Por Roberto Bó
Los humedales nos proveen de agua y mejoran su calidad, regulan el clima, amortiguan el efecto de inundaciones extremas y del calentamiento global, fertilizan los suelos y constituyen el hábitat de numerosas plantas y animales.
Por Roberto Bó
Télam
Muchos argentinos seguimos preguntándonos qué son y por qué deben importarnos los humedales. Se trata de sistemas ecológico-sociales particulares, que ocupan el 21,5% de nuestro territorio, cuyos suelos se inundan durante períodos variables y, normalmente, considerables, año tras año. Esto los erige como fundamentales fuentes de agua (mayormente dulce) y los hace altamente productivos y biodiversos, traduciéndose en múltiples bienes y servicios para los que necesitamos vivir en o cerca de ellos. Los humedales nos proveen de agua y mejoran su calidad, regulan el clima, amortiguan el efecto de inundaciones extremas y del calentamiento global, fertilizan los suelos y constituyen el hábitat de numerosas plantas y animales, brindándonos hermosos paisajes y variados productos alimenticios, medicinales, etc. que venimos utilizando desde los tiempos de nuestras comunidades originarias.
Por todo esto, es nuestra responsabilidad conservarlos, es decir mantenerlos en buen estado mediante su preservación (por medio de reservas que realmente funcionen como tales), usándolos sustentablemente y/o restaurando la particular estructura y funcionamiento de aquellos degradados por malas acciones humanas. Conservar los humedales es, entonces, garantizar su "sustentabilidad", esto es mantener su identidad desde una perspectiva ecológica pero también sociocultural y económico-productiva. En consecuencia, el "desarrollo sustentable", no es sino el proceso de cambio para alcanzar dicha sustentabilidad, aunque sin olvidar que el componente ecológico es la base de sustentación de los otros dos. Esto último sólo ocurrirá adaptando nuestras actividades y modos de ocupación a su normal funcionamiento ecológico y no transformándolos y eliminándolos en función de intereses sectoriales y cortoplacistas.
Hace poco conmemoramos el 30° aniversario de la firma, por parte de nuestro país, del tratado internacional en el que nos comprometimos a conservarlos. Para eso, desde hace varios años, cada vez más personas de distintos ámbitos venimos transmitiendo vivencias y generando conocimientos con bases científicas para que todos valoremos nuestros humedales, trabajando en propuestas concretas y reclamando su urgente y efectiva conservación. Contamos, además, con muchos integrantes de nuestros organismos de gestión con experiencia, capacidad e iniciativa para implementar las medidas necesarias.
Durante 2021, a nivel mundial, la consigna es hacer un uso más eficiente y solidario del agua dulce, un recurso vital cada vez más escaso y/o de menor calidad por los malos manejos de nuestros humedales. También se inicia la "Década para la Restauración de los Ecosistemas". No desaprovechemos estos impulsos y redoblemos nuestro esfuerzo. No olvidemos que estamos destruyendo nuestros humedales a tasas tres veces mayores que las de nuestros bosques pese a su importancia para preservar nuestra biodiversidad, combatir el Cambio Climático y garantizar nuestra calidad de vida. Seguimos sin darnos cuenta que agua y humedales son interdependientes y que estos últimos son mucho más que agua.
En Argentina, pese a la pandemia, la sequía y los grandes incendios (que, complejizaron la situación y aún no han acabado) durante 2020 volvimos a rescatar, discutir y mejorar un proyecto de "Ley de Presupuestos Mínimos para la Conservación de los Humedales", por el que venimos insistiendo desde 2012. Aprovechemos para transformar este mal momento en una oportunidad. Que el 2021, sea un año fundacional para nuestros humedales y nuestra gente, fortaleciendo la identidad de nuestro país sobre bases socioecológicas sólidas. Comencemos promulgando definitivamente nuestra "Ley de humedades" e iniciemos, rápidamente, su implementación para bien de todas y todos.
Los humedales nos proveen de agua y mejoran su calidad, regulan el clima, amortiguan el efecto de inundaciones extremas y del calentamiento global, fertilizan los suelos y constituyen el hábitat de numerosas plantas y animales.
Estamos destruyendo nuestros humedales a tasas tres veces mayores que las de nuestros bosques pese a su importancia para preservar nuestra biodiversidad, combatir el Cambio Climático y garantizar nuestra calidad de vida.