Por Nanci Noemí Alario
Por Nanci Noemí Alario
Conmociona ver los efectos ambientales del cambio climático y cómo a pasos agigantados la sequía recorre nuestro planeta. La nota publicada por El Litoral el 5 de enero de 2023, titulada "La ayuda del gobierno va a llegar cuando el productor pierda lo que podía salvar", haciendo referencia a poblaciones del norte provincial y los efectos de la sequía sobre la agricultura y ganadería, es una triste imagen más del aceleramiento del calentamiento global.
Desde muy pequeña tengo recuerdos de lugares, charlas, o cosas que yo podría pescar sobre este tema en mi ámbito familiar. Una imagen que me sobreviene a la mente es cuando tenía 5 años y con mis padres cruzábamos caminos rurales para llegar hasta la estancia La Alegría en Formosa.
Ahí, a un costadito del polvoriento camino de tierra, una anciana muy delgadita, con un pañuelo en la cabeza, arrodillada al lado de lo que parecía ser un charco grande, corría usando un cucharón una capa espesa de musgo verde y con un jarrito de aluminio sacaba el agua oscura y barrosa que seguramente para no perecer se resguardaba debajo el musgo. Nos quedamos mirando, mi hermano Cristían tenía 2 años, era más chico y mi papá nos dijo: "Esa agua se hierve y se usa para tomar" (1974).
Fue uno de los motivos que llevaron a mi padre y mis dos hermanos mayores a la provincia de Formosa como pioneros en el trabajo con aguadas. Mis abuelos paternos inmigrantes oriundos del sur de España traían consigo ciertos conocimientos ancestrales, herencia cultural de los moros, sobre cómo obtener agua. Casualmente mis tíos, casi todos trabajaron con el agua. Mi padre logró desarrollar las técnicas que mejorarían sustancialmente la producción de las perforaciones.
Otro recuerdo que quedó en mi memoria, de haberlo escuchado tantas veces, fue la descripción que hacía mi papá de "la gran seca del 76" donde las vacas morían enterradas en el barro de las represas que se secaban. Los ganaderos de ese entonces no hacían obras y esperaban las lluvias que a veces no llegaban.
Lo cierto es que habitando el siglo XXI, en una provincia tan diversa como rica y potencial como la nuestra no puede no haber agua. Es el elemento vital de todos los seres vivos. Luego de leer la nota me preguntaba ¿qué sucedió en esas localidades todos estos años?
Hay formas muy sencillas y de bajo costo que pueden implementarse. Primero hay que asegurar el agua en lo inmediato, para eso se pueden proyectar y hacer perforaciones de alto caudal en serie provistas de bombas automáticas que funcionan con energía solar. Con un sistema de cisterna se puede llevar al tratamiento para consumo humano. Para el campo y la ganadería se podrá usar, previo estudio, de manera inmediata. En su momento lo propuse a un funcionario del actual gobierno en 2020.
Hoy en muchas provincias es un drama la falta de agua, no se conocen los datos numéricos de la cantidad de animales que mueren. Los subsidios para los productores sirven para el momento por ejemplo como comprar forraje, la garantía es hacer obras que aseguren el suministro ya.
El o los acueductos que están planificados no resolverán el problema en lo inmediato. Otras obras que también pueden ayudar es proyectar con la Facultad de Ciencias Hídricas la forma de retención del agua dulce para asegurar reservas. Claro está que hay lugares donde no llueve hace más de un año.
Allá por los años 1976 y 1978 se hizo la proyección de una obra, a cargo a la empresa Mapucó, para quien trabajaba mi padre en la zona de los bajos submeridionales. Me fascinaba escuchar y ver el muestreo de terreno por extracción subterránea que se había recogido, en bolsitas, y que tenían etiquetas que marcaban los porcentajes de salitre.
En ese momento no existía el proceso de ósmosis inversa por esa razón era imposible extraer agua para consumo humano, ni siquiera servía para consumo animal por alto nivel de salinidad. No obstante, me cuenta mi hermano Miguel, estaba previsto hacer un canal paralelo a una ruta para retener agua de lluvia.
En definitiva, las obras no se hicieron. Son conocimientos técnicos que resolverían un gran problema. Además si la perforación es realizada con el sistema de encamisado y filtrado como el que implementó Antonio Modesto Alario, innovador ingenioso a principio de los años 70, las perforaciones son una garantía. Sobre todo por la conformación del suelo en nuestra llanura que se prolonga a Chaco y Formosa.
Pasaron muchos años y gobiernos, el problema subsiste y cada vez será peor por los efectos del cambio climático. Tenemos que asistirnos entre todos: gobernar, cuidar y educar para resistir con mayor eficiencia el aceleramiento del cambio climático.
A la memoria de mi viejo y mi hermano Pipo, grandes y apasionados innovadores.
Por la ley de humedales.