Como se preveía, el panorama sanitario en Ceres, en el extremo noroeste de nuestra provincia, generado por la contaminación con plomo derivado de las fábricas de placas para baterías de automóviles, se sigue complicando. Otro menor debió ser hospitalizado. Tiene 12 años y se encuentra bajo la atención del personal del Hospital de Niños "Dr. Orlando Alassia", de la capital provincial. Es otro integrante de una de las familias que vivió durante un tiempo prolongado en la jurisdicción de la ex firma Nesaglo (exCer-Plac), recientemente clausurada.
Como se dijo hace dos semanas atrás en esta misma columna, el disparador de una situación que en Ceres todos sabían que podría ocurrir pero muy pocos levantaron la voz para prevenirla, fue la muerte de Xiomara Crespín, de 2 años de edad, a comienzo de año. En tanto, otros 4 menores que vivían en el predio abandonado de la exfábrica a la vera de la Ruta Nacional 34, pocas cuadras al norte del acceso principal a esa ciudad de 20 mil habitantes, también tienen plomo en la sangre y ahora se esperan los resultados de los análisis en otros 5 menores que compartían el lugar y 2 que vivían en la firma Lingotes, un anexo de esa planta, dedicada a la recuperación de los desechos de las baterías. Estos últimos casos, menores de 4 y 12 años, están bajo observación profesional. Es que el lugar fue clausurado en un operativo ordenado por el gobierno provincial y –supuestamente- la familia allí instalada (alquiler mediante) trasladada a otro ámbito, algo que nadie puede confirmar, por tratarse de una propiedad privada, que ello haya ocurrido fehacientemente.
El nuevo caso corresponde a un menor de 12 años, residente con su familia en la casa donde vivió el exsereno de Nesaglo, a metros de la exfábrica, lugar considerado como generador de la peor escoria contaminante. No hace falta agregar mucho más. Lo lamentable es que recién ahora se lo haya detectado y confirmado por el trabajo en el terreno que realizaron profesionales del Centro Nacional de Intoxicaciones del Hospital Posadas, de Buenos Aires, que se interesaron en desentrañar lo que estaba sucediendo en esa ciudad próxima al límite con Santiago del Estero. El síntoma evidente, común en todos los casos, inclusive Xiomara, es que los dientes de los menores contaminados perdieron el color habitual y están ennegrecidos.
Por si interesa: las personas se pueden exponer al plomo a través de inhalar polvo o humo de plomo, de comer, beber, o fumar en áreas del trabajo, por tocar objetos contaminados y por ingerir polvo de plomo por error. Los individuos más perjudicados, resultan ser trabajadores de industrias y fundiciones que utilizan este metal y familias que viven en las cercanías de dichas industrias. Los trabajadores de la industria del plomo lo pueden ir acumulando en su cuerpo a lo largo de la vida produciéndose un lento envenenamiento. Los síntomas quizás no se noten al principio, pero a medida que pase el tiempo, el plomo puede producir daños a nivel sanguíneo, el sistema nervioso, renal y sobre los órganos reproductores. Este daño puede causar pérdida de memoria, cansancio extremo, problemas emocionales, insuficiencia renal, coma, o muerte. Es posible también tener envenenamiento por plomo sin notar algún síntoma.
El tema es que en esa ciudad hay otra fábrica de similares características, Baterías Morbi, ahora radicada también a la vera de la Ruta 34 (antes funcionó en el macrocentro de esa ciudad), a pocas cuadras de la anterior y con sucursal de ventas en Santa Fe capital. A metros del lugar hay unas 30 viviendas. Y en cada una de ellas surgen interrogantes vacíos de respuestas. Si no hay un compromiso por neutralizar tanto daño, fácil es imaginar lo que se avecina.