En los medios nacionales hoy, sábado 18 de mayo, descubren un fenómeno social –en desarrollo– del que se sabe como está sucediendo, me corrijo, ni siquiera se sabe bien cómo está sucediendo y tal como dijese Chico Buarque sobre el amor y la libertad, no tiene principio ni final. ¿Qué será?
Hace un tiempo averigüé sobre una mujer, cantante de un grupo evangelizador, que tenía posibilidades de sanar mediante imposición de manos. Toca la guitarra y canta mujer de familia normal, más de 40 años.
Algo raro aparece en estas cuestiones para quienes estamos como en el tango: poca fe y la yerba de ayer secándose al sol. La falta de fe trae eso: desconfianza.
Me abro. En cuestiones de fe no me meto. Un partido que se juega en la cancha de quien quiere creer y quien quiere traspasar el cuerpo y, con un modo inaccesible para el cualquiera, reformular un instante, una vida. Estoy fuera. Sólo respeto. Es lo menos que…
Algo que se nos escapa porque está claro: estoy en la tribuna viendo que sucede, pero estoy en la tribuna y solo cabe creer que entre ellos la fe existe y traspasa y cura o da fuerzas. Lo que sea. Desde la tribuna solo cabe mirar. Acaso gritar el gol. Algo que se nos escapa sucede ahí fuera…
Corrector: no ponga apellidos, no hacen falta. Hace un tiempo una mujer joven, Leda, en La Catedral de Rosario, a metros del Monumento a la Bandera, a 150 metros de mi casa, hacia sanaciones por imposición de manos. No fui. Después recorría parroquias. Los martes de 17 a 19 -como “Cleo de 5 a 7”- película francesa.
En esos días y en ese horario el fenómeno de las parroquias llenas (recorrió varias) trastornaba la zona. Después la trasladaron, los martes, siempre los martes, a un predio municipal: “La Rural”, frente al Parque de la Independencia, el sitio es parte del pulmón de la ciudad que donara la familia Castagnino y sobre el que todos quieren morder un verde y un perfume.
El frío la llevó a un sitio cubierto, de una empresa que hace eventos y que los martes se lo prestaba. Metropolitano. Artistas y banquetes. También Leda.
Dejé de prestarle atención. Vivo en la ciudad del Padre Ignacio. Su Procesión de Corpus ha llegado a poner en las calles más de 200.000 personas y en el Barrio Rucci los fieles van y van y van y van. Todo organizado, hasta con internet, computadora. Todo. Cuidado, al Padre Ignacio lo tolera La Catedral y el Obispo, el que sea, no lo banca ostensiblemente. Así desde La guerra de Malvinas, que fue su tiempo de llegada.
Leda apareció como una imagen nueva del mismo tenor: la fe. No es el viejo almacén del Paseo Colón. La presencia en Buenos Aires, posterior a La Peste, y por los medios masivos transmitida en estos días sin pudor y sin control, pone al fenómeno en otra dimensión. Van. Por lo que sea. Van. A pedir por el país, por amigos, por algo bueno. Y van aquellos que necesitan un milagro. Un milagrito. Conmueve la inocencia y el estropicio.
El fenómeno, con la masividad y la rienda suelta se escapó de las manos hoy. Desde anoche. Ya mismo. Ni baños químicos, policías, calcularon mal los que sabían que podría suceder pero como, como, alguien sabía, no sé, no sé…. sobre un infinito sentimiento de fe que se insiste, nadie sabe desde donde ni hasta cuando. No se sabe cuando comienza ni cuando termina ¿es que no lo ven?
Apresurado pero ya hay un libro sobre el tema. Dos periodistas, puestas a escritoras. El fenómeno es eso: fenomenal.
Está más que claro que el Obispo de Rosario avaló algo que comenzó en La Catedral, aquí a la vuelta de mi casa. Es más que visible que allá va la fe, ahora a Buenos Aires, a la Iglesia de Lourdes, en Santos Lugares, donde no se imaginaban cuanto de grande era/es lo que venía, lo que está, adonde va esto porque es difícil entender que lo popular no se amanceba fácilmente.
En mitad de un mayo frío, bien frío, estas cuestiones terminan por abrirse al viento. Ojalá no vayan a sacarse fotos los del espectáculo, los legisladores, ojalá no vayan nada más que los que necesitan creer y los que quieren ver. Leda es ver para creer y acaso al revés. Creer para ver. No lo se. Nadie sabe qué cosa es “Lo Popular” hasta que sucede. Estoy propenso a explicar que Leda, este fenómeno de hoy, es parecido al de elegir a quien no conocemos por cuestiones que no entendemos, pero sería demasiado fácil. Igual. En ambos casos estuve / estoy en la tribuna… asustado, sorprendido, casi obligado a gritar el gol.
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