Carlos y Patricia junto a sus hijos y al hermano de F.N.C., la niña de 8 años a quien un fallo separó de su familia, escuela y barrio, a meses de perder a sus padres.
El 21 de abril próximo pasado, un comunicado de prensa del Colegio de Magistrados de Santa Fe repudiaba “los graves hechos de violencia acontecidos en el ámbito del Tribunal Colegiado de Familia Nº 2 de la ciudad de Santa Fe” y refería a la agresión física que, aparentemente, habían sufrido la jueza, Liliana Michelassi y su secretaria, Dra. Adriana Braga.
Contrariamente a esta versión, 3 días antes la familia involucrada había realizado -horas después del hecho- una denuncia penal contra Michelassi por violencia institucional. Refería a la agresión física de la magistrada contra una niña de 8 años y su hermano de 13, ante innumerables testigos y registrado en imágenes tomada por particulares.
Sin fundamentos
Los episodios de violencia se produjeron seguidamente a la resolución judicial en la que la magistrada otorgaba la tutela de la menor de los hermanos a su media hermana.
El Litoral se comunicó con la reconocida abogada penalista, Dra. Hilda Knaiblein, quien decidió no contestar al requerimiento periodístico. Por otra parte, de la resolución judicial tampoco se desprende la existencia de alguna razón urgente y extraordinaria para separar a los hermanos ya que el fallo no ha sido fundamentado.
El expediente del caso cuenta con unas pocas páginas, en el cual se destaca la decisión de la jueza de tramitar la tutela de los hermanos en forma separada. La decisión tiene un par de párrafos y tampoco fundamenta motivo para separar a los niños. Tampoco quien obtuvo la tutela de la niña accedió al pedido de este cronista.
“…otorgar la tutela provisoria a su hermana A.Q. quien deberá acreditar en legal forma sus condiciones morales y económicas…” del fallo de la Dra. Liliana Michelassi (18/04/2023)
“Los hermanos sean unidos, esa es la ley primera”
El mentado “Interés Supremo del Niño” (CIDH) siquiera ocupó lugar en las crónicas para describir la traumática historia de una niña y su hermano que sufrieron la pérdida de su padre –hace dos meses- justo un año después de la muerte de su madre.
El núcleo de ambos niños, de 8 y 13 años, en el contexto de duelo descripto, fue destruido de cuajo por una decisión judicial, sin mediar proceso, intervención interdisciplinaria y, peor aún, con una urgencia más propia del ámbito judicial que de la salud y cuidado de los pequeños y su entorno.
El lado humano detrás de la burocracia
En el programa radial Periodismo Salvaje, que se emite los sábados por Sol Play 91.5, estuvieron Carlos y Patricia (se omiten los apellidos para preservar la identidad de los menores), tíos de los niños a cuyo cuidado había dejado su padre mediante expresión de “última voluntad”, ante Escribano Público.
A finales de 2021, F.N.C. entonces de 6 años y J.P.C. de 11, perdieron a su madre. Un mes después, su padre es diagnosticado con un cáncer de colon que lo lleva, paulatinamente, a su muerte -hace apenas 2 meses-.
“Ellos no pudieron hacer siquiera el duelo de la muerte de su madre –cuenta Patricia- porque al mes su padre enferma y fue desmejorando notablemente; fue muy difícil para ellos, para los dos”.
-Difícil para dos chicos quedarse sin sus padres de repente y luego ser separados, ¿no?
Patricia: -Nosotros los fuimos recibiendo en casa –que está a media cuadra de donde ellos nacieron y vivieron hasta hace unos días- cada vez que el padre debía internarse o desmejoraba. Se quedaban con nosotros, tratábamos de contenerlos, lo llevábamos como podíamos porque ellos en su cabecita no se hacían la idea de que su papá tenía una enfermedad terminal. Esas dos pérdidas son terribles para ellos.
“…Se deja constancia que la audiencia fue grabada, sin perjuicio de que la niña (N. de R. la menor tiene 8 –OCHO- años) se expresó mayormente del escrito (dibujos)”, de la sentencia de tutela, en relación a la voluntad expresa de la niña.
