Por José Curiotto
Por José Curiotto
@josecuriotto
Chocó, escapó y luego de más de una hora decidió entregarse. De esta manera, podrían resumirse los hechos ocurridos en la madrugada del pasado domingo en la ciudad de Santa Fe, cuando un conductor embistió con su auto a un motociclista en la esquina de 27 de Febrero y Mendoza. La víctima sufrió heridas de consideración, por lo que sus allegados debieron apelar a las redes sociales y medios de comunicación para pedir testigos de lo sucedido.
No se trata de un caso aislado. En realidad, situaciones como éstas se repiten con llamativa frecuencia. No sólo en la ciudad de Santa Fe, sino también en el resto del país. Por lo general, se presentan durante los fines de semana, los protagonistas suelen ser jóvenes y, en muchos casos, optan por huir de la escena del accidente.
Transcurridas varias horas, cuando estos conductores se presentan en la policía, ya no resulta fácil obtener resultados certeros en los análisis tendientes a detectar rastros de alcohol u otro tipo de drogas en sangre.
Un caso emblemático tuvo como protagonista al ex boxeador Rodrigo “la Hiena” Barrios, quien en enero de 2010 generó un accidente en el que terminó falleciendo una mujer embarazada en la ciudad de Mar del Plata. Después del choque, Barrios abandonó rápidamente el lugar en su camioneta, sin prestar ayuda a la víctima. Apareció algunas horas después, acompañado por un abogado.
Recién en noviembre de 2014, la Justicia ordenó la detención del ex boxeador para que cumpla una pena de tres años y siete meses de prisión efectiva. Estuvo dos años y siete meses detenido por el delito de homicidio culposo. Se espera que en estos días recupere su libertad.
Endurecimiento de las penas
Lo que sucedió en Santa Fe durante el fin de semana está siendo investigado por la Justicia. Por ahora, sería apresurado adelantar cualquier opinión o atribuir responsabilidades. Sin embargo, lo que deberían saber quienes participan de un accidente y deciden abandonar el lugar del siniestro es que, desde el 23 de diciembre del año pasado, la situación cambió -de una vez por todas, afortunadamente, para las víctimas- en toda la Argentina.
Ese día, el Congreso de la Nación endureció las sanciones para los conductores que manejan alcoholizados -más de 1 gramo de alcohol por litro de sangre-, drogados o superando en 30 o más kilómetros por hora las velocidades máximas permitidas.
Pero eso no fue todo. Además, se sumaron agravantes no contemplados en el Código Penal, como por ejemplo el abandono de persona en el caso de que el conductor huya de la escena del accidente. Así, los castigos para quienes matan por imprudencia o negligencia pasaron de 2 a 5 años de cárcel, a una pena de entre 3 y 6 años, lo que lo convierte en un delito de prisión efectiva.
Hasta hace poco, si un conductor huía del lugar del siniestro pero la víctima se encontraba acompañada por un tercero, la situación no era considerada “abandono de persona” porque se argumentaba que el afectado no estaba solo. Increíble, pero real.
A partir de las modificaciones legales, para determinar la existencia de este agravante sólo se analiza la conducta del que genera el siniestro. No importa que el damnificado esté o no acompañado. Si el que choca abandona la escena sin prestar ayuda, habrá abandonado a la víctima y esto agravará su situación procesal.
La ONG Madres del Dolor y otras agrupaciones abocadas a la problemática de los accidentes de tránsito debieron batallar durante 12 años para que el Congreso avance en este sentido. En el pasado, incluso, se planteaba la paradoja de que en ocasiones, el hecho de estar alcoholizado actuaba como un atenuante para los conductores, ya que algunos jueces consideraban que debido al efecto del alcohol estas personas no estaban en condiciones de tomar las decisiones adecuadas.
Nadie está exento de protagonizar un accidente de tránsito. Los descuidos y los imprevistos existen. Sin embargo, no todos los accidentes son iguales: lo que resulta inaceptable es que un conductor actúe de manera desaprensiva, que supere las velocidades permitidas, que infrinja las leyes de tránsito, que ingiera alcohol u otro tipo de drogas antes de tomar el volante o que abandone a la víctima.
Al fin, las leyes de tránsito cambiaron en la Argentina. Y todo aquel que decide conducir, debe saberlo.