Aunque no lo parezca, ahora es el momento oportuno para pensar en la bronquiolitis. En caso contrario, es probable que volvamos a ver llenas las guardias de pediatría, y sin suficientes pediatras. Y a la autoridad rasgándose en público las vestiduras y señalando con el dedo hacia otra parte. Esto lo vimos durante el otoño y el invierno pasados.
El virus será el mismo, y ya sabemos que afecta con más peligro a los bebés, sobre todo a los menores de seis meses. Incluso es probable que esta temporada de otoño e invierno la bronquiolitis afecte a más bebés, porque la situación socio-económica de las familias es peor. Y también es probable que la atención de estos bebés sea deficitaria, porque el problema de la pediatría, hasta donde puedo saber, subsiste.
Pero esta próxima temporada de bronquiolitis trae una novedad esperanzadora. Es esta: el intendente es médico, y estoy seguro que no olvida su condición de médico, ni olvida que la condición de médico es para siempre y en todo lugar, incluso desde la Municipalidad.
Mirá tambiénSúper bebés y súper escuelasEl nuevo médico intendente tiene amplia experiencia como médico de guardia y como organizador de guardias de hospital, y por tanto no tiene excusa. Estoy seguro de que ya está organizando las guardias de pediatría de otoño e invierno para que aquello que pasó, y de hecho venía pasando y cada vez peor, no vuelva a pasar. O al menos pase con menor magnitud.
Lo más lógico es pensar, ahora en octubre, en optimizar los recursos humanos y logísticos de pediatría que se necesitarán dentro de seis meses. Si no hay más pediatras que los que hay, y si no es posible conseguir que sean más, o que sean los mismos pero mejor dispuestos y sobre todo mejor tratados, con más respeto y más consideración, está claro que hay que pensar en alternativas.
Pero es posible que no falten pediatras en la ciudad de Santa Fe, sino que el problema sea otro. En efecto, si en ciertas zonas de la ciudad los pediatras compiten entre sí para ver quién consigue más boletas de obra social (para cobrarlas luego no saben cuándo y a precio de ganga), y se ven tentados a repetir la consulta para tener una boleta más, o a cobrar un suplemento en negro, si más o menos es éste el escenario, entonces está claro, es evidente que las cosas no se hacen bien. Si aquí abundan y allá faltan, algo no funciona, y por tanto se puede repensar la atención primaria de pediatría para repensar en consecuencia las guardias de pediatría.
Al fin y al cabo, podemos razonar y pensar que ni el médico es dueño de los conocimientos de medicina, ni el pediatra es dueño de los conocimientos y las habilidades de pediatría. Por lo tanto, no deberían poder ejercer cómo y dónde les plazca, al menos durante unos años, puesto que no son dueños de aquéllo que utilizan a diario para trabajar. Luego diré por qué.
La bronquiolitis es una enfermedad peligrosa para los bebés. Muchos necesitan quedar internados y, de estos, más o menos uno de cada cinco termina en terapia intensiva. Por lo tanto, hay que estar atentos y hacer todo lo posible para disminuir los contagios. La bronquiolitis es sumamente contagiosa. Y habrá que hacer todo lo posible para ofrecer rápida y efectiva atención profesional, sobre todo en los barrios periféricos, que es donde hay menos recursos de pediatría pero más pacientes y quizá más graves o con un riesgo mayor.
No hay un tratamiento específico para la bronquiolitis, y se trata entonces de tener controlados los síntomas y las complicaciones hasta que el cuadro mejore por sí mismo. Esto parece fácil pero con frecuencia no lo es. Lo mejor es entonces prevenir la enfermedad, y para esto hay un medicamento que actúa como vacuna y que, hasta donde puedo saber, está pendiente de aprobación en Argentina. Es el nirsevimab.
En la revista Archivos Argentinos de Pediatría (de la Asociación Argentina de Pediatría), en el número de este mes de octubre, dos especialistas del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez de Buenos Aires comentan, entre otras cosas, que el nirsevimab es una buena alternativa, puesto que con una sola dosis ofrece efectiva protección contra la bronquiolitis durante los meses de otoño e invierno a los bebés de mayor riesgo, que son los menores de seis meses.
Comentan también que la Agencia Europea del Medicamento lo aprobó el pasado noviembre. Puesto que el otoño e invierno llegan antes aquí, este medicamento ya se está administrando a todos los bebés de hasta seis meses en buena parte de España. A los menores de seis meses se les administra el nirsevimab en el centro de atención primaria de pediatría que les corresponda según dónde vivan. Y a los que nacen durante el otoño y el invierno, en el hospital, recién nacidos, antes del alta.
No son dueños
La razón nos permite razonar. Luego, un cierto razonamiento, aunque atado a ciertas reservas, nos permite afirmar que ni el médico ni el pediatra son dueños de los conocimientos y habilidades que les permiten ser médico o pediatra. No son dueños porque todos los ciudadanos, mediante los impuestos, les hemos pagado la formación. Por supuesto que no les pagamos la formación para que después trabajen cómo y dónde quieran, sería un mal negocio, sino para que trabajen, en bien de la comunidad que les pagó los estudios, allá adonde a todos nos convenga.
Obvio es comprobar que la facultad no es gratis, en absoluto, sino que está pagada con los impuestos procedentes de los bolsillos argentinos. Pero es gratis para los afortunados que pueden estudiar allí. La facultad de Medicina es gratis porque se pretende que haya médicos puesto que, en caso contrario, no los habría. Y si bien el estudiante debe esforzarse para adquirir habilidades y conocimientos, éstos no son un regalo sino una inversión. Y como inversión que son, se espera que oportunamente generen ciertos beneficios. Los beneficios que esperamos de ellos es que trabajen, al menos durante unos años, en beneficio de la comunidad que les pagó la formación. Es decir, se espera de ellos que devuelvan en servicios (por supuesto que remunerados) lo que antes recibieron como formación sin haber tenido que pagar por ello.
Un razonamiento similar se puede aplicar al proceso de convertir un médico en pediatra. Si entre todos les hemos pagado la residencia, lo más lógico es pretender que, después de ella, el pediatra esté, al menos durante unos años, a disposición, total o parcialmente, de la comunidad que le pagó la especialidad, es decir, de todos. Como no podría estar a disposición de todos, debe estarlo para trabajar allá donde haga falta, es decir, donde le digan. Por supuesto que recibiendo un salario digno a cambio de unas condiciones laborales igualmente dignas.
Si esto fuera así, Si esto fuera llevado a la práctica, no me extrañaría ver cómo los médicos y los pediatras, digamos de hasta una cierta edad, salen corriendo a ponerse a disposición de las necesidades reales de la pediatría de la ciudad de Santa Fe.
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