-Ante su situación, ¿cuál era la voluntad del padre con respecto a sus hijos?
Carlos: -Mi hermano siempre quiso que los chicos sigan en su entorno, con la escuela, el barrio, con nosotros, pero también con nuestros tres hijos, sus primos. Él dejó un papel firmado con un escribano en el que pedía eso y que se mantuviesen juntos los hermanos, obviamente, pero nadie tuvo en cuenta eso. Nosotros éramos una familia, él sabía cómo los tratábamos a sus hijos y el amor que les tenemos. Mi hermano sabía que los íbamos a criar como dos hijos más. No entendemos todo esto. Nos llamaron un día y al otro día separaron a F. de su hermano, sin ninguna explicación. Así, de un manotazo de la jueza.
Nosotros estábamos conteniéndolos, dándoles el apoyo que por ahí mi hermano no pudo por la enfermedad. Les faltaba ese abrazo de padre y de madre que es lo que nosotros queremos darles, porque lo estábamos haciendo.
-¿Cómo se criaron los chicos en esa “cuadra” que los tenía juntos?
Carlos: -Nosotros vivíamos a media cuadra, mi otro hermano enfrente, entonces ellos se juntaban (los primos) a jugar todo el día. F. y J.P. estaban contenidos por los primos. Imaginate ahora que se la llevaron hasta Arroyo Leyes a la nena y su hermano está con nosotros en Santo Tomé. De un día para otro y sin motivo la separaron de todo. Mi sobrina, como todos nosotros, nacimos y vivimos en ese barrio.
Patricia: -Es que ellos ya no eran “primos”, mi nena le dice “hermana”, la misma F. decía “ahora somos 5”, hasta ese amor, ese cariño que se dan de hermanos. Por ahí se peleaban, como todos los chicos y cuando se amigaban... ¡Ay! Andaban juntitos por todos lados, hasta el más grande mío, que tiene 17, estaba con ellos. El día que se la llevaron el llanto de los 5 no te lo puedo explicar, era que le estaban arrancando una hermana.
“…instar a la Sra. A.Y.Q a que realice todas las diligencias tendientes a escolarizar a la niña en el plazo de tres días, bajo apercibimiento de ley” extraído de la sentencia de la Dra. Michelassi (18/04/2023)
-¿Cómo fue la situación para todos los chicos, más allá de cierta controversia de lo que pasó en Tribunales?
Patricia: -Cuando nos dijeron que teníamos una hora para llevarla, todos los chicos lloraban desesperados. Mis sobrinos se agarraron y no se soltaban hasta que la jueza la agarró del brazo y se la llevó. Su hermano gritaba, le pedía a los policías que hagan algo, que no los separen, porque nosotros en la desesperación llamamos al 911.
-¿Ustedes los llamaron?
Carlos: –Claro, porque era una situación terrible, el hermano no quería soltarla y ella lloraba porque no quería separarse. Nosotros no sabíamos qué hacer, la jueza viendo lo que estaba generando siguió adelante y ella misma la tironeó porque los hermanos estaban agarrados. No le importó. Después de arrancarla, se la lleva, cruza la puerta y se la entrega a la media hermana, cierra y a los gritos pide a la policía para que nos saque. Por eso fuimos a hacer la denuncia policial. Nosotros somos humildes, nunca nos imaginamos estar en esta situación. Fueron muchos golpes en poco tiempo y no entendemos porque le hacen esto a los chicos.
-¿Qué más tienen que sufrir?
-Yo sólo le puedo pedir a la jueza que piense en ellos. No pueden estar separados, se tienen a ellos. Estén donde estén, pero que sea juntos. Ellos se tienen aún. No entendemos lo que hizo, ni lo que hace. Mi sobrino abre las puertas de casa esperando que ella aparezca; es mucho lo que están sufriendo.
No sé por qué la jueza dice lo contrario a lo que pasó. Yo lo único que quiero es que los hermanos vuelvan a estar juntos. Eso es lo único que queremos de ella. Nada más.
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