizo hincapié en lugares gastronómicos de San Telmo, Recoleta y una terraza para disfrutar la Avenida 9 de Julio y el Obelisco desde lo más alto.
A espaldas de los modernos y altísimos edificios de Puerto Madero, en la costanera sur, se ubica la Reserva Ecológica de Buenos Aires, que junto al Parque 3 de Febrero (Bosques de Palermo) son los dos grandes pulmones verdes con los que cuenta la ciudad.
La historia de este lugar de más de 350 hectáreas, tuvo muchas idas y vueltas hasta convertirse en un área protegida el 5 de junio de 1986, declarada por la ordenanza municipal número 41.247. Esta reserva nació en forma espontánea sobre escombros volcados sobre el Río de La Plata con el fin de "ganarle tierras al río" para construir un "Centro Administrativo de la Ciudad". Este proyecto había comenzado en 1978 y se abandonó en 1984, dejando el terreno libre para que la naturaleza ocupe el lugar y en la actualidad sea el hábitat elegido por cientos de especies de fauna y flora silvestre.
Desde hace unas décadas el lugar es un punto turístico clave de la ciudad. Con entrada libre y gratuita, la reserva puede recorrerse de martes a domingo de 9 a 18 horas. El Litoral recorrió los senderos acompañado por las guías intérpretes Lucía y Silvia, quienes forman parte del grupo encargado de la reconstrucción y el cuidado de ambientes que ya no existen en la ciudad de Buenos Aires.
A cada paso y hacia donde uno enfoca su vista se puede maravillar con un ceibo florecido con sus bellas flores rojas; puede encontrarse lagartos overos que deambulan de forma pacífica por los senderos; y disfrutar del cantar de un sinfín de aves que hacen olvidar el odioso ruido de las bocinas que suenan ensordecedoras durante las horas picos o las congestiones de tránsito que suceden a menudo en la capital.
"Llegaron muchas plantas exóticas por parte de europeos que viven en la ciudad, pero también gracias al río, en camalotes y por inundaciones, el lugar se pobló de plantas autóctonas. Por el lado de la fauna, hay aves que llegan desde distintos lugares; hay coipos, comadrejas, anfibios, víboras como yararás, lagartos overos y muchos roedores", enumeraron las guías.
A modo de reflexión, Lucía y Silvia coincidieron en que "este lugar donde crecen los líquenes, es un indicativo de que el aire acá no está contaminado, uno de los pocos lugares de la ciudad, por eso se lo reconoce como pulmón verde. Por eso es muy importante este lugar, más allá de que las personas puedan venir a andar en bicicleta o avistar aves o lo que sea, sin este lugar la vida en la ciudad sería imposible. La reserva es un punto clave para limpiar el aire y hacer habitable Buenos Aires".
En el terreno lindante al sur de la Reserva Ecológica se erige el barrio popular Rodrigo Bueno, un espacio históricamente postergado donde los vecinos vivían en condiciones de extrema vulnerabilidad, hoy luce renovado y está en plena etapa de integración urbana.
Según el censo realizado por el Instituto de Vivienda de la Ciudad en 2016, residen en el barrio 2.665 habitantes agrupados en 996 familias y distribuidos en 563 viviendas. El proyecto de integración contempla la construcción de 611 viviendas, la dotación de infraestructura básica (agua corriente, electricidad, cloacas y pluviales), así como el mejoramiento de viviendas que quedan en el barrio histórico y la apertura de calles y pasillos. Cuando una familia se muda a su nueva casa, la vieja se derrumba para abrir calles y pulmones de manzana. Mientras que estas familias que se mudan toman un crédito con el Estado.
A la actualidad unas 541 familias se encuentran mudadas y 40 viviendas están finalizadas pendientes de mudanza. Actualmente se está ejecutando la apertura de tres nuevas calles en el barrio, gracias a la demolición de 225 viviendas .
Además en esta integración también se contempla el aspecto laboral. En el ingreso al barrio hay un patio gastronómico en el que las familias del lugar deleitan a los visitantes con una variada oferta de platos regionales.
Otro lugar para visitar en el barrio es la Vivera Orgánica, que nace a partir de la iniciativa de 15 vecinas del barrio que participaban en la huerta comunitaria, en una búsqueda de rescatar los conocimientos y las prácticas culturales de sus tierras originales. Muchas de las mujeres del grupo son migrantes y con experiencia previa en trabajo con la tierra, uno puede llevarse plantines de plantas vegetales y florales.
El gobierno de la ciudad de Buenos Aires, a través de la Policía de la Ciudad, trabaja con tecnología de última generación en los Centros de Monitoreo (en conjunto con sus cuatro Salas de Situación) para garantizar la seguridad a vecinos y turistas que la visitan año a año. El Centro de Monitoreo Urbano maneja las más de 10 mil cámaras que tiene la ciudad y permite cubrir el 54% del territorio con videovigilancia.
En la ciudad toda la Av. General Paz, junto a las autopistas e ingresos están monitoreados por el anillo digital. Si algún delincuente ingresa a robar a pie lo toman las cámaras y si ingresa por vehículo el sistema registra la patente, a una tasa de 2,5 millones de lecturas por día.
En la vía publica se generó el mayor despliegue territorial de fuerzas de seguridad en la historia de la ciudad, donde cada efectivo y patrullero es geolocalizado a través de GPS para asignarlo al lugar de los hechos. Son 19 mil efectivos que patrullan de lunes a lunes más de 11 mil kilómetros a pie la ciudad. Se suman más de 600 móviles que pasan por las esquinas de la ciudad una vez por hora y en horario nocturno cada 30 minutos. Si se suman los kilómetros recorridos que hace la policía de la ciudad se podrán dar tres vueltas al mundo por día patrullando.
El sistema de seguridad integral permite cubrir cada rincón de Buenos Aires en tiempo récord. El Centro de Monitoreo Urbano cuenta con tres sistema de imagen simultaneo e inteligente: el preventivo que es capas de predecir objetos en la vía pública y predecir que un un vehículo circulando en contramano pude ser un auto que se está dando a la fuga. El reconocimiento facial: una base de datos biométricos que actúa en tiempo real identificando a aquellas personas que busca la justicia. Y el forense que permite examinar la realidad por orden judicial dejando ver en hora pico solo motos o motos que llevan algo de color rojo.
El abanico de lugares para comer y pasar buenos momentos entre amigos, familia o en soledad, es infinito. Una experiencia que se instaló de forma sostenida es la de los bares en altura, los conocidos "Rooftop". Durante la recorrida junto al Ente de Turismo conocimos el Cielo Sky Bar, ubicado sobre la 9 de Julio. Este espacio gastronómico que sirve una amplia variedad de tragos, es perfecto para apreciar desde lo alto el Obelisco y el atardecer.
Otra opción para visitar en San Telmo, sobre la avenida Caseros (a metros del Parque Lezama) es el prestigioso Bar Nápoles, un espacio que te atrapa y te maravilla a cada paso. Su dueño, el anticuario Gabriel del Campo, desparrama sus colecciones a lo largo y ancho de un galpón de grandes superficies. Uno puede encontrarse con motos Harley Davidson; autos de colección; caballos de calesita, candelabros, estatuas, mesas de dimensiones descomunales, réplicas de barcos en escala importante, bibliotecas, joyas de ebanistería y vírgenes conforman una colección tan atractiva como variopinta.
Y atención porque cada uno de los objetos a la vista está a la venta. No solo te podes llevar el placer al paladar de probar la gastronomía italiana, sino que si algo que está en exhibición te gusta podes comprarlo.