La imagen de la obra "Los Constituyentes del 53", del pintor Antonio Alice, es para quienes habitamos esta ciudad un anclaje simbólico a nuestro pasado. Afirma nuestra idiosincrasia de ciudad estado, ha forjado la paciencia de varias generaciones cuando la televisión no era por cable y aguardábamos a que comenzara la programación del canal local y hasta ha desatado arduos debates (y mitos) en torno a su lugar de pertenencia y emplazamiento. Desde donde la abordemos, sentimos que nos pertenece. No obstante, es su historia poco conocida y una enorme parte de esta historia está guardada en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez, conformada por bocetos, retratos, estudios fragmentarios, enfoques individuales y de conjunto y dioramas que fueron adquiridos por el gobierno provincial en 1944, luego de más de un año de gestiones de la Comisión Provincial de Bellas Artes.
Mirá tambiénEl profesor Dana Montaño y la Constitución de 1853Como agente del área de investigación del Rosa Galisteo, el contacto de quien escribe con este conjunto de bocetos es cotidiano, ya que están exhibidos en el hall del ingreso sur, en el marco de la muestra "Museo Tomado". En este artículo se aborda un estudio de los mismos a fin de analizar la manera en que el artista fue concibiendo y desarrollando sus ideas hasta lograr la obra definitiva, que descansa hoy en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso de la Nación.
Antonio Alice
Antonio Alice era hijo de inmigrantes italianos, naciendo en Buenos Aires el 23 de febrero de 1886. Su infancia y su etapa formativa se da en un contexto muy particular de Argentina, que atravesaba por entonces un proceso de transformaciones de toda índole, producto de su inserción en un nuevo esquema de división internacional del trabajo y de millones de inmigrantes que llegaban a estas tierras.
Este proceso supuso la creación de una estructura estatal moderna, que fue acompañado por una empresa de índole simbólica: la construcción de una identidad nacional. Las artes plásticas fueron una parte de esta empresa, por lo cual, la creación y consolidación de un lenguaje artístico nacional, como así también la institucionalización del campo del arte fueron procesos fundamentales.
Así, podemos encontrar en Alice a uno de sus más activos referentes. A los 12 años, Cupertino del Campo lo lleva al taller del pintor Decoroso Bonifanti, estudiando allí durante seis años. En 1904 se presenta al Concurso Nacional y obtiene el Premio Roma, que le permite acceder a una beca de estudios en Europa e ingresar a la Real Academia Albertina de Turín. Tras su retorno a Argentina, obtiene numerosos premios en salones oficiales siendo la Medalla de Oro del Salón del Centenario y el primer Premio del Primer Salón Nacional en 1911, entre otros. Muere en Buenos Aires el 24 de agosto de 1943 y sus restos descansan desde 1999 en el convento de San Francisco de nuestra ciudad.
Alice consideraba al arte como una herramienta pedagógica, como imágenes didácticas de algunos acontecimientos históricos que servían para exaltar los valores nacionales. Entre otras cosas, afirmaba: "(…) por intermedio del arte, contribuyamos a difundir la historia de la argentinidad y daremos con ello un sano ejemplo de amor a la patria".
Los Constituyentes, es un cuadro histórico por excelencia. El derrotero de su génesis y creación podemos considerarlo, en palabras de Peter Burke, como "historias en sí mismas, que recrean el pasado a través de imágenes y lo interpretan de diversas maneras". Alice plantea su obra como si fuera un testigo ocular de aquella noche de 1853. Adopta el "papel del espectador", lo que le permite representar lo que podría haber visto si hubiera estado allí presente. Más que recrear, su objetivo es crear, inventar la imagen "que documente" aquel acontecimiento a saber (la jura de la Constitución de 1853) y del cual no hay registro visual. Este acontecimiento opera como un intento de perpetuar el recuerdo a modo de construcción de una identidad nacional; como acto fundacional de la Argentina moderna, liberal y republicana, que deja atrás la oscura etapa del rosismo y de la fragmentación del poder, del caos y des-orden.
La Santa Fe "tantas veces histórica"
Así define Alice a la ciudad cuando la visita en 1922, en el marco de la inauguración del museo y de la realización del Primer Salón Anual, del cual él participa con una nómina de diez obras. Referencia que en esa visita "(...) veía, sin esfuerzo, las sombras gloriosas de los constituyentes del '53 yendo y viniendo por la ciudad tantas veces históricas. Y hasta me parecía que el arte estaba en deuda con ellos". Dispuesto a saldar esa deuda, comienza ese año a trabajar con los primeros bocetos y estudios que darán forma a la obra definitiva en 1934.
Proponiéndonos realizar una lectura de estos estudios previos, podremos ver claramente cómo desde el primer boceto el artista llega a su obra definitiva. Cómo la geografía del mensaje visual se modifica a medida que su idea original va siendo interpelada por datos concretos basados en arduas investigaciones, entrevistas a descendientes de los constituyentes, y el contacto con los daguerrotipos tomados por Amadeo Gras, que le permitió "conocer" a cada uno de los convencionales.
El Cabildo
La asamblea constituyente sesionó en la Sala de Deliberaciones del Cabildo de Santa Fe que fue demolido en 1907 para erigir en su lugar la actual Casa de Gobierno de la provincia, lo que impidió al artista observar el espacio original. Por este motivo, en sus primeras propuestas se observa una sala luminosa, casi suntuosa, a luz diurna, adornada con arañas importantes y cuadros colgados en sus paredes.
A esa primera concepción del Cabildo la fue despojando de manera progresiva de elementos visuales, llegando a una última imagen del lugar como escenario solemne: de paleta ocre, casi minimalista, en donde las arcadas y su austero cortinado son lo que rompen con la monotonía de las paredes. De una luz diurna presente en sus primeros trabajos, dio paso a una tenue y amarillenta producto de los candelabros. Él dice: "Pintaba de noche, a la luz de las velas, porque debía interpretar la luz nocturna de las candelas (…)". Y con el fin de lograr esa escena fidedigna, prosigue: "Tonos dorados invaden la paleta, se diría que los valores se transforman (…)". Por último, en el boceto de la mesa donde se ubican el secretario y quien preside la reunión, son notorias las modificaciones finales: una mesa con un opulento tintero da lugar a una mesa pequeña con uno casi imperceptible. De igual manera, en los primeros bocetos la figura del presidente tenía mayor protagonismo, para dar mayor relevancia visual al orador y a la asamblea Alice explica que en la obra definitiva "al presidente lo he colocado de espaldas, dando así al espectador una impresión sugestiva (…)". Así, el pintor propone una organización espacial en su obra que le da un punto de vista determinado al espectador, sintiéndose éste último partícipe del acontecimiento.
(*) Contenidos producidos para El Litoral desde la Junta Provincial de Estudios Históricos y desde la Asociación Museo y Parque de la Constitución Nacional. El presente artículo es gentileza del Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez.
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