"La propaganda manda cruel en el cartel y en el fetiche de un afiche de papel se vende la ilusión, se rifa el corazón…", Homero Expósito.
El Diego" siempre va a estar. Lo vamos a ver en una pared, en una camiseta, repetido millones de veces en las redes, en el canto de guerra de una hinchada.
"La propaganda manda cruel en el cartel y en el fetiche de un afiche de papel se vende la ilusión, se rifa el corazón…", Homero Expósito.
Estas "Peisadillas" que parece se repiten de tanto andar; es que "todo da vueltas como una gran pelota, todo da vueltas casi ni se nota" cantaba Fito Páez allá por la medianera de los fantásticos ochentas; esos años marcados por el primer principio de la anhelada libertad, el derecho individual como primera premisa y la búsqueda de una identidad nacional y democrática como segunda alternativa. En eso andábamos, lamiéndonos las heridas de la dictadura que había terminado y festejando en colores flúo, camisas colores "pastel" (colores importados, acá el color pastel lleva color dulce de leche o marrón chocolate, para no usar eufemismos) y con música nacional de fondo para salir de una de las tantas crisis que derivaría en otra crisis que sustentaría la próxima crisis que sobrevendría de la futura crisis que aún no se avecinaba… Es que la democracia -de nada– también aquí tiene ese gustito a catástrofe preanunciada, los que entraron se quejan del tendal que le dejaron los que se fueron, los que se fueron se quejan del tendal que van a dejar los que entraron, y en esa "melange" de nombres renombrados, sin ponerse colorados la izquierda actúa (o no actúa) como la mejor de las ultraderechas, las derechas se cantan liberales y dibujan con membretes el siglo traspasado; los peronistas siguen siendo peronistas y van sumando "istas" en su continuo movimiento. Es que al argento promedio, más medio que pro, le encanta adjetivar el sustantivo, y cada corriente política o movimiento político-cultural que de un momento a otro pasará a ser noticia, (convirtiéndose como por arte de magia de un aguerrido orador en la estática y sonriente cara que nos mirará con amor fraternal desde ese afiche de papel) va a llevar el mote de quien conduce los destinos del mismo; se declararán a sí mismos lo que son, portarán banderas y estandartes que lucirán orgullosos y desafiantes ante la sociedad que los acaparará y, llegado el momento, se juntarán con otros "istas" para formar otra lista "ista" y terminarán haciendo lo de siempre -seguimos dando giros-; como dijo Groucho Marx (Marxista pero no de Karl Marx, el barbudo alemán) "La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados".
¿Cuesta creer? ¿Un importante crítico e integrante cultural del primer mundo haciendo una crítica maravillosa y certera del daño estructural de la política aplicada de la mega potencia mundial de hace 60 años o más?, pareciera que nunca vamos a aprender, mucho menos aprehender a los culpables. Es que nosotros somos los/as muchachos/as "argentinistas" y todos sufridos viviremos, combatiendo -a veces– en La Capital.
Nuestra Argentina no sería tal si no tuviésemos una crisis de vez en cuando ¿vio? Es que estamos acostumbrados a alternar lo malo con lo peor, lo relativamente bueno con lo que parecía malo, y así sucesivamente, sin que importe el orden, aunque aquí los factores* sí alteran el producto interno, ¡bruto!
* (Entiéndase por factor al sujeto que gobierna sujeto al dólar que gobierna la economía argentina que no tiene peso real, como los cajeros automáticos los fines de semana que no te dan peso. Peso más, peso menos, es triste estar atado al dólar blue).
Pero la memoria tiene cada jugarreta…, vamos por la vida recordando lo que queremos, nuestro cerebro no está ordenado por ficheros ni por carpetas o ventanas a la cuales podemos acceder específicamente. No tenemos un ordenador como cerebro y por más que lo intentemos -por suerte- nuestra memoria es un desordenador consuetudinario; nuestra información no está guardada en una nube; muchos de los recuerdos se auto eliminan, pasando a ser desmemorias; serán elementos de nuestra vida que pasarán al olvido en esa papelera de reciclaje manejada por la memoria emocional. Acceder a nuestros recuerdos no es un acto del todo consciente. Ellos vienen como quieren, se transforman con el paso del tiempo. A veces son vagos recuerdos y otras poseen la solidez y la estructura de un cuento bien contado, con los detalles y las florituras correspondientes a un buen recuerdo en forma de canción o poema inolvidable... esos recuerdos generalmente vienen acompañados de sensaciones, de aromas y colores.
Parece mentira, el Diego se fue hace poco más de una semana, sin embargo, aún se lo siguen repartiendo, partiendo en dos; tres y hasta diez mil millones de pedazos, cortándole las piernas, abriéndole el corazón, exponiendo su nunca privada vida para seguir dando placer a las masas en base a morbo e insana curiosidad. "El Diego" siempre va a estar. Lo vamos a ver en una pared, en una camiseta, repetido millones de veces en las redes, en el canto de guerra de una hinchada que siempre va a cantar que de la mano de Maradona "todo' la vuelta vamo' sa dar".
Claro que lo vamos a seguir sintiendo (recordando), y lo vamos a seguir viendo, "cruel en el cartel, vendiendo la ilusión, rifando el corazón". ¡Chanchan!
En eso andábamos, con música nacional de fondo para salir de una de las tantas crisis que derivaría en otra crisis que sustentaría la próxima crisis que sobrevendría de la futura crisis que aún no se avecinaba…
Nuestra Argentina no sería tal si no tuviésemos una crisis de vez en cuando ¿vio? Es que estamos acostumbrados a alternar lo malo con lo peor, lo relativamente bueno con lo que parecía malo, y así sucesivamente.