Por Claudio H. Sánchez (*)
La pandemia revalorizó a los medios audiovisuales como recurso educativo. Y esto se aplica también a una película o una serie pueden enseñarnos algo. Por ejemplo, los nombres de algunos inventores olvidados por la historia.
Por Claudio H. Sánchez (*)
Una de las cosas que nos dejará esta pandemia es la revalorización de los medios audiovisuales como recurso educativo. Y esto no se aplica necesariamente a los videos creados con fines didácticos. También una película o una serie pueden enseñarnos algo. Por ejemplo, los nombres de algunos inventores olvidados por la historia.
El Padrino y el teléfono
En El Padrino III, Michael Corleone recibe una condecoración de la Asociación Meucci. Cuando el padrino pregunta quién es ese Meucci, le explican que es "el ítalo americano que inventó el teléfono".
Aunque, según la tradición, el teléfono fue inventado en 1876 por Alexander Graham Bell, se sabe que el italiano Antonio Meucci venía trabajando en el problema de trasmitir la voz a través de un cable desde la década de 1850.
Meucci nació en Florencia el 13 de abril de 1808. En Italia hizo cursos de ingeniería y de diseño hasta establecerse como diseñador y técnico teatral. En octubre de 1835 debió emigrar a Cuba por razones políticas. Ahí trabajó en el Gran Teatro de La Habana, construyó un sistema de purificación de aguas e investigó el efecto de las descargas eléctricas en el cuerpo humano. Trabajando en este tema descubrió, por casualidad, la posibilidad de transmitir la voz por un cable telegráfico a través de lo que llamó "telégrafo parlante".
En 1845 emigró a los Estados Unidos. Allí realizó distintos trabajos y fundó una fábrica de velas de parafina en la que trabajó Giuseppe Garibaldi.
En 1854, Meucci perfeccionó su telégrafo parlante hasta construir lo que llamó telettrofono.Su esposa estaba enferma y el aparato le permitía comunicarse desde su dormitorio con las demás habitaciones de la casa. En 1860 hizo una demostración pública del aparato en Nueva York, pero la noticia sólo apareció en medios de la colectividad italiana.
Meucci era consciente de las bondades del telettrofono, pero no tenía los medios necesarios para patentarlo ni, mucho menos, para explotarlo masivamente. Tramitó una patente provisional, que establecía su prioridad y que debía renovar periódicamente, mientras trataba de vender el invento a alguna empresa que pudiera hacer frente a los gastos de patentamiento y producción. Se entrevistó con funcionarios de la Western Union y, aunque la empresa nunca demostró interés, tampoco devolvió los modelos y la documentación que Meucci les había entregado.
Cuando Meucci supo de la patente otorgada a Graham Bell, reclamó a través de un abogado ante la oficina de patentes. Por alguna razón, el reclamo no prosperó. Se cree que hubo presión de parte de la Western Union, que había firmado un acuerdo con Graham Bell para cobrar un 20 por ciento de las ganancias por la explotación del teléfono.
En 1886 se celebró un juicio en el que Meucci demostró su prioridad sobre el teléfono. Sin embargo, el proceso sufrió complicaciones y demoras hasta cerrarse en 1896 con la muerte de Meucci.
Aunque Meucci siempre fue reconocido en Italia como el verdadero inventor del teléfono, siguió siendo un desconocido en el resto del mundo. Finalmente, el 11 de junio de 2002, la Cámara de Representantes de los Estados Unidos emitió una resolución reconociendo la contribución de Antonio Meucci a la invención del teléfono, previa a los trabajos de Graham Bell.
Help! y la máquina de coser
En 1965 se estrenó Help!, la segunda película de los Beatles, después de Anochecer de un día agitado. Se trata de una película entretenida, pero sin más pretensiones que mostrar a los Beatles, hacer escuchar sus canciones y vender discos. Pero lo más interesante aparece al final: al terminar la película aparece una placa que informa que la película está "respetuosamente dedicada a la memoria de Elias Howe quien en 1846 inventó la máquina de coser".
Si bien las máquinas de coser existían desde fines del siglo XVIII, estas máquinas eran pesadas, incómodas y las costuras se deshacían con facilidad. Fue el norteamericano Elías Howe quien, en 1846, obtuvo la primera patente por una máquina de coser funcional. Howe introdujo unas cuantas innovaciones esenciales para que la máquina de coser fuera una máquina realmente práctica. En particular, adoptó la costura de punto cadeneta, que permanecía firme sin deshacerse y la aguja con el ojo en su extremo puntiagudo.
Para la década de 1850 ya había varios fabricantes de máquinas de coser. Cada uno era responsable de alguna mejora específica en el concepto original de Howe pero, al mismo tiempo, todos usaban las mejoras introducidas por sus competidores. Esto dio lugar a acusaciones cruzadas de plagio en lo que se conoció como la guerra de las máquinas de coser. Los fabricantes pasaban más tiempo en los tribunales resolviendo conflictos de patentes que en sus talleres mejorando las máquinas.
En 1856, los principales fabricantes se reunieron en Nueva York y acordaron compartir la tecnología, pagando regalías adecuadas a los titulares de las respectivas patentes.
Las regalías que recibió Howe por su patente de la máquina de coser lo hicieron millonario. En 1867 ganó una medalla de oro por su máquina de coser en la Exposición de Paris y fue condecorado por Napoleón III con la Legión de Honor, la máxima distinción que otorga el gobierno de Francia. Murió ese mismo año en Nueva York, a los 48 años.
En el año 2004, Elias Howe fue incluido en Salón de la Fama de Inventores de Estados Unidos. Pero, probablemente, su mayor fama la obtuvo por la dedicatoria en Help!.
Los Simpson y el líquido corrector
En Las chicas sólo quieren sumar, el director Skinner sugiere que las chicas no son tan buenas como los chicos en matemática. Esto desata un escándalo que termina con la separación entre alumnas y alumnos en la Escuela Primaria de Springfield.
A Marge le parece una tontería pensar que las mujeres son menos inteligentes que los hombres y, para ilustrar su punto, dice que una mujer inventó el corrector para papel.
Marge se refiere a la norteamericana Bette Nesmith Graham, que trabajaba como mecanógrafa en un banco y que era, además, pintora aficionada. Una vez se dio cuenta de que, cuando un artista comete un error al pintar, no borra lo que ha hecho, sino que cubre el error con más pintura. Decidió que podía hacer algo parecido con los errores que cometía al escribir a máquina: cubrirlos con pintura. Puso un poco de pintura blanca en una botella, la llevó a su oficina y la usó secretamente para corregir sus errores de tipeo.
Aunque a su jefe no le gustaba esa forma de corregir errores, sus compañeros de oficina le pedían continuamente su "pintura correctora". En 1951 decidió producirla y distribuirla comercialmente con el nombre de Mistake Out (algo así como "fuera errores"). Años después le cambió el nombre por Liquid Paper, que conocemos hoy.
Graham llegó a tener más de doscientos empleados y vender veinticinco millones de botellas de Liquid Paper por año. En 1979 vendió su empresa por más de cuarenta millones de dólares a la compañía Gillette. Murió en 1980 a la edad de 56 años.
(*) Docente y divulgador científico
Aunque Meucci siempre fue reconocido en Italia como el verdadero inventor del teléfono, siguió siendo un desconocido en el resto del mundo.
Bette Nesmith Graham, trabajaba como mecanógrafa y era artista aficionada. Una vez se dio cuenta de que cuando un artista comete un error, no lo borra, sino que lo cubre con más pintura.