David Kraiselburd (1912-1974) fue militante anarquista en su juventud, pero luego admiró a la socialdemocracia sueca y a la alemana. Luchador comprometido con los ideales de libertad y democracia, fue el blanco perfecto de Montoneros, que buscaba legitimarse a partir de la violencia "institucionalizada". Murió el 17 de julio de 1974, tras veintidós días de cautiverio, víctima de un secuestro del referido grupo extremista, tal como lo manifiesta su hijo Raúl al recordar dicho episodio cincuenta años después. En septiembre de 1975, recibió póstumamente el prestigioso premio María Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, por su defensa de los valores democráticos frente a cualquier forma de autoritarismo de tendencias tanto de derecha como de izquierda. Su legado continúa alumbrando a los que lo sucedieron
"Lentamente, en un proceso interno que me llevó años, comprendí que habíamos estado luchando por una maravillosa utopía, pero, utopía al fin: una sociedad en la que cada cual tuviera lo que necesitara y aportara lo que pudiera. El anarquismo planteaba el ideal de una igualdad que generara un cambio en todos los hombres y era lo opuesto a todos los autoritarismos incluyendo al comunismo que sostenía la necesidad de la dictadura del proletariado. Pero no fue una desilusión. Comprendí que lo posible era lograr una sociedad regida por la igualdad de oportunidades para todos y seguí admirando y ayudando a los anarquistas cuyo apego a la ética me asombró siempre". Cuando se le pedía una definición precisa a sus pensamientos, Kraiselburd solía decir que los partidos social demócratas de Suecia y de Alemania eran lo más cercano a sus ideales.
Así como pensó, vivió David, que fue un luchador y un humanista que defendió toda su vida a los ideales de libertad y democracia, que llevaba arraigados desde su adolescencia. Siempre sostuvo que la revolución o el gran cambio social hacia la igualdad se vería facilitado en la medida que el pueblo tuviera acceso a la mejor educación posible. Desde sus años iniciales , se sumó sin vacilaciones a los debates que inspiraba el movimiento estudiantil. Su formación -primero en el Colegio Nacional y luego en la Universidad Nacional de La Plata- estuvo signada por esa firme actitud que lo llevó siempre al seno mismo de las luchas, deseoso de contribuir a la orientación democrática del proceso universitario.
Mirá tambiénRevisando las agendas impuestas por la industria cultural (Parte I)Militante anarquista en su juventud, mantuvo siempre una estrecha relación con los socialistas libertarios; abogado, historiador, periodista, fue también un hombre de familia amado y admirado por su mujer y sus hijos, a quienes sin imponerse, marcó con sus reflexiones, sus preguntas y una crianza basada en la libertad en la que buscó que cada uno hiciera su camino propio. Repasar completamente las facetas de su vasta trayectoria, sería imposible. En numerosos libros se da cuenta de algunas actividades que desarrolló en el campo de la política y en lo laboral. Sin embargo por las vicisitudes de su militancia y de la profesión de periodista en numerosas oportunidades se vio obligado a salir del país con documentos de terceros.
A veces se generan confusiones ya que en La Plata había otro David Kraiselburd, uno de sus primos, también abogado que participó en el movimiento de la Reforma Universitaria de 1918 para luego enrolarse en el peronismo. Mucho se escribió sobre David en su faceta como periodista y director de El Día de La Plata, sin embargo, poco se ha publicado sobre sus ideales, sobre su lucha y compromiso con la universidad. Tampoco se han conocido detalles sobre su vida familiar. La intención de este material, que complementa lo publicado hoy en estas páginas con una serie de artículos disponibles en la web de eldia.com, es develar algunos detalles de esos aspectos desconocidos.
Así lo mataron: la misma "suerte" que Mor Roig
El periódico El Día , firmemente centrista, puso en marcha su sección editorial de "Página 4", que se había opuesto abiertamente al golpe de Estado de Juan Carlos Onganía en los años 60 y a principios de 1974 denunciaba los atropellos de la Alianza Anticomunista Argentina (la AAA, o simplemente Triple A), la oscura organización paramilitar de derecha a la que el Ministerio de Bienestar Social -a cargo del verdadero secretario personal de Juan Domingo Perón, José López Rega- dio vía libre, apoyo y armas, para perseguir y ejecutar a los izquierdistas. Naturalmente, las más fuertes de estas organizaciones, en especial Montoneros, que era una parte sustancial de la izquierda del peronismo (dentro de la corriente conocida como la Tendencia Revolucionaria), tomaron sus represalias.
Mirá tambiénPacto y poderAl mismo tiempo, desde sus páginas, El Día advertía contra la escalada de violencia que se estaba produciendo, así como contra la "política" cada vez más violenta tanto de izquierda como de derecha. "La violencia fue el principal medio de la política primero, y se convirtió en política después", como dijo sucintamente la investigadora Pilar Calveiro en relación con el proceso que atravesó Montoneros. Amenazado tanto por la Triple A como por Montoneros, y aunque era un blanco más "propio" para la primera, fue esta última organización la que tomó medidas contra el periódico y su director. Kraiselburd fue secuestrado el 25 de junio de 1974 por una célula de Montoneros mientras el director caminaba hacia el edificio del periódico.
En una ola de ataques contra los disidentes, y prefigurando el destino de Kraiselburd, el 15 de julio una unidad de Montoneros irrumpió en un restaurante de una pequeña ciudad y ametralló a un colaborador frecuente de El Día, Arturo Mor Roig (ex ministro del Interior), quien bajo el régimen militar del general Alejandro Agustín Lanusse había sido un protagonista importante en la transición hacia la democracia que condujo a dos elecciones presidenciales en 1973, las que Héctor Cámpora primero -en calidad de sustituto del líder proscripto- y el propio Perón después ganaron por amplia e indiscutible mayoría.
Mirá también¿Cómo afrontar la sequía de ideas?Mor Roig era un demócrata moderado bien conocido. Había sacrificado conscientemente su carrera política cuando aceptó el puesto que le había ofrecido el general Lanusse años antes, con el fin de acelerar la transición hacia la democracia. Sin embargo, Montoneros enfatizó que durante el mandato de Mor Roig, destacados prisioneros políticos habían sido masacrados en el curso e incluso después de un intento de fuga parcialmente exitoso en una prisión de la Patagonia. La masacre había sido brutal, pero se sabía que Mor Roig no había tenido ninguna participación. Sin embargo, en opinión de Montoneros, su anterior relación con un gobierno militar y sus artículos críticos en El Día lo convertían en 1974 en un blanco adecuado.
Como muchos miembros de Montoneros han reconocido, el más notable en este caso el periodista y destacado escritor Rodolfo Walsh, estos "actos de terrorismo individual", como los llamó, no sólo serían contraproducentes, sino que harían disminuir el apoyo popular. Kraiselburd pronto seguiría la suerte de Mor Roig. Estaba cautivo en una casa de Gonnet , situada entre La Plata y Buenos Aires. Veinte días después del secuestro, un vecino llamó a la policía tras haber notado "actividad sospechosa" en la casa de al lado. El 17 de julio de 1974 se envió una unidad policial a investigar y se produjo un tiroteo con la célula de Montoneros. Según la versión más difundida, superados en número, estos últimos mataron a tiros a Kraiselburd y huyeron del lugar.
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