Por Aníbal Ignacio Faccendini (*)
Por Aníbal Ignacio Faccendini (*)
Hablar de conflictos políticos, es hablar del accionar humano, esto es decir que se circunscribe a la humanidad. El resto de la totalidad de los vivientes de la Tierra, conjugan su vivir con otra clave que siempre es de supervivencia en el ciclo alimentario, y muchas veces se combina en un accionar colaborativo, cooperativo o de complementariedad con otras especies no humanas. La única especie que depreda más allá de su necesaria supervivencia en principio es la nuestra. Ernst Haeckel a fines del siglo XIX, fue el que generó el concepto de ecología. Desde un punto de vista de supremacía del hombre. Es el poder humano sobre los habitantes del mundo. Es la humanidad la que estudia al resto de los seres vivientes y no a la inversa. Friedrich Hegel, nos mostró que la lucha de las personas es por el reconocimiento de los otros y de la comunidad. También Friedrich Nietzsche nos indicó que la voluntad de poder que caracteriza a las personas humanas, busca la preservación, que le permite desarrollarse y fundamentalmente la habilita a expandirse; siempre sobre el espacio de los otros vivientes. Carlos Marx, en el materialismo histórico y en el materialismo dialéctico nos marcó los conflictos en la lucha de clases y por ende del poder en disputa. Max Weber planteó que el poder es imponerle al otro nuestra voluntad, aún en contra de lo que piensa. Más adelante Jean Paul Sartre, de alguna manera nos señaló que donde hay dos personas hay conflictos. Es decir conflicto y disputa de poder desde la psicología política son fenómenos que se subsumen recíprocamente. Son constantes de la existencia humana. Diríamos de la sustantividad humana. Es por ello, que cuándo nos referimos a los conflictos del agua, son cuestiones políticas y por ende de la humanidad. Porque la tensión que exhibe la escasez social del agua potable en el mundo es un conflicto que se ha cronificado, naturalizado y hasta aceptado por los Estados de la Tierra, al igual que la pobreza. Por ende, podemos lamentablemente señalar que este conflicto de poder, es decir del poder hacer de que el agua llegue a todos los habitantes de la Tierra con un criterio de justicia social y ambiental, hoy se encuentra trunco. El poder político de los países desarrollados, de las multinacionales del agua y de otros países como así también de la ONU han logrado que se tome a la escasez social como algo natural y que siga dicha situación dramática, generando lesa ambientalidad (daño grave e irreversible al ambiente), muertes y desolación. Actualmente, la permanente perseverancia por el derecho humano al agua se encuentra transitoriamente derrotada, los factores de poder mencionados han logrado que de la indignación se pase a la resignación de la irreversibilidad de un grave problema de salud y de lesa ambientalidad. Cronificando la grave cuestión de la pobreza de agua. Cronificar un grave problema como éste, significa la continuidad de la derrota de la vida. El biocidio que genera el conflicto mundial del agua es atroz. Actualmente 4 mil niñas y niños mueren por día por no tener acceso a agua potable segura, 2 millones de personas mayores mueren por año por no acceder, 2.200 millones de seres humanos sufren de pobreza de agua y más de 3 mil millones de personas sufren pobreza de saneamiento, 220 millones de hora sacrifican diariamente las mujeres en el mundo para buscar agua y 16 millones de adolescentes dejan sus estudios para buscar agua que les lleva 4 horas por día.
Hay tres conflictos políticos del agua en la Tierra: 1) A nivel planetario es decir el sur que padece de pobreza de agua y saneamientos. 2) A nivel regional de cada zona con pobreza de agua y saneamientos de sus propios vecinos regionales y 3) A nivel de cada país con el mismo problema. Los tres conflictos descriptos para resolverlos demandan más democracia de los vecinos mundiales, vecinos de la región y los vecinos de cada país con un criterio de equidad social y ambiental. Tenemos que republicitar, desmercantilizar, desprivatizar y regular públicamente el agua, porque es un derecho humano y de todo ser viviente y es un bien común público de todos los habitantes de la Tierra. También se requiere de la paz con ella, implicando un espíritu de colaboración y cooperación mundial, regional y local. Ello implica que la ONU se convierta en un organismo multilateral, estableciendo una Autoridad Mundial del Agua con la participación de los países de la Tierra. El tema de este importante elemento no puede estar en manos de las multinacionales del agua, que de suyo, buscan la mercantilización de la misma, es decir de la vida. A nivel de América Latina y el Caribe, Africa y el sur Asiático, en cada uno de los continentes se debería establecer una Autoridad del Agua regional, que con democracia, transparencia anticorruptiva, concientización y visibilización de la problemática logre derretir la inercia naturalizante y parasitante de la escasez social del agua. Digo escasez social del agua, porque la ausencia de agua potable se debe a la falta de políticas públicas de inversión en las respectivas regiones, y no por una imposibilidad de la naturaleza. En cada país, los organismos ambientales tanto en sistemas federales como unitarios de gestión política, deberían coordinarse y establecer una Autoridad del Agua nacional con participación ejecutoria de la ciudadanía, proponiendo medidas anticorruptivas y concientización y visiblización de la problemática. Hay que lograr la agendización prioritaria y principal en el Estado para estas medidas. La falta de políticas públicas ambientales, de salud y de buen vivir para la comunidad han generado que más de 70 millones de personas en América Latina no acceden al agua potable segura y más de 100 millones no puedan acceder al saneamiento. Estos conflictos políticos mundiales del agua, a nivel regional y de cada país son problemas de democracia, transparencia y equidad social y ambiental entre otros factores. Hablar de la pandemia del Covid 19, hablar de que las personas deben lavar las manos con agua potable, termina siendo una paradoja insoportable. Las personas que padecen pobreza de agua siguen buscando dónde lavarse. La razón queda muda y busca todavía las palabras para darles esperanzas a los pobres de agua.
(*) Magíster en Ambiente y Desarrollo Sustentable Especialista en Ambiente y Desarrollo Sustentable Doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales Director de la Cátedra del Agua UNR Director del Centro Interdisciplinario del Agua UNR