En la película "Clockstoppers", un científico inventa un reloj que detiene el tiempo. Aprieta un botón y el mundo se detiene: la gente y los vehículos dejan de moverse, los pájaros flotan inmóviles en el aire y, en general, cesa todo movimiento externo al portador del reloj. Vuelve a apretar el botón y el movimiento se reanuda.
El reloj logra este efecto acelerando el funcionamiento del sistema nervioso de su portador de modo que éste puede registrar su entorno a tal velocidad que, en comparación, los movimientos exteriores parecen detenidos. Esto es parecido a lo que sucede cuando, desde un avión que vuela a gran altura, miramos el tránsito que circula por una ruta. Como a esa altura nuestra vista cubre al mismo tiempo varios kilómetros de ruta, los autos parecen avanzar muy lentamente.
La idea de un reloj que detiene el tiempo aparece en un episodio de "La dimensión desconocida", la serie de terror y ciencia ficción de los años 60, parodiada a su vez en uno de los segmentos del especial de Noche de Brujas de Los Simpson, de 2003. Y la idea misma de detener el tiempo está tomada de "El nuevo acelerador", un cuento de H. G. Wells publicado en 1901. Aquí no hay un reloj sino una droga que uno toma. Pero el efecto es el mismo: el que bebe la droga ve acelerado miles de veces su sentido de percepción del tiempo y, por comparación, el mundo exterior parece detenido. Puede distinguir el aleteo de una abeja; suelta un vaso y puede verlo suspendido en el aire y recogerlo antes de que caiga un milímetro; el sonido de una orquesta suena para él anormalmente grave. El efecto dura sólo unos pocos segundos, pero al que toma la droga le parecen horas.
Mirá tambiénTreinta años sin AsimovMás allá de la fantasía de estos relatos, la cuestión de la detención del tiempo plantea problemas interesantes desde el punto de vista de la física. Por ejemplo los protagonistas de "Clockstoppers" caminan, corren, toman objetos y los mueven de aquí para allá. Todo eso a una velocidad que ellos, con su sistema nervioso acelerado, perciben como normal pero que es de miles de veces mayor a la normal. Desarrollar esa velocidad requiere un consumo de energía y un esfuerzo muscular que no se explican por un sistema nervioso acelerado.
Efectivamente, para levantar un objeto que pesa un kilo hay que hacer una fuerza mayor que un kilo. ¿Cuánto mayor? Depende de cuán alto y cuán rápido queramos levantarlo. Más alto y más rápido, más fuerza hay que hacer. Para levantarlo a un metro de altura en un segundo se necesita una fuerza de 1,2 kilos. Para hacerlo en medio segundo, la fuerza necesaria es de 1,8 kilogramo. Y para levantarlo a un metro de altura en una milésima de segundo, que es el tiempo sugerido en película, se necesitaría una fuerza de 200 toneladas. Desarrollar esa fuerza no es cuestión de velocidad del sistema nervioso.
En los objetos inanimados aparecen problemas parecidos. En una escena de "Clockstoppers" los protagonistas huyen en una camioneta. La camioneta se mueve a una velocidad que ellos perciben como normal, pero que corresponde a miles de kilómetros por hora para el mundo exterior. No hay ninguna razón por la que el sistema nervioso acelerado de sus pasajeros afecte el funcionamiento de la camioneta que, de todas formas, consumiría todo su combustible en una fracción de segundo.
Por supuesto, no es necesario que una comedia de acción y ciencia ficción como "Clockstopers" sea rigurosa desde el punto de vista científico. Pero este tipo de análisis constituyen un excelente ejercicio intelectual y le agregan interés a la película.
(*) Docente y divulgador científico
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