Volver al futuro, Borges y la conservación de la materia
Divulgación científica.
"¿Cómo puede haber cuatro autos DeLorean, adaptados como máquinas del tiempo, cuando el Doc solamente construyó uno?", se pregunta el autor.
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Como todo relato sobre viajes en el tiempo, la trilogía "Volver al futuro" incluye situaciones imposibles, paradojas y contradicciones lógicas. Algunas son clásicas y muy estudiadas. Otras son más curiosas y menos conocidas. Por ejemplo, según "Volver al Futuro II", una tarde de noviembre de 1955, el anciano Biff Tannen llega en el DeLorean desde el año 2015 para hacerle entrega a su yo adolescente el libro con los resultados deportivos que lo hará rico y poderoso.
Para impedirlo, Marty McFly llega esa misma tarde en el DeLorean procedente del año 1985 "alternativo", aquél modificado por el poder del multimillonario Biff.
Mientras tanto, en la casa del Doc Brown está guardado el DeLorean original que llevó a Marty de 1985 a 1955 en la primera película de la trilogía. Y podemos suponer la existencia de un cuarto DeLorean ese día en ese lugar: el que el Doc escondió en una mina abandonada en 1885 y que sigue ahí desde entonces.
¿Cómo puede haber cuatro autos DeLorean, adaptados como máquinas del tiempo, cuando el Doc solamente construyó uno? Una respuesta podría ser que en un universo donde son posibles los viajes en el tiempo no se cumple el principio de conservación de la materia, aquél que dice que la materia no se crea ni se destruye sino que se transforma.
Borges parece sospechar aquí que los viajes en el tiempo son incompatibles con el principio de conservación de la materia.
Esto permitiría que los tres DeLoreans extras aparecieran de la nada. Esta paradoja es mencionada por Jorge Luis Borges en su ensayo "La flor de Coleridge", incluido en "Otras inquisiciones" y publicado en 1952. Ahí Borges comenta un poema del escritor inglés Samuel T. Coleridge acerca de un hombre que sueña que es llevado al paraíso y que recibe allí una flor. Al despertar, ve que tiene esa flor en la mano, lo que probaría que estuvo efectivamente en el paraíso y que no fue un sueño.
Borges compara la flor del poema de Coleridge con otra flor que el protagonista de "La máquina del tiempo" recibe en el futuro lejano. Al volver al presente, el protagonista les muestra la flor a sus amigos, una flor de una especie desconocida en su tiempo, como prueba de que efectivamente estuvo en el futuro. Al respecto, dice Borges que esta flor del futuro es más paradójica que la flor del sueño, porque está formada por átomos y moléculas que, en el presente, están en otra parte, formando otros objetos.
Como en el caso de la multiplicación de DeLoreans en "Volver al futuro", Borges parece sospechar aquí que los viajes en el tiempo son incompatibles con el principio de conservación de la materia. Una conclusión notable en una persona que no tenía educación formal en física.
(*) Docente y divulgador científico.
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