A veces pasa...
A veces pasa...
Ciertas obras humanas ideadas para determinado fin y un cierto momento, van más allá y se terminan transformando en reflejo de los tiempos.
Por alguna misteriosa razón toman vida propia, hasta parecen convertirse en alegorías de las ciudades que las contienen. Y de los hombres y mujeres; sobre todo de los hombres y mujeres que, por azar o por destino, se vincularon con ellas.
El Edificio Plaza Ritz, en el centro de la ciudad de Santa Fe es, sin duda, de esos raros casos. Signado más que por el paso de los años, por el irrefrenable paso de los tiempos.
Pocos saben que fue construido entre 1925 y 1928, con el propósito de albergar a la sede de la Administración General de Ferrocarriles del Estado -AGFE-. Por aquel entonces los trenes venían siendo uno de los negocios más prósperos y estratégicos de la época, aun en gran parte en mano de franceses e ingleses.
Mas, las proyecciones de los empresarios europeos comenzaban a ser determinantes. Se aproximaba el fin de una época. Es que, con la llegada de los vehículos automotores, los Estados vieron políticamente más conveniente invertir en rutas que seguir haciéndolo en vías férreas.
Nuestro insigne edifico ya terminado (o a punto de) se mostraba como una obra arquitectónica de enorme valía. Estratégica para quienes pensaban en estas tierras con romántica mirada europea.
Y en Europa comenzaba a explotar un gran nuevo negocio de servicios: el turismo.
Los Gayá, una familia española ya en el negocio de la gastronomía, asumieron el desafío y fue así que nuestro magnífico inmueble dio un giro en su destino de origen para ser inaugurado a fines de 1928 como Hotel de lujo.
RITZ HOTEL SANTA FE. Obviamente debía tener un nombre significativo; es que, por aquellos años llegaban ecos de la particular hazaña innovadora de un campesino suizo recientemente fallecido de nombre Ritz.
Cesar Jean Ritz es recordado aún hoy como el padre de la hotelería moderna, se dice que para llevar a cabo su proeza se basó en dos claves que lograron revolucionar el antiquísimo negocio del hospedaje. Sus hoteles contaban con comedor a la carta y habitaciones con baño privado, ni más ni menos.
Y así fue que este colosal inmueble fue presentado en sociedad en diciembre de 1928 a seis meses de la inauguración del Puente Colgante, a poco más de veinte cuadras de distancia.
Claro que, como hoy bien se sabe, el negocio hotelero tuvo grandes altibajos.
El Ritz Santa Fe debió soportar, a meses de abrir sus puertas, la crisis del 29 que jaqueó el modelo agro exportador que tanto favorecía a estas tierras y, tras cartón, el golpe de Estado de 1930 que derrocara a Yrigoyen en la nación y a Pedro Gómez Cello en la provincia. Se iniciaba la década infame.
Durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial fue obligado a reinventarse ante la ausencia casi total de turismo extranjero.
En la post guerra volvió a florecer, es que el mundo sobreviviente parecía haber vuelto la mirada hacia estas pampas, ricas en alimentos, en tierras productivas y en tolerancia racial, religiosa y cultural. Pero sólo fueron impulsos históricos; efímeros como toda empresa humana.
La crisis política vernácula de los años 70 le dio el saque definitivo.
El Hotel Ritz Santa Fe, venía trastabillando desde fines de la década de 60 y cerró definitivamente sus puertas a fines de 1972.
Comenzó un primer cabildeo con la sombra del olvido, la postergación y el estropicio. Es que de aquí en más siempre se utilizaría de forma parcial.
El auge de un nuevo negocio llegó a por él, así que fue adquirido por el banco de mayor desarrollo en el interior del país: el Banco de Intercambio Regional. A la postre el comienzo de los tiempos de los fraudes bancarios.
Promediando el año 1980 el BIR, como se lo conoció, sufrió una caída estrepitosa dejando un tendal de pequeños y medianos clientes defraudados y ocasionando, en gran medida, el derrumbe del funesto primer tramo del gobierno de facto que pasó a la historia oscura de nuestra nación como Proceso de Reorganización Nacional.
Con la compra del City Bank y la continuidad del destino bancario por poco tiempo, nuevamente el edificio quedó suspendido en el tiempo.
No fueron capitales extranjeros, ni porteños, menos estatales quienes se interesaron en el rescate, fue una familia santafesina. En 1988 fue adquirido por la familia Ferratto que en un primer momento intentó retomar su destino hotelero; poco se tardó en advertir que el negocio ya no estaba en los turistas sino, más bien en el comercio seguro.
En todas las grandes ciudades del mundo florecía un nuevo concepto superador de las galerías comerciales. Eran tiempo de Paseos de compra en lugares cuidados. Era el tiempo de los Shopping, concepto obviamente importado del "primer mundo".
Y así fue que en 1993 nuestro edificio se volvió a presentar en sociedad; ahora como el primer shopping santafesino El Plaza Ritz, con un atractivo singular, contaba con la primera escalera mecánica de la ciudad. Pretendida mixtura de los tiempos post modernos en armonía con el estilo clásico que lo había caracterizado desde el principio.
El emprendimiento fracasó, es cierto, pero posibilitó que las nuevas generaciones tomaran somera conciencia de lo que nuestra ciudad pudo haber sido y que los mayores añoraran su otrora esplendor. Duró sólo dos años, y solamente afectó tres de las seis plantas con que fuera concebido.
Desde entonces la oscuridad y el abandono se adueñaron con la amenaza latente de perpetuarse hasta la rapiña y el derrumbe definitivo.
Así se encuentra hoy en día, ahora ya con nombre definitivamente asignado, se trata del EDICIO PLAZA RITZ, emblema de una ciudad que alguna vez tuvo sueños de grandeza y otras de colapso, pero que sigue viva y espera la resurrección.
El Ritz Santa Fe debió soportar, a meses de abrir sus puertas, la crisis del 29 que jaqueó el modelo agro exportador que tanto favorecía a estas tierras y, tras cartón, el golpe de Estado de 1930 que derrocara a Yrigoyen.
El auge de un nuevo negocio llegó a por él, así que fue adquirido por el banco de mayor desarrollo en el interior del país: el Banco de Intercambio Regional. A la postre el comienzo de los tiempos de los fraudes bancarios.
En 1993 nuestro edificio se volvió a presentar en sociedad; ahora como el primer shopping santafesino El Plaza Ritz, con un atractivo singular, contaba con la primera escalera mecánica de la ciudad.
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"Veinte relatos posibles" son aventuras literarias entre la ficción y la realidad, que recorrerán las distintas etapas del Edificio Plaza Ritz. Tu historia puede inspirarnos y podés enviarla a: [email protected]