José Curiotto
@jcuriotto
La gran incógnita pasa por determinar qué fue lo que sucedió antes de la llegada de la Policía de Santa Fe. Es decir, en esas dos horas que transcurrieron entre el primer y el segundo enfrentamiento entre gendarmes y delincuentes.
José Curiotto
@jcuriotto
Fueron dos horas en las que nadie puede afirmar con total certeza qué es lo que sucedió. Una suerte de “agujero negro” entre el primer tiroteo que acabó con un gendarme herido, y la segunda ráfaga de disparos que impactaron en otro uniformado.
A estas alturas de las circunstancias y pasadas más de 30 horas desde que se supo que Gendarmería Nacional realizaba un operativo de búsqueda en suelo santafesino para dar con los tres prófugos de General Alvear, comienza a incrementarse la incertidumbre. Y más allá de cuál termine siendo el desenlace de esta situación, surgen algunos grises difíciles de explicar.
Si bien durante toda la mañana de ayer se insistió con que alrededor de 300 gendarmes e integrantes de otras fuerzas federales operaron desde temprano en esta zona del departamento Las Colonias; lo cierto es que, para trasladar semejante cantidad de efectivos, se requiere de una logística y de un número de vehículos que no fueron divisados a primera hora en el lugar.
Todo indica que los gendarmes llegaron en dos utilitarios Citröen Berlingo y en otro vehículo de mayor porte en los que, de ninguna manera, pueden ser trasladadas 300 personas. Ni siquiera parece resultar factible el traslado de 60 uniformados en estas condiciones. Es decir, entonces, que el primer asalto a una vivienda deshabitada fue realizado por un número reducido de gendarmes.
De esta manera, resultó imposible cubrir todas las rutas de escape que los prófugos pudieron tomar en esta amplia zona atravesada por numerosos caminos rurales.
El segundo enfrentamiento se produjo dos horas después (alrededor de las 9.30 de ayer) y apenas a 14 kilómetros del lugar donde los delincuentes dispararon contra un efectivo y robaron la Berlingo en que éste se trasladaba.
Resulta llamativo que durante todo este lapso los prófugos apenas pudieran recorrer 14 kilómetros. De todos modos, es cierto que para todo aquél que no conoce la zona esta red de caminos puede convertirse en una suerte de laberinto. Más aún, cuando se intenta escapar en medio de la desesperación de saberse en buscados.
Recién en el momento en que un segundo gendarme resultó herido por los prófugos, las fuerzas federales intervinientes dieron aviso a la provincia de Santa Fe de lo que estaba sucediendo. Hasta ese momento, ni siquiera los más altos funcionarios del gobierno provincial habían sido notificados.
En tiempo récord
Fue entonces cuando la Policía santafesina organizó un rápido y amplio operativo. En muy poco tiempo, las fuerzas locales lograron reunir en la zona de crisis a 300 efectivos y más de un centenar de vehículos, y así fue posible cerrar todas las vías de escape que pudieron haber utilizado los delincuentes.
De todos modos, la gran incógnita pasa por determinar qué fue lo que sucedió antes de la llegada de la Policía de Santa Fe. Es decir, en esas dos horas que transcurrieron entre el primer y el segundo enfrentamiento entre gendarmes y delincuentes.
Lo que sí es seguro, es que Gendarmería Nacional no contaba con la cantidad de efectivos necesarios como para acordonar esa zona. Allí se produjo ese “agujero negro”. Una puerta entreabierta por la que los delincuentes pudieron haberse escabullido.
Probablemente jamás termine siendo confirmado por los principales actores de esta confusa situación. Sin embargo, durante las últimas horas de ayer, se produjo una fuerte discusión de funcionarios de la policía y del gobierno de Santa Fe, con los responsables de la conducción de las fuerzas federales.
“Si quieren que colaboremos, al menos les pedimos que nos digan la verdad”, habría planteado uno de los participantes de este altercado.