Belén de Navidad, representación del nacimiento de Jesús. Muchas familias mantienen la costumbre y la tradición de decorar su vivienda con un pesebre navideño, al que no le pueden faltar ni las ovejas, ni los bueyes, ni el popular burro. Gentileza
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Tiempo atrás, hará unos tres años, aparecieron publicados en muchos medios, los estudios realizados por psicólogos y sociólogos que habían llegado todos a una misma conclusión: no sólo festejar los tiempos navideños ayuda a la felicidad, sino también adelantarse con la preparación de tarjetas para saludar, pensar en algún árbol para adornar y entusiasmar a los niños a que elaboren ellos mismos guirnaldas y adornos propios de esos tiempos.
Muñecos cascanueces. Simbolizan la magia, los sueños y la esperanza, valores muy ligados a la Navidad. Gentileza
"La decoración navideña estimula la producción de dopamina, la hormona del bienestar. Además, decorar la casa para Navidad puede ayudar a mantener viva la conexión con la familia y seres queridos", dice el estudio. "Los vecinos consideran a quienes decoran la parte exterior de su hogar como amigables y cohesivos", agrega.
Y si estos tiempos de elevados precios, no son un motor para aprender a emplear piñas que se recogen del suelo, bases de las botellas de gaseosas, botones en desuso, para armar queribles adornos, es que se ha quedado al margen de las "tres R": Reducir, Reutilizar, Reciclar.
Las criaturas son en su gran mayoría artífices increíbles para preparar gran parte del glamour de estas fiestas. Con el manejo que tienen del celular y de la PC, enseguida encontrarán en Youtube mil ideas salvadoras y recreativas para todo diciembre. Si hasta pueden incursionar en la literatura copiando hermosos poemas alegóricos a esta fecha y armar tarjetas con ellos.
Rubén Darío no escribió en vano: "El niño está friolento./ ¡Oh noble buey,/ arropa con tu aliento/ al Niño Rey!". O la dulzura con que Gloria Fuertes pinta a: "La Virgen María/ canta nanas ya./ Y canta a una estrella/ que supo bajar/ a Belén volando/ como un pastor más".
También tenemos la suerte que haya muchos grandes poetas, que en español, pintaron con palabras y ritmo ese momento. Por ejemplo Juan Ramón Jiménez: "Jesús, el dulce, viene/…Las noches huelen a romero/… ¡Oh, qué pureza tiene/ la luna en el sendero!". O a Gerardo Diego: "Una escala de oro y música,/ sostenidos y bemoles/ y ángeles con panderetas/ dorremifasoles". Y la cuenta no se acaba con ellos.
Los belenes, pesebres, nacimientos, portales, han dado paso hasta una teoría del "belenismo", que se refiere al ¿arte? de preparar y construir el pesebre, el belén.
El primer pesebre del que se tiene noticias fue el que realizó san Francisco de Asís en 1223. Regresó a Italia luego de peregrinar por Palestina y emocionado por su visita a Belén, eligió una cueva próxima en Greccio y allí celebró la escena de la Natividad del Señor.
Hay una inmensa lista de los protagonistas que tendrían que estar presentes en un pesebre completo, María y José, desde el principio; llegada del Niño Dios después; la estrella guía; los animales que dieron calor a tan pobre y frío lugar: ovejas, buey, aves trasnochadas y, por supuesto, el burro.
En el sur de Francia, más exactamente en Provenza, en los pesebres se incluyen cantidad de estatuillas de arcilla pintada, muchas veces a mano, llamadas santons que representan todos los oficios, ocupaciones y profesiones de la región.
El belenismo se ocupa de propiciar pero en forma ordenada, las representaciones simbólicas de la vida en ese momento, como una fotografía de la realidad de la vida diaria, por ejemplo de los personajes que deben estar presentes.
La lista es muy extensa, uno de ellos es Benito, el pastor dormido, agotado luego de un día de rudo trabajo, pero que reposa tranquilo arropado por su fe y esperanza. También el Pescador, que trae algo de comida para compartir, símbolo del Pescador de Almas.
Pero hay otras figuras, que en España se pusieron de moda hace un tiempo, como el "caganer", una figurita masculina que en postura de defecar está escondida entre los arbustos.
Tal vez se haya originado a mediados del Barroco, que se caracterizó por un realismo a veces exagerado, pero simboliza también el devolver a la tierra lo que ésta dio e incluso se lo toma como figurita de buena suerte.
Un adorno hermoso, a veces de buen tamaño y otras como para colgar en el árbol, es el Cascanueces. Cascanueces es el aparato especial para partir las nueces, pero del que hablamos en Navidad, nació de la mano de tres grandes: Ernst Theodor Amadeus Hoffmann que escribió en 1816 el cuento "El cascanueces y el rey de los ratones".
Alejandro Dumas en 1844 realizó una adaptación del cuento de Hoffmann, destinada a los niños, que tituló "Historia de un cascanueces". Y es la que tomó Marius Petipa para concebir el ballet al que Tchaikovski en 1892, puso la maravillosa música de "El Cascanueces".
Todos ellos ya están llamando a nuestra puerta. ¡Abrámosla y dejémoslos pasar! ¡Seguro vienen cargados de buenas dosis de dopamina como dones de los Reyes Magos!
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